—Ayer, tomando un café con un amigo, me dijo algo muy ocurrente y que encierra, en el fondo, una verdad muy grande.
Por Candi II
—Ayer, tomando un café con un amigo, me dijo algo muy ocurrente y que encierra, en el fondo, una verdad muy grande.
—¿Qué le dijo su amigo, Candi?
—"¡¿Pero qué le pasa a la gente? ¿Está loca? ¡Aquí hay que rociar, hay que fumigar el ambiente con Valium!"
—Razón no le falta, hay mucha gente enojada, airada, fuera de sí, con actitudes incomprensibles. Los chicos dicen de este tipo de personas: "Se les salió la cadena".
—Creo que esto es el efecto de las circunstancias que enmarcan a la vida de cada uno. No están ausentes, por supuesto, los problemas sociales. Por ejemplo: un ama de casa regresa del supermercado espantada por el precio de la papa o de cualquier otra hortaliza. Se le ponen los pelos de punta cuando le dicen que un pedazo de carne de vaca vieja cuesta un cofre de oro y encima debe aguantar que se cortó la energía y tiene que subir cinco pisos por la escalera. Cuando llega al departamento, encuentra que por debajo de la puerta el portero le deslizó la nueva factura de la tasa.
—Y mientras tanto el esposo fue a cobrar el sueldo, sacó cuentas y resulta que ese mes fueron para atrás. Cuando a la noche se sientan a cenar llega corriendo la nena y dice: "Che, necesito cinco carpetas, dos cuadernos, un portaminas y 20 pesos para la tarjeta del celu".
—Y allí se produce una explosión que dura varios días. Pero los motivos del enojo pueden ser otros: iba caminando la señora y le arrebataron la cartera, o el mecánico le arrebató al marido la billetera cuando tuvo que pagar el arreglo del auto, llegó una intimación del banco, etcétera.
—Y también están estos: la ingratitud de alguien que se suponía amigo confiable, la inexperiencia de algunos novatos a los que les falta horas de vuelo y quieren salir con el Boeing 747 por la pista más corta y te amargan la vida.
—Ah, ja, ja, ja.
—Sí, usted se ríe, pero es para llorar. Cuánto trabajo y esfuerzo, a veces por el piso, por la acción de un "perejil" que cree saberlo todo. De todos modos, mi querido amigo, las cosas hay que tomarlas con calma, pues de otro modo los alienados nos contagian la locura y eso es lo peor que pudiera pasarnos. Sí, porque entonces nos aspira el torbellino de ese enojo y nos sacude hasta dejarnos buenos para nada.
—Tiene razón.
—Recuerdo un pensamiento que creo que es de Gandhi: "Maravilloso es el marinero al que la tempestad lo azota, mantiene firma la mano en el timón, la mirada puesta en el velamen mientras su corazón palpita sereno, su esperanza se hace fuerte con el próximo puerto y no permite que lo atrape ni el temor, ni el enojo por una tormenta que finalmente pasará".
—Bueno, hasta mañana.
—Cuando, esperemos, que la papa haya bajado.
—De la góndola, y si baja.
Candi II