“Esto es simple, un haz de luz sobre un papel sensible, tan sensible como la piel”, explicó una de las integrantes del grupo Camarón a los siete voluntarios que minutos antes habían aceptado la invitación para participar de un proyecto de creación de una fotografía colectiva. Antes, un par de horas antes, había comenzado la instalación de una cámara estenopeica desmontable de dos por cuatro metros, en el cruce de las peatonales Córdoba y San Martín. El propósito: lograr una imagen colectiva de esa tradicional esquina compuesta por múltiples fragmentos tomados desde esa cámara gigante. Los autores: voluntarios que ingresaron al corazón de la cámara para encuadrar, tomar la imagen y participar del mágico proceso de revelado.
Justo cuando los hábitos culturales parecen imponer las autofotos, selfies, es que el proyecto Camarón toma mayor significado. “Camarón es una iniciativa que nace en la ciudad de Rosario como un proyecto itinerante que busca resignificar el vínculo de las comunidades con el mundo de la fotografía, a partir de la generación de espacios de transformación social que apunten a la producción colectiva de imágenes. Nos preguntamos por el hacer fotográfico como verbo, como acción, como práctica sociopolítica que alimenta la construcción colectiva de memoria”, explican los integrantes del grupo surgido en 2011.
El dispositivo móvil creado por Camarón se asemeja a una típica cámara estenopeica, pero sus dimensiones permiten que la gente ingrese al corazón del dispositivo y pueda ver el proceso desde el interior de la cámara.
La estructura montada el pasado sábado 9 en el cruce de las peatonales permitía en el interior visualizar la imagen del exterior de manera invertida como resultado natural del proceso físico propio de la cámara oscura. Los participantes fueron invitados a observar esa imagen y a elegir sobre ella un fragmento y encuadrarlo. Un pequeño cartón hizo las veces de papel fotográfico y con un marcador se señaló el fragmento.
Afuera, el típico ir y venir de gente, militantes de partidos políticos haciendo campaña, integrantes de protectoras de animales con su tradicional “parada” de los sábados y una banda de covers. Algo de ese paisaje se colaba en la imagen junto a los edificios, la hamburguesería y la sedería con su logo de la torre parisina. “Yo elijo este, pero lo voy a rotar un poco”, dijo Graciela, integrante de una ONG que se sumó a la propuesta. Los fragmentos debían tocarse en algún punto para cubrir todo el espacio. Gracias a un marcador, quedaron dibujados sobre la imagen reflejada. Luego, llegaría el momento de reemplazar el cartón por el papel sensible, el ingreso de la luz haría el resto.
Uno a uno los integrantes del grupo fueron pasando, mientras alguien explicó el proceso. El tiempo justo de exposición, luego a la gaveta de revelado, después el fijador y el negativo quedó listo para poder salir al exterior donde fue enjuagado con especial cuidado.
Y así, desde las 10 y hasta las 14 de un sábado soleado, fueron pasando los grupos y creando sus propias imágenes. Casi 60 personas participaron de la experiencia. Luego, los organizadores editarán en forma digital los fragmentos obtenidos y el próximo sábado 23 se publicará la foto colectiva a través de distintas redes sociales (Facebook, Twitter, Youtube) bajo el nombre de camarón, con el hashtag #CamaronEnPeatonales o #CamaronObraColectiva.
El inicio. El proyecto comenzó a gestarse en 2011. Soledad Fontana (arquitecta), Santiago Rocca (fotógrafo), Germán Aponosovich (fotógrafo y realizador audiovisual), Andrés Macera (reportero gráfico), Cecilia Presigiovanni (docente y fotógrafa), María Laura Pastorino (fotógrafa), Virginia Mazza (comunicadora social) y Lisandro Bella (licenciado en bellas artes) integran Camarón. La precuela de la experiencia fue un taller dictado por Norberto Puzzolo.
“Cada uno de nosotros venía de distintos lugares y experiencias colectivas y territoriales alrededor de la fotografía y otras prácticas”, explica, en diálogo con Más, Germán Aponosovich. “La idea de encarar un trabajo conjunto se fue gestando a lo largo de dos años de ese taller. Queríamos que fuera colectivo entre nosotros y también colectivo hacia afuera. El hecho de que tuviéramos experiencias diferentes otorgó diversidad en los ejes que nos propusimos trabajar”, detalla.
La posibilidad de trabajar en fotografía colectiva parece inscribirse a contramano de las tendencias, tanto por la ya cotidiana selfie como por la fotografía de autor. El espíritu de época se muestra alejado de lo que plantea Camarón. “El interés sobre la fotografía colectiva pasa por involucrar a las personas en la construcción de memoria, no tanto de la experiencia en sí o de la foto que se construye, sino sobre lo que la vivencia de un momento compartido dispara a cada uno respecto del lugar donde se encuentra, las personas con quienes comparte y, por qué no, lo que se está fotografiando en ese momento, los recuerdos que puede traer, la sorpresa de una visión nueva”, dice Aponosovich.
Camarón se referencia en diversos colectivos: Grupo de Arte de Vanguardia (Rosario), Asociación de Fotógrafos Independientes (Chile) y Movimiento Argentino de Fotógrafxs Independientes Autoconvocadxs (Mafia), entre otros. Y a nivel individual en trabajos de Miguel Chikaoka (Brasil), Abelardo Morell (nació en Cuba, luego migró a EEUU) y David Hockney (Inglaterra), por citar sólo algunos.
Con su propuesta de fotografía estenopeica colectiva Camarón trabajó junto a niños y adolescentes del Centro Municipal de Distrito Noroeste; también en Cabín 9, en articulación con el Programa Andrés en Rosario y talleres de salud comunitaria. Invitados por la XI Bienal Argentina de Fotografía Documental en Tucumán, realizaron una actividad similar a la llevada adelante en las peatonales rosarinas pero en el centro de la ciudad de Tucumán. Han participado en el Programa Jóvenes y Memoria y fueron invitados al encuentro Larga Distancia en el Centro Cultural de Memoria Haroldo Conti, de Buenos Aires.
Tras la experiencia que cada grupo realizó en las peatonales rosarinas, los integrantes de Camarón invitaban a los participantes a dejar sus testimonios. Aponosovich cuenta que “la gente se enganchó mucho, se mostró sorprendida por algunas cuestiones, como la visión de la imagen dentro de la cámara oscura o el proceso de revelado y sobre todo se entusiasmó con el hecho de generar entre varios una imagen”.
“Las actividades que hemos realizado han sido en lugares muy diferentes y siempre nos encontramos con personas a quienes les surge algún recuerdo y que experimentan diferentes sensaciones —describe el fotógrafo—. Por ejemplo, cuando trabajamos con retratos, la imagen de la persona vista desde adentro de la cámara genera siempre una sensación muy fuerte, resulta una imagen muy real, pero que está patas arriba”.
Los múltiples fragmentos obtenidos en la jornada de trabajo en Rosario son parte, ahora, de una imagen completa y colectiva. “Esa imagen es ya un documento de memoria que forma parte de un archivo. Ese archivo se compone también de múltiples registros que se generan durante la actividad de Camarón. Todos estos fragmentos forman la obra colectiva”, resume Aponosovich. Obra que se inscribirá en la sensible piel de la ciudad, esa que a veces se hiere y otras, se ama.