La política argentina se ha subido por estos días a un nivel de violencia verbal inusitado. Desde asesinos mediáticos, balas de tintas destituyentes y cipayos delincuentes por un lado o diagnósticos médico de alteraciones mentales por televisión, desprecio por los muertos y comparaciones disparatadas con el gobierno de Isabel Perón por el otro, el clima de no diálogo que impera es preocupante. Habría que recordar que la palabra es el último dique a la acción de hecho y si este es el escenario dialéctico hay motivos para estar alertas.
En una reunión de representantes de las entidades bancarias el delirio de la discusión, cuando ya se hablaba en confianza, llegó de boca de un altísimo gerente de una compañía nacional al puntear el orden sucesorio presidencial y llenar de elogios a Ricardo Lorenzetti. Es cierto que el presidente de la Corte dio una clase de republicanismo esta semana cuando interpeló con idéntica precisión a los abogados de Clarín y del gobierno sobre la ley de medios. Hizo hasta casi olvidar que la Justicia tiene una deuda de 4 años con el tema y que la sentencia que recaiga sobre la norma pondrá el color definitivo al humor presidencial en los dos años que quedan de gobierno.
“No hay la menor posibilidad de helicóptero anticipado en un gobierno peronista”, graficó con su lucidez habitual Jorge Asís. “Pero a muchos les encantaría”, quiso ser gracioso sin provocar nada más que sorpresa entre los que lo escuchaban el mismo representante de los bancos en la reunión referida. Esto es también obra el proceso de dogmatización sin grises con el que el kirchnerismo construyó poder en esta década. Hoy la política, aunque la generalización sea injusta, es a todo o nada y eso incluye atropellar las reglas de la convivencia y la alternancia respetuosa de los plazos. El periodismo que la analiza, también haciendo reserva de este injusto englobarlo, se quiere presentar como la existencia de dos únicos grupos enfrentados: el de los embanderaros militantes a cualquier precio (lo del precio no es metáfora) y el de los descalificadores de todo sin el menor reparo (tampoco aquí hay metáfora). A esto se le agrega un irritante condimento de egolatría de algunos que transformaron el oficio en una vanidosa primera persona del singular postergando a tercer plano la rigurosidad de lo que se cuenta o analiza. La historia premiará a los que sepan apartarse de esa falsa y alucinada confrontación sosteniendo el trabajo con argumentos, principios y reconocimiento de errores si los hubiera.
La Presidente recibió tres días después de su derrota en las primarias abiertas un trabajo de encuestador con nombre y apellido propio de emperadores romanos en el que se diagnostican los motivos del resultado adverso. En un focus group de alcance nacional, los tres pilares del no voto al FPV se resumen en inseguridad, inestabilidad económica y alarma por la corrupción. “No te equivoques”, le dice a este cronista el analista de campo de este sondeo. “La corrupción aparece ahora por culpa de los dos primeros factores. Si no, es clásica la vista gorda del que cuenta con dinero en el bolsillo y no tiene miedo en las calles”, concluye.
En este mismo trabajo es interesante remarcar que la inestabilidad económica se subdivide en preocupación por la inflación, pérdida de ingresos por el impuesto a las ganancias y temor a no conservar las fuentes de trabajo. Será por eso que la presidente apuró la creación de un consejo de seguridad primero y luego obligó a trabajar día y noche a sus autoridades económicas preferidas (Etchegaray, Kicillof y Diego Bossio) para anunciar la rebaja del impuesto a los ingresos de los que trabajan en relación de dependencia. Quizá en los próximos días, siguiendo con esta línea de acción, se anuncie un nuevo y maquillado índice provisorio que mida la inflación para ver si se atenúa la indignación que crean los números que da el INDEC cada mes. “No sé si los anuncios no llegan tarde”, explica el mismo consultor. “La suerte electoral parece echada”, agrega.
Santa Fe y el resto. “Binner es incombustible. Obeid no encuentra el norte y Del Sel sigue siendo un misterio”. El mismo trabajo de focus group que fue analizado por la presidente contiene apuntes de los distritos más importantes del país. Nuestra provincia repartirá 9 cargos legislativos y los analistas de Casa Rosada creen que el Frente Progresista puede pensar hoy, con razonable legitimidad, quedarse con 5. “El trabajo del FPV debería enfocarse en horadar los votos del PRO y no los de Hermes que está muy sólido y cristalizado”, explica este analista contratado por el gobierno nacional. En una campaña “normal” no debería ser difícil exhibir las debilidades del actor ex Midachi ya que él sigue insistiendo en mostrarse como un hombre de corazón pero desconocedor de la política puntual. Impactó verlo no tener ni una frase de ocasión cuando fue consultado sobre la reapertura del canje o del decreto de impuestos a las ganancias, temas que le serán propios en poco tiempo. Sin embargo, su imagen cercana al ciudadano común parece beneficiarlo todavía y esto hace que Jorge Obeid siga tercero. A propósito: de ganar su escaño el ex gobernador, ¿asumirá su cargo o hará realidad la tantas veces meneada versión de una embajada en Cuba?
Mendoza será con más margen de votos para Julio Cobos que sueña con la candidatura para el 2015. Córdoba es una catástrofe doble: De la Sota se impondrá con sus hombres y la ex rectora de la universidad Carolina Scotto puede quedar más atrás con la sigla del FPV. Capital Federal arrojará alegrías a dos mujeres: Elisa Carrió, quien no piensa dejar de hablar de huracanes y de soluciones bíblicas, y Gabriela Michetti, acunada por muchos votos que le permiten disputar criterios políticos hasta con Mauricio Macri con quien no tiene la mejor relación. ¿Gaby 2015? No hay porqué descartarlo. La provincia de Buenos Aires sigue crujiendo en todos los sectores. Hugo Moyano ya se sienta con Sergio Massa en mesas que de sociales no tienen nada y a través de hombres de confianza de ambos que saben conservar el bajo perfil. Francisco de Narváez lo sabe y está furioso. El intendente de Tigre muestra sus primeras poses de estrella de la política y ya no atiende con tanta facilidad el teléfono de quien lo consulta. ¿Y Martín Insaurralde? El candidato oficialista sabe que se encamina a otra derrota y espera amortiguarla estando más alejado de Cristina Kirchner y más cerca de Daniel Scioli. A propósito: para el gobernador de esa provincia, febrero será su mes D. Ahí, en lo personal, irá por todo.
Por todo esto surge el enojo presidencial y el envalentonamiento de los que se sintieron despreciados por esta gestión en los últimos 10 años. Nada, absolutamente nada de esto, justifica el tenor de violencia verbal que se usa. Si es por rencor ante el resultado o por lo padecido, es de un egoísmo casi patológico. Si es otra cosa, deberíamos preocuparnos y mucho.