Una fuerte caída de matrícula de la Escuela Nº 1.331 Vicente López y Planes de Rosario preocupa a la comunidad educativa: asisten 150 alumnos en un espacio proyectado para más de 450. Padres, docentes, cooperadores, vecinalistas y ex alumnos denuncian una política sistemática de abandono y desinteligencias por parte del Ministerio de Educación provincial hacia el establecimiento, además de posibles "negocios inmobiliarios" alrededor de la institución.
La situación fue denunciada el el 25 de octubre pasado en una carta de lectores publicada en este medio y muy bien titulada: "Receta para vaciar una escuela pública". En el texto los maestros llaman la atención sobre la construcción de countries que cierran calles afectando la vida de la escuela, el cierre de los 8º y 9º años, el no otorgamiento del comedor escolar, unido a un "Ministerio que no escucha y ajusta", como las causas del abandono intencional y sostenido de esta institución. En diálogo con LaCapital, la comunidad escolar repasa la historia de este abandono.
La 1.331 está ubicada en Casacuberta al 8900, en pleno barrio Fisherton R, a metros del arroyo Ludueña y del límite con Funes. Desde antes de doblar por Córdoba y tomar por Alvarez Condarco para llegar a la escuela ya se percibe una zona residencial, de barrios cerrados que han ido ganando terreno en el lugar. Unas cuadras más adelante está la escuela estatal Vicente López y Planes, que se levantó para recibir a los hijos "de los de atrás", como contarán más adelante los propios vecinos que fundaron hace 22 años el establecimiento.
En la entrada esperan los cooperadores y vecinalistas Diego Fernández, Miguel Marchisio, Carlos Ortiz, Apolinario Díaz y Emilio Mendoza. También Gisela Albornoz, una ex alumna y madre de dos nenes que aprenden hoy en la 1.331; además de Rita Fernández, portera y mamá de un alumno, junto al maestro Hernán Tarallo.
La charla comienza con un repaso por la historia que hizo posible que la escuela se creara en el barrio, y se extiende por los distintos problemas que debieron afrontar (ver aparte).
Razones. ¿Qué pasó en estas dos décadas para que una escuela pensada para recibir a más de 450 chicos hoy sólo sume casi 150 desde el jardín de 4 años al 7º grado? La respuesta no se hace esperar y es Miguel Marchisio, presidente actual de la cooperadora, quien elige argumentar: "Hace más de 10 años que estoy en la escuela, siempre estuve en la cooperadora, hubo cambios de directores, y lo que conseguimos (menciona desde los ventiladores y la calefacción hasta nuevos espacios) siempre fue con ayuda de los políticos, gente que colaboró de manera desinteresada, comerciantes e industriales", dice, y agrega: "Hay que saber que la matrícula no descendió porque los docentes sean malos educadores, hay varias razones".
Marchisio enumera entonces una serie de hechos y situaciones que no favorecieron el fortalecimiento del establecimiento. "El año pasado se inauguró una escuela primaria oficial a 10 cuadras de esta (cerca del estadio mundialista de hockey), a la que se asegura le van a dar la jornada extendida, eso hace que los padres la elijan y la matrícula de aquí se vuelque a la otra. Nosotros pedimos esta jornada y nos la negaron; además del comedor, porque desde el Ministerio dicen que nuestro barrio «no está para darle de comer a los chicos», cuando aquí hay de todas las clases sociales".
Lejos de entablar una diferencia con la llegada de otra institución pública, el cooperador ve esta situación como una clara ausencia de planificación y evaluación de los recursos con los que se cuentan en la zona.
Pero, por otra parte, y es lo que consideran como una real preocupación a denunciar y prestarle atención, es saber, por ejemplo, que "los chicos de Villa Golf —la mayoría iba a la 1.331— dejaron de asistir a esta escuela a medida que fueron creciendo en la zona los barrios privados que van cerrando las salidas a los sitios más populosos". Menciona a Los Pasos, Tierra Nueva, Carlos Pellegrini y la zona del Jockey Club.
