Ni en el pan dulce ni en los regalos ni dónde la vamos a pasar ahora que cuatro canales del
tiempo aseguran que va a llover durante la roja, verde y dorada Nochebuena. Ni qué vamos a hacer
después. Ni "qué macana tener que laburar el 25". Ni los tickets, el aguinaldo o la guita que nunca
me alcanza. Ni dónde cuernos me iré unos días de vacaciones, ni por qué se me viene
otro maldito año encima.
Nada de eso me preocupa por estos días; nada (nada más ni nada menos). Nada me pone más sensible
por ahora que mis amigos.
Anacrónico sí; no es el Día del Amigo. Que no suene a sensiblera propaganda de cigarrillos o de
cerveza. A mí me pasa eso; en este tiempo me da por pensar en ellos, necesitar estar con ellos,
escucharlos y que me escuchen, contarnos, mimarnos.
Son varios y de buena variedad. Se ponen contentos y tristes por mí y yo por ellos. Nos
enojamos, corremos al menor problema y... nos reímos de nosotros mismos. Imposible si no.
Algunos están acá y otros allá. En otra provincia, en otro país. Nos juntamos, cenamos,
almorzamos, nos mandamos mails, mensajitos, charlamos en rincones del laburo o por teléfono. Todos
tienen alguna pena. Yo también. Pero ahí están: desnudando sus pequeños y grandes dramas, sus
miserias, inseguridades y costados oscuros. Compartiendo todo eso conmigo, porque saben que de
algún modo soy su espejo. Y eso me llena de dicha. Que estén ahí, que nos registremos.
Ellos saben que "registro" viene siendo una palabra analizada y nada menor últimamente.
Registrar al otro, tener tiempo para el otro: durante todo el año, no sólo en Navidad o a fin de
año. Es fuerte, es vital.
A vos que acabás de decirme algo así como que estás "en la lona", a vos que sentís que el amor
se termina, a vos que me hacés reír tanto y que la distancia -a veces- te hace sentir sola, a vos
que no te animás a esa chica que te quita el sueño; a vos y a vos, porque despues de tantos años
dudan, a vos que perdiste algo importante y sentís que no das con el ser indicado, a vos que dudás
de ser o no madre y sos tan maternal, a vos que el dolor te hace estar en reposo, a vos que tenés
dos nenas hermosas (y, pucha!, ninguna es mía), a vos que estás esperando hace tanto tiempo que se
juegue por vos, a vos que me dijiste que te sentís desvalorizado, a vos que tenés mal a tu vieja y
le estás dando tanto amor, a vos que estás mal con tu cuerpo pero por suerte decís que estás
"serena"; a vos que no parás, para no llorar lo suficiente, a ustedes tres a través del mar, a vos
que estás, siempre estás... a vos.
Felices fiestas. Sí, por todo esto que nos une, más allá de la Navidad.