La enseñanza de las lenguas extranjeras en la escuela secundaria santafesina no está para todos los adolescentes garantizada por igual. Al menos con la visión plurilingüe que los profesores de idiomas fijan como meta. Afirman que lo que dice la letra de los cambios curriculares para este nivel no se traduce en la práctica, ni respeta lo acordado en paritarias. Reclaman que la ministra de Educación, Claudia Balagué, atienda este pedido y revise cómo se proyectaron estas clases.
Los docentes de lenguas extranjeras estuvieron entre los primeros —si no es que fueron tales junto a los de historia y geografía— en poner la voz de alerta de lo que se venía, luego de que se conocieran los prediseños curriculares bajados por el Ministerio de Educación de Santa Fe a las secundarias. Desde ese momento, la pelea principal pasó por denunciar la precariedad de la redacción de estos documentos y la mirada sesgada hacia esta formación. "Se habla de plurilingüismo, pero en esta nueva currícula hay solo lugar para el inglés", decían para explicar el lugar asignado para lenguas como el italiano o el francés. Al tiempo que recordaban que el plurilingüismo aporta a una formación integral, ya que no sólo implica el manejo técnico de un idioma sino la apropiación de una cultura. En esta apreciación también contemplaron el lugar de las lenguas de los pueblos originarios.
El mayor pedido de los docentes siempre fue tener participación real en estos cambios. Sobre todo porque veían en su implementación mucho de lo vivido en los 90, en tiempos de la ley federal.
Contraste. En 2011 el reclamo se extendió a todas las disciplinas y se convirtió en un punto clave de la agenda gremial. Con estos antecedentes, al año siguiente cuando se ampliaron los diseños del ciclo básico al orientado del secundario (los tres últimos años), el Ministerio convocó a los educadores (en una jornada institucional y dos foros) para revisar los contenidos que se venían. Además, de dar participación a educadores especializados.
Sin embargo, con el inicio del ciclo lectivo y el reacomodamiento en las escuelas de los profesores, la realidad empezó a mostrar lo que muchos sospechaban y llamaban a revisar: que lo escrito una vez más no concuerda con los hechos, y "más bien cada escuela hace lo que quiere y puede".
"Cuando el año pasado nos bajaron del Ministerio de Educación un documento (sobre idiomas) nos decían que consagraban al plurilingüismo y la multiculturalidad pero en la realidad ahora vemos que nos quedamos con una sola lengua extranjera". Así comienza la charla con un grupo de profesores de esta enseñanza que reclama por un espacio genuino en la nueva currícula. Los docentes son Carlos Italiano y Adriana Sonzogni, de italiano; Lidia Basualdo, Alicia Tamerón, Mariel Buscaglia y Julieta Seffino, de francés.
Es que de acuerdo a lo establecido para el ciclo orientado, las lenguas que no son inglés, pasarían a ocupar el espacio de "lengua extranjera adicional". Y la carga horaria está comprendida en los llamados "Espacios curriculares articulares", que en total son cuatro (seminario de ciencias sociales, laboratorio de ciencias naturales, taller de economía y administración y lengua extranjera adicional), de los cuales cada escuela debe elegir dos.
En otras palabras que exista una segunda lengua extranjera que garantice el acceso de los chicos a un aprendizaje plurilingüe y no sesgado al inglés (el que predomina claramente) depende de "la voluntad de cada director de escuela", y de "cómo disponga las horas de enseñanza". Tan arbitrario es el panorama, que el profesor Carlos Italiano cuenta que el año que viene se jubila, y cuando eso ocurra no sabe si sus 15 horas de italiano que tiene en el Nacional Nº 1 pasarán a otro profesor que las dicte, o bien el director las disponga para otra disciplina.
Problema de fondo. Esto ocurre —explican los profesores— porque en el plan de estudio diseñado para los tres últimos años del secundario figura la materia "lengua extranjera" sin decir cuál, dejando lugar a que se siga con la lengua "recomendada" de los años anteriores, que en este caso es el inglés.
Para los educadores el problema de fondo es la ausencia "de una política lingüística". Recuerdan que no existe a nivel provincial un referente —como por ejemplo, tiene la dirección de educación física— con quien fijar lineamientos claros de cómo se pretende enseñar idiomas en las aulas.
Mariel Buscaglia advierte otro aspecto fundamental en este debate y que —afirma junto a los profesores que la acompañan— no es privativo de las lenguas extranjeras sino de todas las disciplinas: "No hay que escindir en este análisis lo político de lo pedagógico. Esto puede parecer algo muy micro, que nos afecta a los profesores de lenguas y no a otros, pero no es así. Lo que ocurre es que se piensa la reforma educativa con un criterio de caja y de ajuste".
En diálogo con LaCapital, los profesores consideran que hay subestimación sobre cuánto se puede aprender a través de un idioma o que el mismo esté reservado sólo para ciertos sectores sociales. Lo dicen de esta manera: "Hay hasta una desconfianza del conocimiento que tenemos. No enseñamos a decir «Mi mamá me mima» en italiano o en francés, deberían saber que podemos hablar desde los procesos de colonización en el siglo XIX hasta las cuestiones identitarias. Tampoco suscribimos a lo que piensan muchos, y hasta algunas autoridades ministeriales, y que se traducen en preguntas como «¿Para qué les va a enseñar francés a los chicos de una escuela carenciada si nunca van a viajar a Europa?». Es una falta de respeto absoluta y un desconocimiento total de esta enseñanza".
"Cuando enseñamos no pensamos que nuestros alumnos van a viajar a Europa sino que los estamos alfabetizando integralmente", acuerdan.
Trabajo. Siguiendo estos argumentos, convienen en que el objetivo es la enseñanza "plurilingüe", es decir de por lo menos dos lenguas extranjeras. Y en consonancia con lo anterior que el pedido es para "la educación pública". "Hay que darles más a los que menos tienen", expresan sobre el carácter inclusivo que pretenden. También piden que se respete lo acordado en paritarias, donde hubo un compromiso de atender a esta visión, "pero que no se cumplió".
Por último, definen como "ofensivo" que cada vez que este debate se haga público, la respuesta oficial sea: "Nadie va a quedarse sin trabajo ni perder horas". "Eso es lo mismo que decirnos que vamos a cobrar aunque no trabajemos, aunque tengamos horas en disponibilidad y la verdad es que eso es denigrante. Nos formamos, seguimos estudiando para pararnos adelante de nuestros alumnos y tener el estatus académico que ellos se merecen. Uno no es profesor de nada sino de lo que sabe enseñar".