Según el diccionario de la Real Academia Española (RAE), el temperamento es el carácter o la manera de ser o de reaccionar de las personas. Por lo que he leído, el carácter o temple de un ser humano es la relación entre mecanismos síquicos y neurológicos, es decir, un tema para especialistas. Pero de manera sencilla, puede decirse que así como el temple del acero depende de la concentración de carbono y otros componentes propios de cada aleación, el temple de las personas tiene que ver con diversos aspectos. Aunque es una cuestión objeto de permanentes investigaciones y discusiones, los expertos estiman que la genética influye en un 60 % para determinar la personalidad de un individuo. Lo cierto e indiscutible es que ante circunstancias parecidas que plantea la vida, no todas las personas reaccionan igual; esa reacción será dictada por el carácter que los diferencie. La existencia es una compleja trama confeccionada por luces y sombras, éxitos y fracasos, alegrías y amarguras; una trama que pone a prueba el carácter de la gente. En los éxitos y la fama unos "se marean" y se tornan arrogantes y vanidosos, mientras que otros se comportan con humildad. Las adversidades tienen un menú de contingencias en las que figuran problemas sentimentales, laborales y deportivos, así como las pérdidas de amigos y parientes. Están quienes las sobrellevan con entereza, y los que caen en el desaliento y hasta en la más profunda depresión. En la historia argentina y del mundo, hay infinidad de ejemplos acerca del carácter de ilustres personajes. Por citar sólo algunos quiero nombrar a San Martín, Güemes, Lamadrid y Juana Azurduy como personas con temple guerrero. Belgrano manifestó un carácter múltiple: militar, político, revolucionario y diplomático. Moreno y Alberdi hicieron gala de un firme carácter político. Por su parte, René Favaloro, Alfonsina Storni, Horacio Quiroga, Leopoldo Lugones, Leandro N. Alem y Lisandro de la Torre, representan a aquellos cuyo temple no les permitió vencer la injusticia y la adversidad, resultando finalmente víctimas del suicidio. En el sitio "La inteligencia del corazón", puede leerse que "en este mundo actual lo determinante para triunfar es el carácter y no exactamente el conocimiento, como muchos podemos creer. Tener temple, salir de fracasos adecuadamente, hacer de los fracasos un desafío y no una tragedia es lo importante". No estoy de acuerdo con subestimar el conocimiento, pero transcribo ese párrafo para señalar la importancia que algunos le asignan al carácter. En general, siempre se pensó que esa manifestación del interior humano era inmodificable a partir de la tercera década de vida; pero nuevos estudios han demostrado que esa característica humana puede cambiar de manera ostensible. En ese sentido, el tratamiento psicológico puede ayudar sensiblemente para mejorar el temperamento. En fin; todos tenemos nuestro carácter que si es alegre, emprendedor, responsable, generoso y férreo ante la adversidad, puede hacernos la vida más agradable.
Felicito a los miembros de la Asociación Amigos del Riel por haber restaurado un tranvía de los que circulaban por Rosario, y por hacerlo rodar algunos feriados por la avenida Wheelwright. Es un trabajo excelente. El domingo pasado viví la experiencia de volver a la niñez por un rato. El coche está perfecto, el trato de los que lo manejan uniformados de época muy bueno, y además el viaje es gratuito. Pero lo único que se puede criticar es que el color exterior del coche no sea el de los tranvías rosarinos. Los que íbamos al colegio en ellos recordamos perfectamente que su color era un crema amarillento, bastante diferente al de esta restauración, como también se puede comprobar en fotos de época. Creo que es un detalle que deberían subsanar en el futuro, ya que refiere a la memoria de la ciudad. Muy atentamente.
Alberto Bruno
DNI 8.284.072
Peor el remedio que la enfermedad
Las políticas de exclusión social de Cambiemos han deteriorado las condiciones de vida de los sectores populares resintiendo su salud. Como "remedio para esta enfermedad", el ministro Frigerio propone reducir el número de trabajadores de la Salud Pública del Municipio, cual figurita de cambio para que lleguen fondos adeudados por coparticipación. No sorprende semejante despropósito, pero alarma. El sistema de Salud Pública municipal rosarino es un complejo y eficaz labrado institucional producto de la decisión política del gobierno socialista a comienzos de los 90 para hacer frente a las nefastas consecuencias de aquella fatídica década. El mismo se conformó, se sostuvo y se sostiene a partir del compromiso de los trabajadores siguiendo el legado y ejemplo de dos grandes pioneras: las doctoras Ena Rechiger y Débora Ferrandini. Frigerio pertenece a una fuerza política que gobierna la Caba desde hace años. Su sistema de Salud Pública es el contraejemplo del nuestro: carece de primer nivel de atención (Centros de Salud) organizado, hospitales dispersos sin criterio de trabajo en red, entreo otras cuestiones. Total ineficiencia en la ejecución presupuestaria. Indudablemente en Rosario no necesitamos "recortes" de personal sino readecuarnos para enfrentar las secuelas de esta nueva oleada neoliberal. Las prioridades son dos: 1- Unificar los dos subsectores públicos –provincial y municipal– compartiendo una misión consensuada para ofrecer servicios simétricos y complementarios. Ganaríamos eficacia y eficiencia. Los trabajadores y usuarios nos ahorraríamos múltiples conflictos. 2 - Mayor concentración de recursos en el territorio: en los barrios donde transcurren las situaciones de mayor riesgo. Urge descentralizar recursos técnicos y profesionales de distintas disciplinas de ambas administraciones. Lo hecho constituye un invalorable capital de experiencia y conocimientos que habilitan dar un paso más. Es cuantioso y valioso pero hoy ya no alcanza. Hay que superarlo. Obrar como en los 90, pues ha regresado el mismo contexto.
