“¡Ojalá más chicos se pudieran anotar en estas olimpíadas. Son divertidas, apasionantes!” La expresión de deseo de Lucas Díaz, María Clara Cortizo, Valeria Salerno y Vanesa Grossi es más que sincera: estos cuatro estudiantes del Politécnico participaron de la 7º Olimpíada Argentina de Ciencias Junior y lograron los primeros premios. El certamen reunió en Mendoza a más de 300 estudiantes de todo el país y estuvo organizado por la Universidad Nacional de Cuyo y el Ministerio de Educación de la Nación, con los auspicios de la Cátedra Unesco de Ciencias y la Asociación de Profesores de Física de la Argentina.
Lucas Díaz cursa el 2º año del secundario, tiene 14 y obtuvo el mayor puntaje de todo el país. Es el autor de la mejor prueba tanto experimental como teórica. Valeria Salerno, Vanesa Grossi y María Clara Cortizo, todas alumnas de tercer año y que tienen 15 años, lograron el primer premio. María Clara, además, hizo la mejor prueba experimental.
Hay que saber que los premios se establecen en un rango de puntaje: así los que sacan entre 90 y 100 puntos se llevan el primer puesto.
Mérito. ¿De dónde viene tanto mérito? Del entusiasmo y voluntad de los propios protagonistas; de mucha dedicación, estudio, pero como ellos mismos afirman: “De descubrir que esto puede ser divertido, porque entendemos de qué se trata la materia y para qué sirve”. También del empuje necesario de los docentes que los entrenan y acompañan, que en este caso fueron Juan Farina y Germán Blesio, y desde ya del apoyo que les da la escuela.
La Olimpíada Argentina de Ciencias Junior se divide en dos niveles, uno para los chicos de la primaria, otro para los que están en el secundario y no tienen más de 15 años. Todos deben pasar por pruebas teóricas y experimentales de biología, física y química. El empeño de los organizadores está en “estimular en los jóvenes el interés por las ciencias naturales”.
Esta edición se realizó la última semana de agosto (del 25 al 30) en Mendoza. La estadía y los pasajes de chicos y docentes fueron financiados por el Ministerio de Educación de la Nación.
Son los estudiantes distinguidos los que muy motivados describen cómo son estas pruebas y qué significa participar de estos certámenes. Cuentan que arrancan con distintas instancias de competencia hasta llegar a la nacional. Para eso “hay que entrenarse, estudiar en clases, a la hora del almuerzo (entre turnos) y también por fuera del horario escolar”.
Reciben un apoyo muy importante de los profesores de los departamentos de física, de química, de ciencias humanas y naturales del Politécnico.
Lucas confiesa que lo que más le costó resolver fueron los temas de biología. “Los de física y química me resultan más fáciles porque los puedo razonar”, dice quien ve en este certamen una oportunidad para aprender más y de manera divertida: “Cuando voy por la calle y veo algo que se cae entiendo por qué. Antes veía algo que se caía y nada más. Ahora le encuentro más sentido y me dan más ganas de saber, de manera más profunda”.
Nada aburrido. ¿En qué momento disciplinas como física o química dejan de verse como tediosas, difíciles y pasan a ser desafiantes y divertidas por los adolescentes? “Cuando las entendés y te gustan. Es cuando las tomás con ganas y pasión, entonces todo es más fácil”, asegura Valeria y aclara que “por supuesto depende mucho de los profesores, cuando te explican bien ayuda mucho; y además la materia te tiene que gustar de por sí”.
A Vanesa la experiencia de participar resultó mejor de lo pensado: “Fue relinda”. Confiesa que no pensaba anotarse, hasta que un amigo la convenció. “Me anoté, probé y no me arrepiento”, dice y niega el prejuicio instalado de que estas competencias “no son sólo para alumnos más que inteligentes”.
Para María Clara estar en la olimpíada es una elección. “Yo también quería ver si era tan lindo como todos decían. Y la verdad es que es hermoso. Vas viendo cosas que no sabías y encontrando sentido al estudio”. Como sus compañeros opina que “sería muy bueno que más chicos pudieran ser parte de esta olimpíada: yo hablo con amigos de otras escuelas y no saben que existen”. Además del primer premio, esta estudiante hizo la mejor prueba experimental de toda la competencia.
“Aquí se puede hacer un círculo de amigos donde los más grandes nos invitan a participar y nosotros les decimos lo mismo a los más chicos”, expresan sobre cómo se pasan entre sí la posta para que nadie se pierda de participar.
Y recuerdan que en la entrega de premios —estatuillas y diplomas— los profesores destacaron “lo bueno que haya chicos que están todos en lo mismo, interesados por las ciencias”.
Por Santa Fe llegaron a esta olimpíada alumnos de solamente tres escuelas: del Politécnico que depende de la UNR, del Industrial de Santa Fe, que es la secundaria de la Universidad Nacional de Litoral (UNL) y de la Escuela Nuestra Señora de Lourdes (en este caso porque se da la casualidad que un profesor trabaja en las dos escuelas y llevó la información).
Por más escuelas. ¿Por qué participan siempre las escuelas que dependen de la Universidad y ninguna de la provincia? La respuesta hay que buscarla en el apoyo que se le da a las instituciones y profesores para que puedan entusiasmar a los chicos, y por supuesto también a los espacios reales de los que gozan disciplinas como física, química y biología en los programas oficiales.
El profesor Juan Farina considera que “sería muy importante que las escuelas, los profesores tuvieran apoyo del Ministerio de Educación de la provincia, para contar con horas para entrenar y acompañar a los chicos”.
Farina se lamenta que no se dé la discusión en la provincia de Santa Fe sobre la relevancia de la necesidad de aprender materias como física, química o biología. “No es coherente decir defender las ciencias y no darles el lugar en la enseñanza”, opina y señala además la contradicción de un país que necesita tener más ingenieros y científicos pero no entusiasme a los alumnos con iniciativas como éstas. La queja también la ubica en que muchos profesores que trabajan en el ámbito provincial quieren participar con sus alumnos pero no disponen de horas ni apoyo necesarios.
“Para aprender estas materias, para perderles el miedo es necesario que haya más horas”, considera Germán Blesio, que con sólo 21 años enseña física en el Poli, está en el último tramo de la carrera de licenciatura en física (UNR) y es un ex alumno olímpico. Sus conocimientos y experiencia los comparte para ayudar a prepararse a los chicos para estos certámenes.