"Agua que no has de beber..." y que tampoco has de tener para ducharte, lavar
los platos, la ropa, llenar una olla o renovar la carga del inodoro... El dicho podría completarse
a gusto y piacere por cada uno de los 250 mil damnificados de Rosario y Villa Gobernador Gálvez que
esta semana, con temperaturas del demonio, se quedaron sin agua, transpirados y con un humor de
perros por culpa de un caño roto. Así, como cada verano, el agua fue tema, y nada indica que dejará
de serlo en los próximos días.
Bastará mirar la tele para darse cuenta que del caño se pasó al agua. ¿No vieron
a Luciana Salazar desplegando su envidiable humanidad en el Acqua Dance de Marcelo Tinelli? La
rubia saltaba de una pileta a otra y daban ganas de ponerle una palangana cerca para rescatar algo
de los chapuzones. A ella un litro menos no le cambiaba la coreografía, pero acá esas gotas eran la
vida misma.
"...déjala correr", completa la popular frase un señor mientras se pega
baboso a la tele y a los contoneos de la sirena. Bueno, al menos por un rato el hombre de zona sur
se olvida de todo: 35 grados a la sombra y todas las canillas secas.
Lejos del acueducto Dorrego y el Acqua Dance, un senador del departamento Garay
sale al rescate de Acuífero Guaraní. El legislador dice que esa potable, fresca y renovable agua
que compartimos con Paraguay, Uruguay y Brasil se está exportando en contenedores a Europa.
"¡A mí, a mí!... ¡que tengo siete hijos!", grita una mujer de barrio Las Flores
al hombre que reparte bidones con agua.
El legislador santafesino también le pidió a sus colegas que se protejan las
tierras que tapan el acuífero y que ya comenzaron a ser más codiciadas que la propia Salazar. No es
para menos, dicen los que saben, que el Guaraní supera en tamaño a España, Francia y Portugal
juntas. Y que con una explotación adecuada podría abastecer a unas 720 millones de personas con 300
litros diarios por habitante.
"¿Cuántos???", pregunta una señora de barrio Tío Rolo a la que ya hace un día no
le llega agua al tanque.
Casi en simultáneo, Aguas Santafesinas SA (Assa) anuncia que colocará entre 10 y
14 mil medidores para cambiar el sistema de "canilla libre" a uno más equitativo de
micromedición.
"¿Micromshsh qué?", interrogó un señor de un Fonavi que paga por el agua casi
como un vecino de barrio Martin y el jueves se enjuagaba los dientes con el chorro del
sifón.
Al anuncio de los medidores siguió el de la remodelación del acuario, un lugar
creado en 1940, abandonado por varias gestiones de gobierno, que hoy pocos conocen y se ubica
allí junto al río, frente a la cancha de Central. Desde la provincia proyectan crear en el acuario
un lugar para los pescadores y de investigación al estilo de Temaikèn. ¿La verdad? Suena a película
de ciencia ficción.
"¡Temaikèn! ¡Qué liiiindo!", se ilusionan dos nenitos que no pudieron ir a clase
porque en su escuela no había agua.
Más. A fin de año vence el contrato de Assa con la provincia. Se anuncia un
nuevo esquema regulatorio basado en la premisa de que "el agua es un derecho". Dicen que aunque
debas una boleta, nadie más te cortará el servicio y que "el usuario siempre tendrá la razón hasta
que la prestataria demuestre lo contrario".
"¿Fin de año? ¿Recién a fin de año cambia la cosa?", se enoja el señor que
miraba la tele, ahora desde la vereda y esperando con un balde en la mano que la cuba llegue a su
barrio. Y se lamenta: "...encima ahora en lugar de la Salazar baila la Tota Santillán, todo
mal!".