Parece que al concejal arista Carlos Comi no le falta sentido del humor. El hombre que recientemente trascendió las fronteras con su proyecto de declarar al Carlito patrimonio cultural y gastronómico de la ciudad fue blanco por su iniciativa de críticas que le recordaban que acaso en este momento, más que preocuparse por los sándwiches de miga, debería dedicarse a mejorar el jaqueado sistema de transporte rosarino desde la comisión de Servicios Públicos del Concejo, de la cual es presidente. Al parecer “Carlito” no recibió con una sonrisa tales opiniones, aunque su reacción fue generosa: ayer llegó a la Redacción de este diario un paquete con cuatro carlitos dedicado “afectuosamente a los trabajadores de prensa de la sección Ciudad”. Todo muy bien, pero los problemas del transporte continúan. Lo mejor sería, acaso, que el hombre no se quedara tan “pancho”.
Una agenda ajetreada