Por Diego Veiga
El anuncio oficial del desembarco del rally Dakar en Rosario en los primeros días de 2014 logró insuflar oxígeno en la administración Fein. Y no es para menos. Se trata de una competencia que hará que los ojos del mundo se posen en la ciudad y la oportunidad de mostrarse en esa gran vidriera no se debe desaprovechar.
El anuncio dejó bastante tela para cortar. El ministro de Turismo de la Nación, Enrique Meyer, llegó a la ciudad y la circunstancia le vino como anillo al dedo al diputado nacional Agustín Rossi para dejar en claro que no se discrimina a Rosario a la hora de anunciar obras. De paso, el Chivo aprovechó para enviarle un mensaje por elevación al gobernador, quien se había quejado de la poca sintonía con el gobierno nacional.
Pero si bien la intendenta Mónica Fein se mostró sonriente para las fotos, no se privó de remarcar que mientras varios millones de la administración K llegan a la vecina Granadero Baigorria (reducto del Frente para la Victoria) a Rosario apenas bajan $700 mil para hacer reformas en el Monumento y se sigue demorando la firma de un convenio para realizar obras cloacales. Pasándolo en limpio, ¿hay tanta buena sintonía entre el gobierno nacional y la ciudad?
A media semana, en tanto, la policía local sumó otro hecho descalificador al arrestar a un vendedor ambulante y un periodista que intentó evitar que lo maltrataran. La acción desmedida hasta tuvo una inédita justificación por parte del secretario de Seguridad de la provincia, Matías Drivet, que sigue sumando cuestionamientos a cada paso.
El cierre de una semana agitada llegó de la mano del padre Ignacio. El carismático sacerdote congregó el viernes a una multitud en el barrio Rucci y un día antes logró que el mismísimo senador nacional Carlos Reutemann rompiera su silencio habitual y hablara con él en un programa de TV que lo tuvo como conductor. El mismo en el que la intendenta contó que llegó a la política al ver en la Iglesia la gente que sufría. Grandes revelaciones en estas Pascuas matizadas por el efecto Francisco.
La interna socialista, en tanto, volvió a hacer eclosión. Las críticas dolieron aún más porque llegaron desde adentro. El presidente del Concejo, Miguel Zamarini, destacó la poca presencia del Estado municipal en los barrios y el ya lanzado candidato a concejal y actual secretario de Gobierno municipal, Fernando Asegurado, le respondió con dureza. Lo acusó de no tener contacto con la gente por estar mucho tiempo dentro del Concejo. Pero la crítica dolió, más si se tiene en cuenta quién es Zamarini. Un hombre que en plena crisis de 2001 fue secretario de Promoción Social del municipio, que caminó los barrios en épocas en que la mayoría de los políticos no podía asomarse a la puerta de sus casas. Pero los avatares de la política son impredecibles; de una candidatura a intendente bajó sin escalas a un incómodo quinto lugar de la lista de concejales y terminó entrando de milagro al Palacio Vasallo. Repuesto, supo conducir el Concejo por dos períodos consecutivos y desniveló votaciones en favor del PS gracias al doble voto que le habilita su condición de presidente. Pero hay opiniones que no se le perdonan, y Asegurado lo hizo morder el polvo. Las espinas de la rosa están a flor de piel. Antiguos aliados que ya no lo son se suman al desgaste. Como María Eugenia Schmuck, funcionaria municipal en el área de Producción en la gestión Lifschitz, convertida ahora en furibunda opositora.
Así las cosas, en el medio de un fin de semana pascual, el partido que gobierna Rosario desde hace más de dos décadas parece transitar su propio Vía Crucis.