Desde bien tempranito del viernes 11 pasado, a solo un día de haber asumido el flamante presidente de la Nación Mauricio Macri, comenzó a circular la información de que "la ley federal de educación" aprobada durante el menemismo y que hizo estragos en la educación pública estaba vivita y coleando.
La afirmación no era ni un chiste de la oposición ni un error de interpretación de lectura. Cualquiera podía (y puede leerla) en el Boletín Oficial (boletinoficial.gob.ar) donde se da cuenta del decreto de necesidad y urgencia (13/2015) por el cual el actual jefe de Estado crea nuevos ministerios, entre ellos el de Educación y Deportes.
El artículo 23 referido a esta nueva cartera educativa dice que "compete al Ministerio de Educación y Deportes asistir al Presidente de la Nación y al Jefe de Gabinete de Ministros en orden a sus competencias, en todo lo inherente a la Educación, de conformidad a lo establecido por las Leyes Nros. 24.195, 24.521, el Pacto Federal Educativo (Ley N° 24.856) y a las demás leyes y reglamentaciones vigentes y que se dicten en consecuencia (…)."
La 24.195 que se menciona es la derogada ley federal de educación, reemplazada por la actual ley de educación nacional 26.206 aprobada en diciembre de 2006 y vigente en todo el país. La 24.521 es la referida a la educación superior, y que el 29 de octubre fue modificada para garantizar que la educación de este nivel sea gratuita, no pueda convertirse en un negocio y asegurar el ingreso sin restricciones para sus estudiantes. Y el Pacto Federal al que se alude fue el acuerdo para sostener y financiar la educación contemplada en la reforma educativa menemista. Vale recordar que en diciembre de 2005 se aprueba la ley de financiamiento educativo (26.075) que establece la meta de destinar el 6 por ciento del PBI a la educación, que hoy ya se supera.
Pero el decreto en cuestión también avanza y afirma que los objetivos de la política educativa a seguir son los que se enmarcan dentro de la ley federal de educación, abunda en conceptos y principios que respondieron a la reforma de los 90, y resucita, por ejemplo, la Red Federal de Formación Docente Continua, aquella capacitación que llenó al sistema educativo de un festival de cursos y jornadas de actualización, por supuesto pagas. Otro campo donde también la educación argentina se superó al aprobarse hace dos años en paritaria nacional la formación gratuita y en servicio para todos los educadores del país.
Para ese mismo viernes en que esta información generaba desconcierto y ganaba el espanto, el nuevo ministro de Educación de la Nación, Esteban Bullrich, había convocado a la primera paritaria del año a los cinco principales gremios docentes: la Confederación de Trabajadores de la Educación (Ctera), el Sindicato Argentino de Docentes Particulares (Sadop), la Confederación de Educadores Argentinos (CEA), la Unión de Docentes Argentinos (UDA) y la Asociación del Magisterio de la Enseñanza Técnica (Amet).
Cuando este llamado se conoció, todos interpretaron que era la primera medida de su gestión. Sin embargo, el deseo oficial de pasar a la historia por el gesto de este llamado duró muy poco. Dicen que, apenas arrancó la reunión, desde la Ctera le pidieron explicaciones por lo que se leía en el Boletín Oficial sobre la ley federal de educación y la omisión a la ley nacional vigente. Para sorpresa de todos, dicen que también Bullrich se desayunaba ahí de lo publicado.
Informado de la barbaridad, el ministro se apuró a asegurar que se trataba de un error y que sería subsanado en lo inmediato. Pero por las dudas que alguien se olvide de lo conversado, la mayor central de trabajadores de la educación argentina sacó un comunicado que expresa: "Ctera planteó al Ministro Esteban Bullrich en la audiencia de ayer, viernes 11 de diciembre, que el decreto de creación de la Ley de Ministerios en su artículo 23, omite mencionar la Ley Nacional de Educación. El reciente equipo educativo confirmó que era un error. Y que se iba a subsanar con urgencia. El lunes estaremos atentos a que la modificación se realice y sea publicada en el Boletín Oficial".
Todo indica que efectivamente se trató de un error de "copiar y pegar" un texto. Sin embargo, no es un lapsus de transcripción cualquiera. En primer lugar, esta acción del macrismo ya pasó al archivo como una grosería en materia de educación. Una pena, porque eso ya nadie lo borra.
En segundo lugar, deja la inquietud por la idoneidad de quienes asesoran a Bullrich: ¿cómo es posible que haya llegado a la primera reunión paritaria con los principales gremios docentes sin estar al tanto de esta grave equivocación? ¿Cómo es posible que quienes lo acompañan no puedan diferenciar una ley derogada de una vigente?
Y en tercer lugar: es un error que marca por lo menos desconocimiento (por no decir desprecio) acerca de cuánto se sabe de la historia política de la educación argentina, del funcionamiento de las instituciones de la democracia y de lo que se puede construir con diálogo y consenso en una república. Las actuales leyes que las rigen no salieron de un copy and paste, sino que son el resultado de largos e intensos debates democráticos, de horas de estudio e investigación y sobre todo de históricas luchas de maestras y maestros comprometidos con una educación pública de calidad.