Miguel Wiñazki, periodista y escritor, publicó hace ya una década un libro brillante: "La noticia deseada" (Editorial Marea), donde indaga sobre los complejos mecanismos que motivan a grandes sectores de las audiencias de medios o, en genérico, a la opinión pública a crear y luego creer "noticias" que nunca sucedieron.
Aquella investigación hizo pie sobre algunos casos resonantes de los años 90, como la muertes de Carlitos Menem Juniors, a la que muchos se empeñaron —y se empeñan hasta hoy— en calificar como asesinato y no como un accidente resultado de la imprudencia, como efectivamente quedó demostrado en la investigación judicial.
Otro tanto con el caso Alfredo Yabrán, una muerte por suicidio transformada por el deseo de la gente en fantasmagórica supervivencia.
Si al discurso —"deseo"— de un presunto e inminente incendio nacional que estaría por desmembrar otra vez a la castigada humanidad de los argentinos, con el que día a día asedia la oposición de centroderecha al gobierno nacional —mediática y política— se agrega además una audaz operación de un medio de comunicación que involucra al Papa Francisco convocando a una ronda "multisectorial" para salvar a la Argentina de su "crisis terminal", entonces no queda más que entregarse a las bondades del Vaticano. O esperar mansamente un nuevo tránsito por el infierno.
La noticia sobre la presunta reunión multisectorial convocada por Francisco que puso en tapa el diario La Nación el pasado domingo, y que ahora el mismo diario sugiere que no se haría porque fue "revelada", cierra el círculo de la falacia perfecta. El mecanismo es deslucido y no trae novedad, pero deja abierta una pregunta incómoda, ¿por qué las audiencias que leen con afinidad ideológica esos medios —propagados por los repetidores de aquí y de allá— receptan con beneplácito una noticia falsa?
Y por ahí pasa el punto más sensible de las grandes batallas políticas culturales que se desarrollaron en la Argentina de la última década. ¿Dónde está la verdad, cómo se mide? Ante los problemas, debilidades y cierta zozobra en el desenvolvimiento de la estrategia económica del kirchnerismo para enfrentar los desafíos del momento, la oposición vio una presunta oportunidad para jaquear a la Casa Rosada (como en 2008 y 2009), provocar el inexorable vaciamiento de su programa político e inducir una salida indecorosa. Antes de 2015, o en 2015.
A esa construcción política quiso abonar la operación Francisco, corriendo su propio límite. Y como la verdad no es lo relevante, para el discurso mediático anti K, la cuestión se dirime en satisfacer el "deseo" de las audiencias.
Se trata de un éxito en la construcción de unos parámetros de sentido, contrarios a los valores e intereses nacionales, y mucho más aún, populares, hasta casi canonizarlos. La noticia deseada, y mucho más.