Para cualquier investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas (Conicet), la idea de escribir un libro de cuentos infantiles podría resultar desacertada o casi absurda. No para Silvina Pessino, bioquímica y docente de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), y autora del libro "Guardianes de Rosario", una publicación de tres cuentos de aventura, inspirados en la necesidad de entusiasmar a su hijo con las tareas escolares.
Acostumbrada a producir informes técnicos y colaborar en trabajos de tipo didáctico para la universidad, esta vez concentró el foco de su investigación en indagar en los intereses de niños de tercer grado y ayudar a su hijo Miguel con las tareas de geografía de Rosario. Así escribió el primer borrador de tres historias de aventura y comenzó de manera espontánea en el ámbito familiar, algo que la sorprendió puertas afuera al percibir el interés que despertaba en niños entre 8 y 12 años, y luego su incorporación en el aula.
"Esta inquietud surgió ante el desinterés que percibía en mi hijo cuando debía enumerar o ubicar las instituciones de su barrio, esta actividad no llamaba su atención, aunque conociera los lugares. Entonces pensé en escribir algunos cuentos de aventuras en los que él y sus dos mejores amigos fueran los protagonistas, y algunos de estos lugares de Rosario el escenario de aquellas historias. Los personajes, incluso tienen la misma edad que tenían ellos en ese momento y en la versión original también llevaban sus nombres", repasa la investigadora de Conicet sobre cómo llegó a concretar su publicación.
Potencial. Pessino recuerda la insistencia que manifestaba su hijo para que publicara aquellos escritos: "Consulté esta posibilidad con Silvina Ross, quien encontró en las historias un potencial para enseñar geografía de Rosario en las escuelas, por eso también incluimos una serie de actividades para que el docente pueda trabajar el libro en el aula".
De este modo, Fundación Ross publicó a finales del año pasado Guardianes de Rosario, un libro que fue pensado y escrito originalmente para chicos de tercer grado, aunque su escritora lo recomienda para chicos hasta doce años, debido a la extensión de los textos y cierto grado de complejidad.
Lugares de Rosario. El libro relata las aventuras que viven tres niños, que deciden crear un club al que llaman Guardianes de Rosario, esta ocurrencia los lleva a visitar lugares emblemáticos de la ciudad. Con una actitud activa los guardianes se convierten en personajes que protegen el lugar donde viven, luchan contra fantasmas y también resuelven misterios. "La investigación continúa presente en los relatos infantiles", asegura la escritora con respecto a este desafío literario, influenciado en su niñez por los cuentos de María Elena Walsh y Oscar Wilde.
El Pasaje Pam, el Palacio Fuentes y el Bar El Cairo son algunos de los escenarios donde transcurren las historias, aquellos que descubrió la autora cuando se mudó a Rosario para comenzar sus estudios universitarios. "Me enamoré de la ciudad y cada cuento concentra su atención en un lugar en particular, que a su vez hace referencia a varias instituciones e historias de Rosario. La idea es incentivar la discusión y la curiosidad sobre distintos puntos de la ciudad", continúa la escritora y reconoce que tres cuentos no son suficientes para destacar los lugares emblemáticos y darle un sentido lógico a cada historia.
Su intención es completar una serie de nueve relatos relacionados con la geografía de Rosario a publicar en dos nuevos libros cuyos protagonistas seguirán siendo los Guardianes de Rosario.
Con los lectores. "Visitar las escuelas primarias y tomar contacto con los chicos fue una experiencia maravillosa y novedosa porque nunca antes había trabajado con niños tan pequeños, que me brindaron cariño y se divirtieron con el libro".
Entre los establecimientos educativos que visitó la escritora este año figuran la Escuela Argentina, República de Bolivia, San Bartolomé y Los Arrayanes. "Cada vez que me presento ante un grupo de chicos, planeo el modo de presentar el libro pero nunca llego a ese momento porque ellos ya trabajaron los cuentos y su ansiedad por preguntar enseguida propicia una conversación. Nada los inhibe a esa edad, por eso las preguntas surgen de manera espontánea, y lo curioso es que siempre les interesa saber cuánto tiempo le lleva al autor escribir su libro o el lugar donde se sentaba a crear su historia, para imaginar esta situación y ubicar los hechos en el tiempo y el espacio. También se interesan por conocer cómo fueron elegidos los nombres de los personajes", agrega la autora.
A través de los sentidos, los cuentos siempre cobran vida en el aula, los chicos pueden imaginar otros lugares y nuevas historias, y se animan a mostrar sus producciones y escribir algunos raps.
Trabajo colectivo. "Un libro es siempre un trabajo colectivo", dice y asume su inexperiencia en la educación de nivel primario. Sin embargo, con la ilustración en manos de Javier Armentano y la edición de los textos a cargo de la profesora Soledad Recaño, la investigadora comprobó que se puede contar una buena historia, teniendo en cuenta aquellos temas e inquietudes que giran en torno a los chicos.
"La imaginación y la fantasía se pueden fusionar con datos de la vida cotidiana y cautivar al lector de ocho años con una historia que lo identifique. A esta edad los chicos prefieren los relatos de terror, le gustan las mascotas y tratan de ser independientes en algunas cosas. También se divierten con las adivinanzas, las rimas y las canciones, por eso traté de incorporar algunos de estos recursos para crear historias hechas a su medida. Si se atreven a descubrir, crear cosas nuevas y buscar soluciones, también pueden estimular su imaginación y el hábito por la lectura", reflexiona.
Cuando la informática y la computación no dejan espacio ni tiempo para los libros, el desafío es doble: sorprender y enseñar.
"Se trata de no forzarlos a leer algo relacionado con nuestros intereses sino dejarlos que elijan de acuerdo a sus preferencias. Una alternativa es recorrer aquellas librerías que ofrecen variedad de libros y permiten hojear su contenido antes de comprarlos. Debemos esforzarnos por balancear las horas que pasan frente a una computadora con las pocas que le destinan a la lectura, ambas actividades son importantes y prepara a los chicos para habilidades diferentes", concluye Pessino.