"Yo he conversado con mucha gente —dice sin dar nombres— y todos coinciden en que esta es una escuela que está en un lugar especial, es observada y mirada por los alrededores, no es nada descabellado entender que se la piense como algo privado también", advierte Marchisio. Ayer, los padres iban a solicitar una reunión con la dirección de la escuela para saber más sobre lo que pasa con la institución. "Yo quiero de alma y vida a la escuela, no quiero que me la quiten, que vengan unos ñatos con plata y se la queden", expresa con cierta desazón.
Con Funes. El maestro Hernán Tarallo recuerda que entre otros proyectos encarados para fortalecerse institucionalmente —con apoyo de la supervisora— se sumaron diversos talleres, como de ajedrez, computación, huerta y periodismo, entre otros.
También que a partir de conocerse la noticia reciente de que Funes reclama por una escuela primaria se pusieron en contacto con la intendenta de esa localidad, Mónica Tomei, para aunar esfuerzos "ya que no se explica que se pida una escuela cuando a corta distancia está ésta que tiene lugar para contener esa matrícula". En la charla coincidieron en que encontraron "una excelente disposición para trabajar en conjunto".
De hecho ese encuentro con Tomei derivó en proyectos comunes, como enviar chicos de la localidad vecina a la 1.331. "Como la línea 133 Negro (llega hasta Funes) tiene parada en la esquina de la escuela eso ayuda a que vengan chicos para Rosario. Y además el municipio (de Funes) se comprometió a pagar el medio boleto, o de ser necesario el completo, a quienes se inscriban en nuestra escuela", cuenta satisfecho el maestro.
Por otra parte, los docentes iniciaron un censo por los barrios desde donde podría sumarse matrícula a la Vicente López y Planes (Gol, Gráfico, Gráfico Unidos, Stella Maris, Floresta, Villa Tango y Funes). En ese censo se encontraron con "20 chicos en edad escolar sin escolarizar que viven en un nuevo asentamiento conocido como Villa Tango". Un dato más que desnuda la falta de planificación y el desconocimiento con el que se maneja el Ministerio de Educación provincial: una escuela con espacio y maestros dispuestos a enseñar y a pocas cuadras pibes sin escolarizarse.
Futuro. ¿Qué idea les aportó el Ministerio de Educación para revitalizar la escuela? Ante la pregunta todos se miraron con algo de desconcierto. "Hasta ahora lo único que han hecho es venir a observar los cargos (medida administrativa previa al cierre de un curso y reubicación del docente): primero dijeron que eran dos de nivel inicial, lo que sería muy grave porque el jardín de 4 años es la entrada a la escuela, pero luego supimos que todos los cargos están observados", contaron los presentes.
Por otra parte, comentaron que "las autoridades ministeriales, encabezadas por la jefa de supervisoras (Gladys Albachiaro), se molestaron por nuestra iniciativa de conversar con las autoridades de Funes y haber iniciado un censo de alumnos sin autorización". "Pasa —se lamentaron— que las autorizaciones tardan o no llegan nunca". Además de relatar con asombro que "por lo bajo el «consejo» oficial que les llega a los maestros es «que se pidan traslado»".
Además, admitieron que el mensaje que les llegó oficialmente es que "si no reúnen matrícula suficiente para el año próximo" no se descarta el cierre de un turno, con la apertura de una "especie de horario extendido para los talleres, sin llegar a ser jornada extendida, pero donde no habría comedor", y "donde los maestros que no tengan cursos a cargo tendrían que trabajar en un turno intermedio ".
Lejos de echarse atrás, y como hace dos décadas, la comunidad escolar se puso al hombro el desafío de mantener la institución y hacerla crecer. "Sigo colaborando porque la siento parte de mí, no vamos a dejarla", dice Emilio Mendoza, uno de los padres fundadores, a esa altura de la charla, visiblemente emocionado y a manera de síntesis de lo que se viene.