Con alusiones musicales, cinematográficas y literarias organizadas como representación, el director británico Danny Boyle fue el encargado de la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de Londres. La campana que sonó marcando el inicio de la apertura llevaba la inscripción "No temas, la isla está llena de ruido", las célebres palabras de Calibán, el personaje de "La Tempestad", de Shakespeare, y Kenneth Branagh, famoso por sus versiones shakesperianas, fue quien las pronunció. La cita completa es ésta: "No temas; la isla está llena de sonidos / y músicas suaves que deleitan y no dañan. / Unas veces resuena en mi oído el vibrar / de mil instrumentos, y otras son voces / que, si he despertado tras un largo sueño, / de nuevo me hacen dormir. Y, al soñar, / las nubes se me abren mostrando riquezas / a punto de lloverme, así que despierto / y lloro por seguir soñando".
Todo Londres es un homenaje al autor de "Hamlet", desde la muestra "La escenificación del mundo de Shakespeare" en el Museo Británico (que aborda y propone ante los visitantes cómo fue el mundo rural de Stratford, en donde nació el escritor; la época isabelina; los lugares que fueron escenarios de obras emblemáticas, por ejemplo, la Italia de "El mercader de Venecia" y de "Romeo y Julieta", etcétera) hasta el maratón de obras: cada sábado se transmite una diferente en horario central por la BBC y la Royal Shakespeare Company recibe a compañías teatrales de todo el mundo, que montan. versiones actuadas en lenguas diversas.
La literatura en particular estuvo presente de modo explícito en la ceremonia. En cuanto al imaginario infantil y juvenil, se pudo ver a J.K. Rowling, autora de la saga "Harry Potter", mientras leía el fragmento inicial de "Peter Pan", de J.M. Barrie, poco antes de que decenas de Mary Poppins (personaje creado por P.L. Travers), entre otros personajes reconocibles y caros a ese imaginario, llegasen volando a través del cielo del estadio.
Homenaje y síntesis. No es casual que en esta ceremonia de apertura "Harry Potter" haya entrado en diálogo con "Peter Pan" y otras obras predecesoras del campo literario infantil, ya que la serie de novelas de Rowling representa una suerte de síntesis y homenaje a textos capitales de esa tradición. Así, como en Dickens, "Harry Potter" se inicia en un mundo de infancia desangelado y ruin, con notas de orfandad, maltrato por parte de los tíos y primo del protagonista, en donde éste crece incomprendido, ajeno y sin conocer su verdadero origen hasta el día de su cumpleaños número once, en que es admitido en Hogwarts, la escuela de magia. Como las notas intertextuales son diversas, coexiste el señalado realismo de Dickens con la alusión a autores paradigmáticos de géneros distantes, como J.R.R. Tolkien, padre de la "fantasía heroica".
El chico de la cicatriz en la frente es un antihéroe con rasgos de increíble valor pero también de timidez, que no termina de creer nunca del todo en su condición de "celebridad" en el mundo de la magia. Transita permanentemente desde el mundo mágico al mundo "muggle" o de gente sin magia, y ese tránsito es a la vez una especie de salto en su identidad: mientras en el mundo mágico es un héroe predestinado que se enfrenta a Lord Voldemort, la encarnación del Mal, y protagoniza constantes peripecias, en el mundo no mágico es un paria que recibe maltrato.
El paso de un mundo a otro remite al universo paralelo de País de Nunca Jamás, en la ya citada "Peter Pan", y, por supuesto, a "Alicia en el país de las maravillas" y "A través del espejo y lo que Alicia encontró allí", de Lewis Caroll, obras que atraen la sensibilidad filosófica de los niños al cuestionar la dualidad realidad - apariencia y el valor convencional del lenguaje (a través de la idea de que las palabras pueden significar lo que deseamos), como picos máximos de una narrativa de aventuras intelectuales.
La reciente ceremonia también puede leerse como aventura: un cruce entre deportes y artes, una original concepción en la puesta de este tipo de espectáculos y una afirmación de las particularidades, historia y costumbres del pueblo anfitrión, pero también un viaje onírico y un homenaje al legado universal de la cultura británica.