Christopher Nolan se apropió del héroe encapuchado; lo diseñó taciturno, irónico y amargado, contrapuesto a aquella caricatura iniciática y naif para TV con el tierno Adam West y también alejado del ensayo dark de Tim Burton. El Caballero de la Noche es el héroe humanizado a la medida de la era post-11-09-01. Nadie mastica pochoclo en la sala, más bien el ambiente está para masticar vidrio molido. Es el mejor héroe (sí, un hombre vestido de murciélago impartiendo justicia y venganza) para reflejar la época: una Ciudad Gótica sin salida, la amenaza acechando en cada bocacalle como una lluvia de ácido, el terror siempre oscuro y barroso, y los habitantes, meros rehenes de la locura del villano de turno. Un mundo donde el caos y la violencia volvieron incompetentes a las fuerzas del orden público. Nolan parece decirnos: esto es lo que dejó tantos años de capitalismo salvaje aunque, después, la saga no es muy clara políticamente: ¿mejorar el sistema o derrumbarlo? Luego de la masacre en el cine de Denver, aparecieron varias opiniones que decían que la realidad supera la ficción (algo bastante obvio) pero sobre todo que "se inspira en ella", la cual suena a una conclusión muy tonta o demasiado interesada a fin de seguir justificando el estado de las cosas. Mejor decir nada más... y nada menos, que el mundo está mucho más enfermo de lo que cualquier película se proponga mostrar.