La tele me depara una "pueblada sorpresa" casi por semana. Varía. Depende de cuántas veces por
semana me prenda al televisor.
Esta vez, fue en Godoy Cruz, Mendoza.
Parece que una barriada, varias decenas de vecinos, recibió a piedrazos un ómnibus oriundo de
Chile, precintado, supuestamente con un pasajero infectado de algo. Caso febril. Presunto cuadro de
gripe porcina, gripe A. Con otros 39 pasajeros obligados a hacerse algún tipo de análisis o de
guardar algún tipo de aislamiento.
La gente, parece, esgrimió el argumento -además del que no necesitaba que nadie explicara- de
que la semana pasada, creo que por una situación de vigilancia epidemiológica similar, se les
redujo la atención.
Pero, a ver ... que una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa.
De nuevo me dio espanto. Volví a preguntarme qué muro me aislaba de esa gente. Qué pedazo de
muro entre ellos y mi sensibilidad.
Yo quizás no entiendo mucho, pero seguro que, por esas injusticias de esta sociedad, miren
qué gentil que lo digo, ellos entienden menos. No me digan otra cosa, no me lo digan.
Es gente privada de cosas, de algún tipo o de todo tipo de cosas, por lo que vi diría que de
algunas, pero sobre todo privada de educación, en el sentido más amplio; de la más mínima
solidaridad, o de alguna cordura. Dios santo... Qué "colectivo", dirían los sociólogos.
De nuevo, ¿qué quieren que diga? Me quedé espantada.