Cómo avanzar en la construcción de la Patria Grande desde la educación superior es el interrogante sobre el que giraron los discursos iniciales del Seminario Regional Unasur "Calidad, equidad y financiamiento de la educación superior", el primero en darse luego de la firma del tratado, y que tuvo como escenario a la Universidad Nacional de Rosario (UNR). La meta era acordar una declaración que defienda la educación superior como un bien público, no comerciable y un derecho humano universal, además de avanzar en el terreno de cuestiones más específicas como son la movilidad de estudiantes y profesores, y el ejercicio de los graduados, entre otros temas prioritarios.
El miércoles pasado, el Espacio Cultural Universitario de la UNR recientemente inaugurado en el ex edificio del Banco Nación estaba colmado de rectores, decanos, investigadores, docentes y estudiantes, entre otros invitados de la Argentina, y los países integrantes de la Unasur. Y fue justamente el ministro de Educación de la Nación, Alberto Sileoni, quien en el acto de apertura celebró que ese "espacio emblemático" haya sido recuperado y "pertenezca a la universidad pública", "en especial en una ciudad con tanta cultura como Rosario".
Declaración. Sileoni enseguida se metió de lleno con su disertación que terminaría reiterando la postura de acompañar una declaración regional que se promulgue por concebir a la "educación como un bien público y un derecho humano universal". Declaración que al cierre de la edición de este suplemento estaba en pleno debate y redacción final.
Para ampliar la idea mencionó el artículo segundo de la ley de educación nacional que define a educación "como un derecho personal y social que debe ser garantizado por el Estado". Y recordó —sin nombrarlo— las declaraciones del mandatario chileno, Sebastián Piñera, de que "la formación superior es cara, y de que alguien debe pagar por ella", para advertir: "Nosotros decimos que en Argentina paga el Estado, porque hemos tomado la decisión de que más jóvenes puedan ir a la universidad".
Antes, el ministro había contextualizado el tiempo en que se daba el foro: "Este seminario se da un gran momento de recuperación de los Estados". Rememoró entonces a los festejos del Bicentenario con la presencia de los mandatarios latinoamericanos, el rechazo al Alca, el acompañamiento a Evo Morales en la construcción del Estado plurinacional, el apoyo al presidente Rafael Correa en un momento de tensión política y "el cariño recibido de los países latinoamericanos en el reclamo por Malvinas".
"Nosotros preferimos estar acá", remarcó para diferenciarse de los tiempos del neoliberalismo y de aquellos que extrañan las visitas de las agencias multilaterales. "Esto no es estar fuera del mundo, sino en una patria situada en Latinoamérica, nacional, popular y federal", dijo y abundó: "Es un gran momento de recuperación del Estado, de derechos y de la política para dirimir las diferencias".
Y para no dejar dudas de los desafíos que la Argentina asumió seguir enfrentando para integrarse a la región citó al historiador Jorge Abelardo Ramos: "Somos un país porque no pudimos integrar una nación y fuimos argentinos porque fracasamos en ser latinoamericanos. Aquí se encierra todo nuestro drama y la clave de la revolución que vendrá".
Autoestima. Sileoni consideró que si se ha avanzado en materia de educación y en reconocerse como naciones libres y autónomas, mucho tiene que ver en "que estos pueblos recuperamos la autoestima al resolver los problemas en casa" y no ya en esperar recetas de los organismos económicos extranjeros que dijeran qué hacer en materia educativa, por ejemplo.
Repasó entonces el logro de haber llevado el PBI destinado a la educación del 3 al 6,4 por ciento, la creación de 9 nuevas universidades, entre otros datos que indican que "la educación está en el centro de las políticas públicas". Y respecto de los desafíos que le quedan a la universidad argentina dijo: "Por supuesto que necesitamos poetas, psicólogos, pero también muchos ingenieros". Abogó además por debatir el concepto de calidad de los aprendizajes y reclamó un "ejercicio responsable de la autonomía universitaria".
Al final, manifestó: "Tenemos políticas ambiciosas. No queremos luchar más por separado, debemos luchar juntos por una mejor educación universitaria, y una mejor democracia".
El sueño. Antes de la disertación de Sileoni, el secretario de Políticas Universitarias de la Nación, Martín Gill, también había advertido que a la luz del Mercosur, la Unasur y la Celac era posible ahora comprobar "cómo el sueño de Patria Grande comenzaba a concretarse".
El joven abogado repasó cómo se fueron "sustituyendo aquellos procesos de los 80 y 90 donde la motivación pasaba por conceptos de «intercambio» en lugar de «integración», de «economía» en lugar de «política»". Y trajo al foro repleto de educadores y especialistas en la materia "los sueños emancipadores de San Martín y Bolívar" para preguntar: "¿Frente a este escenario qué rol debe cumplir la educación superior?
Camino. Dijo entonces que ésta "debe responder a la iniciativa de integración continental". Ubicó a "este camino de la integración latinoamericana" como el horizonte. "Vivimos en una región con diferencias, el acceso a la universidad no es igual en un país que en otro. Hay distintas miradas sobre la intervención del Estado, y los procesos de calidad y financiamiento muestran distintas concepciones", dijo y propuso "buscar metas compartidas indispensables". "La construcción de propuestas académicas —agregó— necesitan aunar ideas para avanzar en integración. Para eso hay que crear un espacio de la educación superior que respete lo propio de cada país, sobre la diversidad regional".
Al final, consideró "imperioso pasar de un espacio de promoción de la educación superior en el continente a uno de institucionalización", además de ratificar la decisión de "concebir a la educación superior no como un bien comerciable sino como un derecho humano y una obligación del Estado".