La violencia dominó en la semana. Los palos de Gendarmería a diputados y concejales que manifestaban junto a la multisectorial contra los tarifazos, la nueva invasión del grupo de choque de supermercados Coto para torcer el orden legislativo y ridiculizar al Estado provincial, y la feroz represión a los trabajadores de la recuperada RB en Martínez, exponen la crudeza de la restauración en marcha.
El disciplinamiento laboral y la reducción salarial es el corazón del nuevo programa económico. Un plan que, tras "casi terminar" la etapa del "trabajo sucio", como provocó el ministro de Hacienda, comienza a defaultear en algunas promesas ortodoxas de campaña. Es el caso de la reducción del déficit fiscal, que se cuadriplicó en mayo, por la vuelta de gastos esenciales y por la previsible caída de la recaudación real debido a la recesión autoinflingida.
No es un giro heterodoxo. Más bien, como en los noventa, es la relación lógica entre la apertura de la cuenta capital, la erosión de la actividad económica interna, el endeudamiento y el déficit fiscal. El cóctel que terminó en la crisis de 2001. Una gestión que arrancó con la denuncia de una supuesta bomba macroeconómica, escamotea resultados a su propia tribuna. Por eso le ofrece valorizar sus activos dolarizados a través del blanqueo, una nueva devaluación y un ajuste que baje el costo del trabajo pero también el de los activos de los sectores más débiles del capital. Así, "todos los argentinos" que, como el presidente del Banco Nación, "se llevaron la guita afuera", esperan que el gobierno mejore la oferta para volcarla a negocios locales. La ceocracia habilita a presidir la principal entidad financiera del país a quien formó parte de la legión de buitres que jaqueó la posición fiscal y externa de Argentina en Nueva York. Y el jefe del organismo regulador financiero está procesado por haber participado en el megacanje del que nacieron muchos títulos que dispararon esa industrial del juicio.
Los casos puntuales explican por qué un gobierno arriesga su capital político en un ajuste que le reporta resultados peores que los que denunció hace un año.
El desbande justicialista ayuda. El show de procesamientos contra ex funcionarios aceleró la diáspora kirchnerista. Es curioso y revelador el desbande y terror que provocó un tipo con cara de loco tirando plata a un convento. Como ver a Mandinga, o "algo que no les gustó", en lenguaje reutemista.
El agite facilita el "trabajo sucio" del que se ufana Prat Gay. Del otro lado del modelo , separa tardíamente las peras de las manzanas Las multisectoriales, las luchas unitarias de los sindicatos, la movilización de las organizaciones sociales y políticas, las redes territoriales, construyen la trama en la que se deposita la defensa de los buenos programas nacidos tras la crisis de 2001. Una tarea necesaria para defender derechos pero también para enfrentar la vulnerabilidad externa que la política económica está construyendo en un mundo que, Brexit al canto, ofrece más amenazas que oportunidades.