Daniel Tillería Pérez es profesor especializado en teatro, títeres y música. Desde el conocimiento que le ofrecen esas disciplinas más un trabajo de indagación pormenorizado sobre cómo los chicos se relacionan con la lectura, escribió el libro "Del Lenguaje a la lectura, de la lectura a la escritura y al mundo de las ideas. Aprendiendo a pensar" (Germinal Ediciones). Entre otras ideas, asegura que "el arte sigue siendo una puerta abierta a la lectura".
El libro se explaya sobre algunas consideraciones acerca de la lectura y los chicos, pero en especial en aportar estrategias para abordar de manera creativa la relación con los libros.
—¿Cómo surge la idea de hacer este libro?
—-Surge de la queja constante de escuchar decir que "los chicos no leen". Es un problema común en Latinoamérica, aunque cuando vemos a la Argentina nos damos cuenta que estamos mejor que en otros países. El problema es que están fallando las estrategias para acercar a los chicos a la lectura. Siempre se maneja la misma: se les entrega un libro y se les propone trabajar. Y hay que trabajar con los padres y docentes, esa es una de mis propuestas: que colaboren juntos. Hay que reconquistar a los padres para que trabajen junto a la escuela. Ni uno ni otros solos. La lectura es un problema de todos.
—A la hora de pensar en el trabajo docente sobre la lectura, ¿qué ve como falla común?
—La primera falla es que la lectura se inscribe en el área de lengua y literatura, es como que las otras áreas no tienen incumbencias. Pero todos trabajamos con la palabra escrita, por tanto es un problema de todos los docentes. Es necesario entonces que armemos proyectos articulados integradores.
—¿Es decir, se trata de pensar la lectura en tanto acceso al conocimiento?
—Totalmente. Y de no ser así, un montón de chicos seguirán quedando afuera del mismo. Actualmente la producción es tan grande, desde la ciencia, el arte, los cómics, que hay una invitación a leer de todo y a no quedarse con lo prescriptivo de pensar en un solo material.
— "Aprendiendo a pensar", dice una parte del título de su libro. ¿La lectura es considerada aquí como un puntapié para el pensamiento crítico?
—Uno de los más grandes ejercicios del pensamiento humano es la lectura y la escritura. Al juntar una y otra el chico empieza a mirar el mundo de manera diferente, no se encierra en la creencia sino que comienza a cotejar información. Eso hace falta en la escuela: que el chico busque, mire por sí mismos para que aprenda a pensar.
—¿No cree que a veces se les demanda a los chicos hacer lo que los adultos no hacen, es decir leer?
—Sí, y lo más grave es que lo veo en los docentes. Les dicen "chicos lean", pero el alumno nunca los ve leyendo. Sí cuidando el recreo, pero no con un libro en la mano. O bien los padres que prefieren otro tipo de entretenimiento al libro. Creo que en este momento hay una buena producción, la Argentina es uno de los países que tiene los libros más baratos, donde no paga IVA como en otros. El libro está en cualquier parte, hay que aprovechar eso.
—¿Qué lugar tienen aquí las nuevas tecnologías?
—Se pensó en un momento que nos iban a salvar en el aula, pero resultaron un arma de doble filo: no se aprendió a leer más ni a trabajar con la computadora en clase todavía. Y no se trata de estar en contra de las mismas, sino verlas como un complemento, para que en forma colaborativa se las use en el rescate de los textos.
—Como profesor de teatro y títeres, ¿no cree que no es un terreno aún no tan aprovechado en la escuela?
—Es verdad. Sin embargo con los títeres los chicos pueden ir al libro y relatar luego con diferentes técnicas. Hay que fomentar la curiosidad buscando nuevos textos. También entran en estas estrategias otros ejemplos, como el teatro de sombras. Siempre se puede trabajar con otras disiciplinas, sin olvidar que el arte sigue siendo una puerta abierta a la lectura, y que todas las disciplinas artísticas ayudan a la misma.