Mito, adagio, folclore, creencia, o un poco de todo eso junto. La sentencia de que "en enero no
pasa nada" sale de boca de tacheros y comerciantes de los más diversos rubros; también de
periodistas, funcionarios, empleados públicos, de usted y de mí.
No pasa nada...
Empieza el año, cambio de agenda y almanaques. Nos quedan kilos de más después de las
malditas fiestas y nos ponemos algunas metas, las de siempre. Algunos cumplimos años. Capricornio y
acuario. El río baja, se seca. Hay menos mosquitos, pero esos pocos son inmensos. Vacaciones:
partida y regreso, fatal regreso. Cada vez cuesta más irse y volver...volver al trabajo que hoy
está y mañana no sé. Basta ver las caras de algunos colegas de acá, a pocas cuadras de este diario.
Lo dicen todo.
Inevitable recordar el 2001 y las partidas de algunos amigos. ¿Adónde ir ahora cuando en la
Madre Patria, menos maternal que nunca, hay 800 mil familias que tienen a todos sus miembros sin
trabajo?
Pero claro, no pasa nada, en enero no.
Cortes de luz y poca presión de agua. Guerra en la Franja de Gaza. Miles de muertos de un
lado, 13 del otro. Fósforo blanco. Alto el fuego y asume Obama. Aretha con su feo moño canta como
sólo lo hacen las diosas. Muchos rescatan lo símbólico, otros tantos hablan de esperanza. Mientras,
en Jujuy, un cura y un premio Nobel hacen huelga de hambre junto a otros tantos en protesta de la
pobreza extrema y la desnutrición infantil de la provincia (¿o habrá que decir "aquella" provincia
por lo lejos que está de acá?).
¿Es que no pasa nada o el problema es la proximidad? Habrá que ver. Los franceses hablan del
bendito kilómetro sentimental, algo así como que las cosas que pasan cerca son la verdadera
noticia. Entonces si la bomba no cayó en tu cama...aquí no pasó nada señores...
No lo creo.
Aunque estés lejos y sea enero, ahí estás.
Nacen unos, mueren otros y algunos reviven. Espasmódicos, en el primer mes del año, resurgen
de las cenizas. A veces hablan como productores del campo, casi nunca como legisladores, pero
ahora, en pleno enero vuelven a emitir sonidos presidenciables.
Es enero y como no podía ser de otro modo hace calor. Cómo no hablar o escribir del calor
(¿qué haríamos si no?). A algunos les baja la presión al recibir la boleta de la TGI con un 1.500%
de aumento y los servicios de siempre...en enero, cuando nada debía pasar.
Y como cada enero, con impiadosas temperaturas, siguen vigentes las colas para cobrar una
jubilación o vacunarse de la fiebre amarilla. Pero hay quienes la pasan peor y se pescan unas
lipotimias de padre y señor mío, mientras unos cuantos más hacemos lo que podemos con todo lo que
se nos pasa por la cabeza en enero, cuando nunca pasa nada.