Charlas de Candi - Miércoles 22
—¿Que ayer se fue un error de ortografía? Lo sorprendente es que haya sido sólo uno... ¡A
este paso! En fin, vamos al punto: hay una diferencia entre una persona de morondanga y otra que,
sin ser brillante y harto eficaz, al menos intenta ser coherente, responsable, mantener una línea
básica y llevarla a la práctica. Hay una diferencia entre la morondanga y la luz.
22 de septiembre 2010 · 01:00hs
—¿Que ayer se fue un error de ortografía? Lo sorprendente es que haya sido sólo uno... ¡A
este paso! En fin, vamos al punto: hay una diferencia entre una persona de morondanga y otra que,
sin ser brillante y harto eficaz, al menos intenta ser coherente, responsable, mantener una línea
básica y llevarla a la práctica. Hay una diferencia entre la morondanga y la luz. Una persona de
morondanga es alguien cuyas acciones son inútiles, no sirven para nada, porque nacen en una causa
estúpida propulsada por una mente absurda. Las otras clases de personas, aun cuando no sean
perfectas ni mucho menos, tienen la intención (impulsada por el sentido común y la buena voluntad)
de hacer las cosas como corresponde.
—Bueno, bueno. Viene cargadito el día y la columnita.
—En el transcurso de mi vida me he cruzado a menudo con personas de morondanga, incluso
personas con títulos, con cierta ilustración. Fue cuando aprendí que la sabiduría no se adquiere en
un claustro, ni se refleja en un título colgado en la pared, ni se mama de los libros. Salomón no
la tuvo porque hubiera sido rey e ilustrado, porque sabiduría es una cosa e ilustración es otra.
Usted puede ser doctor, ingeniero, conde, presidente, pero ser de morondanga. Y el problema
argentino, mi querido amigo, es que casi siempre estuvimos gobernados, dirigidos por señores y
señoras de morondanga. Aquí siempre estuvo ausente la sabiduría, el sentido común, el amor por cada
persona que habitó y habita este suelo bendito. El caso de la negación del gobierno argentino de
entregar al terrorista Apablaza a Chile, autor del asesinato de un senador del país trasandino, nos
revela la diferencia entre una dirigencia endeble con otra que es coherente. En Chile oficialistas
y opositores se han unido para reclamarle al gobierno argentino que entregue al homicida. En Chile,
ante casos puntuales y que son fundamentales para la vida de la Nación, no hay derecha, ni centro,
ni izquierda, hay una sola causa que es la causa chilena. En el país trasandino se toma lo que le
sirve al país, no importa de que sector ideológico provenga, y así sorprenderá a algunas mentes de
plastilina que el actual presidente mantenga políticas progresistas que le sirven a Chile, como
sorprendió en el pasado que gobiernos progresistas mantuvieran normas del ex ministro Büchi, de
derecha.
—Hace pocas horas, y para dar una idea de lo que se habla, el senador progresista y
opositor chileno, Juan Antonio Colomba, dijo algo que nos deja pensando sobre la incoherencia
argentina: “la presidente argentina, en el año 2008, fue a las Naciones Unidas y en la
asamblea pidió a la república islámica de Irán el cumplimiento de los derechos internacionales para
que unas personas que estaban en ese país puedan dirigirse a la Argentina para ser juzgadas por las
bombas que se colocaron en la AMIA y en la embajada de Israel. No estamos pidiendo ni más ni
menos” dijo avalando el pedido de extradición de Apablaza. Pero para más datos, recuérdese
que gobiernos anteriores y progresistas de Chile reclamaron la extradición de este señor. Por otra
parte, en octubre del año 2009, estimados amigos, la presidente de nuestro país, Cristina Fernández
de Kirchner y la de Chile, Michelle Bachelet, firmaron un acuerdo que facilitaba los trámites de
extradición. Pues bien, ahora en Chile se dice lo que muchos argentinos sabemos desde siempre: hay
mucha incoherencia en la política argentina. Y esta incoherencia e irresponsabilidad no son sólo de
ahora, ni exclusiva de la derecha, la izquierda, el centro, o radicales, peronistas, oficialistas,
opositores, etcétera, pues siempre quienes asumieron la conducción del país tumbaron las
estructuras dejadas por el antecesor sólo por ser de otro signo político. Semejante estupidez,
empujada por el odio y el rencor, dio como resultado esto que somos y en lo que estamos.