"Se buscan jóvenes graduados con experiencia laboral comprobable" es uno de los
requisitos más comunes con el que se encuentran muchos recién egresados a la hora de toparse con su
primer empleo. El título en mano no basta por sí solo para golpear una puerta, por eso el haber
transitado por algún trabajo, temporal o estable, suma puntos en el currículum del recién
graduado.
Así lo entienden Carolina, Inés y Beltrán, tres jóvenes que, a la par de seguir una carrera en
Rosario, realizan una actividad laboral. Sus trayectorias académicas son disímiles, pero esta
heterogeneidad permite entender la realidad que viven muchos alumnos del nivel superior. La
decisión de aportar un poco de dinero a la economía familiar es una de las causas que esgrimen para
realizar estas tareas, aunque coinciden en destacar como fundamental la importancia de ganar
experiencia en el mundo laboral. Según datos de la Encuesta Permanente de Hogares de 2009, uno de
cada tres estudiantes terciarios y universitarios del Gran Rosario estudia y trabaja.
Procedente de la localidad entrerriana de Victoria, Beltrán Diez llegó hace cuatro años a la
ciudad para cursar la carrera de contador público en el Campus Rosario de la Universidad Católica
Argentina (UCA). Empezó como muchos alquilando con un amigo. Hoy vive con su hermano, que también
llegó a la ciudad para estudiar.
Pero desde hace dos años, Beltrán además trabaja todos los días como pasante en una dependencia
pública provincial. Es un empleo de cuatro horas y un salario acorde a esa tarea, pero para el
joven entrerriano se trata de una oportunidad sumamente positiva, sobro todo porque le permite
ganar experiencia y conocer en primera persona lo que es un ambiente laboral. "Quería conseguir
algo que me permitiera no descuidar la carrera", cuenta. Agrega que si bien no logra mediante este
trabajo una independencia económica, le alcanza para cubrir algunos gastos mensuales.
Tres de cada diez
En la Universidad Nacional de Rosario (UNR), tres de cada diez alumnos estudian y trabajan.
Dentro de este grupo se encuentra Inés Monti, quien además de cursar en el ciclo superior de
ingeniería industrial, trabaja en una importante empresa del sur santafesino. En su caso, la
posibilidad de trabajar se le presentó recién promediando la carrera. "Varias empresas suelen
acercarse a ofrecer pasantías en la facultad, y eso hace que mucha gente que no tiene aún el título
pueda acceder a trabajos calificados para los que está estudiando", dice.
Como tantos otros casos, Inés se topó en el transcurso de la carrera "con el comentario de que
podés estar recibido pero no te toman en las empresas si no tenés experiencia". "El título sólo no
te sirve —completa la futura ingeniera—, por eso cuando surge una posibilidad de
trabajo la tomás, aunque eso a lo mejor te complique la cursada en la facultad".
Diferentes realidades
A Carolina Ramírez le falta una materia para recibirse de profesora en historia del Instituto
Superior Olga Cossettini, y trabaja en neonatología del Hospital Provincial. Se recibió hace
algunos años de enfermera, aunque confiesa: "La historia siempre me gustó y era algo pendiente que
me quedó desde la secundaria". En su caso, y al igual que los otros jóvenes, rescata las ventajas
de trabajar durante el cursado: "Uno se encuentra con personas de diferentes edades y realidades,
como pasa en el aula, y así es posible salir de cierta estructura que te dan en las carreras".
"Creo que es mejor estudiar y trabajar, porque te permite organizarte mejor con los tiempos y te
genera una responsabilidad diferente", afirma Carolina, sintetizando una idea que comparten los
tres jóvenes. Porque aunque sea "en una labor que no esté ligada directamente a la carrera de
estudio", sostienen que es vital "ese fogueo con la vida real".