"El 11 de agosto de 1995 el diario Clarín publicó una noticia en su página 37 titulada «Polémica por la muerte de una directora de una escuela en Trelew, tenía licencia por enfermedad». El sindicato docente afirmó que la obligaron a retornar al trabajo antes de tiempo. Al indagar en las causas de la licencia y posterior muerte se supo que, habiendo comenzado con una cefalea persistente, la directora sufrió un accidente cerebrovascular que la llevó al trágico final. Tenía antecedentes de hipertensión arterial". La cita es del libro "Salud y trabajo docente. Tramas del malestar en la escuela" (Kapelusz), de Deolidia Martínez, Iris Valle y Jorge Kohen. Un texto de consulta obligada, publicado en 1997 pero que mantiene plena vigencia.
El caso de esta directora de Trelew fue recordado estos días por uno de los autores del libro, Jorge Kohen, investigador de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y director de la carrera de medicina del trabajo, además de ser uno de los especialistas que más conoce de salud y trabajo docente. Fue a propósito de la tablita determinada por el Ministerio de Educación de Santa Fe y a la que ahora deben ajustarse las licencias médicas docentes.
Según esta tablita, en caso de "hipertensión esencial (primaria)" corresponden dos días, y en caso de "tos" como "una menstruación excesiva e irregular" un día. ¿Cómo se entiende que alguien pueda siquiera imaginar la posibilidad de regular el cuerpo de las mujeres, algo tan propio como singular?
Al ser entrevistado por el periodista Coco López en su programa en Radio Universidad ("Rompiendo Los Cocos"), Kohen recordó lo aberrante de la medida citando lo ocurrido con la directora chubutense. Es que de seguir lo que fija la tabla oficial, en caso de cefalea corresponde un día de licencia, más allá de los antecedentes que pueda tener la maestra o maestro, y del origen de ese malestar.
Si bien el subsecretario de Recursos Humanos de Educación, Pablo Fernández, había explicado a La Capital que con la tabla "no se recortan licencias" sino que se ordenan los pedidos, y que de ser necesario se podían tomar más días, lo real es que el proceso es tan burocrático y despersonalizado como perverso para quien padece una enfermedad.
Si la intención es controlar las posibles licencias truchas o los abusos, el Estado debe arbitrar las formas de control necesarias, pero no meter a todos en la misma bolsa y menos alimentar las permanentes sospechas de que "no quieren trabajar" que suelen recaer en el magisterio.
Al respecto, Kohen recordó algunos datos bien interesantes, como que el 50 por ciento de los docentes nunca falta y que lo que se denomina "fraude laboral" no supera el 10 por ciento de las licencias que se solicitan.
En 2007, cuando asumió el socialismo en la provincia, se proyectó un nuevo sistema para la atención de la salud laboral del magisterio y para el que se convocó a los especialistas en la materia de la Facultad de Ciencias Médicas (UNR), entre ellos Kohen. El médico trabajó hasta 2011, cuando debió retirarse por sus serias diferencias con la ministra de Educación de entonces, Elida Rasino.
De aquel trabajo no queda mucho. Hasta 2011 eran unos 80 los médicos que recorrían la provincia, no sólo auditando las licencias sino sumándolas a una investigación que mejorara las condiciones de trabajo.
La atención hoy se reduce a enviar los certificados médicos a una carga informática, donde ya no importa la palabra del profesional de la salud que diga cuál es el tiempo conveniente de reposo sino lo que indique la tablita.
"Desde Bondesío hasta acá, la tablita de enfermedades es lo peor que he visto en materia de salud laboral. El único objetivo es perseguir a los docentes", consideró el especialista, equiparando la actual medida del gobierno provincial a los tiempos del presentismo impuesto por el ministro de Carlos Reutemann. También vinculó esta decisión a las políticas de Cambiemos al recordar los discursos del 1° de mayo y del 9 de julio, donde el presidente Mauricio Macri habla una y otra vez de ausentismo y reducir las licencias. No son otras que políticas de ajuste, en las que los docentes son siempre un blanco preferido.