Marcelo Borgna
Médico de Atención Primaria municipal
Policlínico San Martín
DNI 14.558.021
Si hay miseria que no se note
Ese dicho popular resume perfectamente el pensamiento kirchnerista durante su gestión: ocultar miserias para que nada se note ni nadie sospeche. Fue un error garrafal de su parte. Las miserias (especialmente las humanas) son como el sol: siempre estarán. Desoímos las voces que nos recomendaban prudencia y así caímos en la trampa que nos tienden aquellos que prometen para no cumplir. Presentíamos que es imposible vivir "de upa" en un país devastado, desfondado y mal mirado, pero más nos gustaba seguir adelante sin darle mucha trascendencia a lo que sucedía. Acompañamos el modelo populista porque fue un sistema que ofertaba vida fácil, sin ajustes tarifarios, todo se subsidiaba, ignorábamos índices de inflación, desocupación y pobreza, sin obligación laboral ni educativa, con posibilidades de ingresar al numeroso plantel estatal bien remunerado y que nada exigía a cambio. Luego, apareció gente convencida de que ese bienestar gratuito (para que nada se note ni nadie sospeche) era el telón que ocultaba a sus espaldas otro pantagruélico banquete. Recordamos el concepto americano: "el gobierno no puede entregar nada a nadie sino se lo quitó a otra persona. Cuando esta persona se convence de que no vale la pena trabajar para que otro se lleve su esfuerzo, eso es el fin de toda nación porque la riqueza no se multiplica dividiéndola". Descorrimos el telón y apareció el banquetazo: corruptores con corruptos, vendedores de voluntades transando con los compradores, jueces y policía, ambos pagados por sus contertulios delincuentes y narcotraficantes, fuerzas de choque con barras bravas, sindicalistas y punteros políticos, usufructuadores de planes para viviendas inconclusas y mal edificadas, rangos ministeriales pagando anticipadamente obras soprepreciadas y sin construir, rápido blanqueo de esas fortunas mal habidas. Afortunadamente, nuestro pueblo vio que la situación no daba para más y derrotó a las miserias humanas de la anterior gestión. La actualidad nos indica que debemos derrotar a la miseria material que ahora sacude al grueso de los habitantes. Esperemos consensuar para salir adelante con la miseria en descenso.
Rubén Mario Baremberg
DNI 6.012.531
Para cortar las cadenas
¿Quién aún no gritó y no se unió a la proclamación? Existen muchos en la patria que no se juegan por entero, para cortar las cadenas que nos hieren con óxido de sumisión. ¡Quién aún no gritó las verdades necesarias para espantar la mentira que enferma a la Nación! ¡Quién aún no levantó su voz en el amplió salón, para desenmascarar al ladrón que nos saquea mientras nos vende su falsa pasión! No son 29 congresales los únicos que debieron hacer parir a la patria. Fueron miles de patriotas, miles de héroes anónimos que hicieron el cimiento cuando era agreste el sol. ¡Quién aun no gritó la proclamación! ¡Quién aún no ofreció sus manos para construir un país republicano y justo. donde cada habitante no sea afectado por el humo! Quedan en el aire gritos, juras y verdades. Quedan escrita muchas páginas de la historia argentina con valentías y calamidades. ¡Quién vive en este suelo y aún no se jugó por entero! Para que de nuestro país se destierre el fanatismo y la avaricia con el golpe más certero. Sin tu grito, sin mi testimonio, sin el aporte de todos, la Argentina será un país con un mástil alto, pero con su bandera y sus habitantes embarrados en el lodo.
Miguel Faes
Antes de opinar hay que informarse (III)
Si bien es cierto que no soy un erudito en temas gauchescos, sí le puedo responder al señor Alejo Uribe, quién defiende la realización de jineteadas, con lo que yo estoy totalmente en desacuerdo. La "reglamentación de los concursos de jineteadas de potros reservados", en el capítulo V "de los jinetes", en el apartado C dice: "quedará descalificado en el acto el jinete que castigue al potro en la cabeza". ¿Con esto significa que al potro se lo puede castigar en otros lugares? Con respecto a las espuelas, que son de rodajas libres y pinchos mochos en algunas categorías y en otra cinco pinchos agudos (crina), no dejan de ser un sufrimiento para el animal. Para no seguir polemizando diré que opiné y opino con fundamentos, porque conozco el sufrimiento de esos animales. Para finalizar debo confesar que admiro la doma natural o doma sin violencia, pero desgraciadamente para muchos no es negocio.
Alberto Rapado