“La ingeniería siempre fue mi vocación, siempre supe que quería ser mecánico, así que ese problema que tienen muchos chicos hoy (de la orientación vocacional) yo lo tenía resuelto”, confiesa el ingeniero Roberto Caputi sobre cómo se inclinó por la ingeniería.
Y dice más: “La universidad me enriqueció muchísimo, lo que recibíamos de la universidad lo llevábamos a la empresa y lo de la empresa a la universidad. Fuimos adquiriendo conocimientos, que se notaban donde trabajábamos. Así empezábamos a ser vistos de otra manera: cuando estábamos en la fábrica nos decían «Este no es ingeniero, pero sabe»”.
Compara a las ingenierías con la medicina, bioquímicas y agronomía para definirlas como “carreras duras y fundamentales para el país”. Y considera que todo el tiempo “hay que tener la capacidad para actualizarse”,
Caputi cursó su primaria en la Escuela Vicente López y Planes Nº 62 “que ya no existe”, y su secundario en la “Técnica de calle Buenos Aires”, por la ex Técnica Nº 3.
Materiales. ¿Cómo estudiaban en la universidad? “El material de estudio consistía en levantar apuntes en clases. Había tipos que eran increíbles en lo que hacían y esos eran los «explotados». Pero igual todos intercambiábamos datos. También ayudaban los libros, formar la biblioteca que nos daba una mano muy grande sobre todo por lo que costaban los textos. En esa época los comprábamos a plazo. Había un señor que se ponía en el bar de la esquina y nos fiaba”.
Pero este ingeniero de la primera promoción de egresados de la UTN Rosario, insiste en subrayar las fortalezas con las que arribaban a las clases, aquella que provenía del trabajo. “Además _profundiza_ de los libros y apuntes un aporte muy grande era la experiencia de fábrica que traíamos. Para estudiar nos juntábamos los fines de semana en grupo, en especial los domingos porque los sábados también teníamos clases”.
Esos esfuerzos cotidianos no fueron impedimiento para que Caputi se recibiera en el término que marcaba el plan de estudio de la carrera: 5 años, además de una tesis.
Más recuerdos. Hacia el final de la charla, el ingeniero Roberto Caputi tiene un recuerdo de admiración para muchos de sus compañeros que hacían grandes sacrificios para estudiar y trabajar. Repasa “que alguno no pudieron continuar y otros dejaron y retomaron”.
Algunas de esas historias dice que son casi heroicas. Elige para ilustrar esa imagen este recuerdo particular: “Teníamos un compañero que trabajaba en la cuadra de una panadería, de noche, muy tarde. Mientras trabajaba nosotros le leíamos los apuntes. Al menos ahí adentro estábamos muy calentitos cuando nos tocaba el invierno”.