Desde hace un año y medio, buena parte de la economía de Santa Fe sufre el impacto de un brusco cambio de modelo que impactó en la continuidad de empresas industriales, la actividad comercial y el nivel de empleo. En ese proceso, el Ministerio de Producción provincial tomó un fuerte protagonismo, a través de intervenciones directas en conflictos de fábricas, asistencia a sectores afectados por crisis de actividad e inundaciones y también por la vía de la confrontación directa contra la política económica del gobierno nacional. Al frente de ese "hospital de campaña", el titular de la cartera productiva, Luis Contigiani, aseguró que "la política contracíclica" que puso en marcha la administración santafesina "amortiguó una crisis que podría haber sido peor" en el territorio. Pero se mostró preocupado por el recrudecimiento de los despidos y la "reconfiguración productiva laboral" que impulsa el gobierno central. "Hay una reconversión como en los 90, de hecho", disparó el funcionario. El ahora precandidato a diputado nacional destacó también el trabajo conjunto con las entidades empresariales y sindicales para enfrentar la desindustrialización "pese a las presiones de la Nación para dividir estas alianzas sectoriales". Hizo además un balance de lo que va de su gestión: "El Ministerio tuvo capacidad de estar en el campo de batalla y a la vez generar herramientas innovadoras".
-En las últimas semanas recrudecieron las noticias sobre despidos y cierres de plantas en todo el país. ¿Cómo se está dando ese proceso en la provincia?
-La crisis del mercado interno, el aumento de las importaciones, la suba de los costos y una economía que acumula sólo en los sectores financieros, agroexportadores y mineros, está produciendo en el sector de las pymes industriales una reconfiguración de hecho. Hay una reconversión como en los 90 pero tácita, diariamente. Hay sectores económicos que caen y otros que aprovechan estas variables para tomar decisiones de despido. Y la toman porque además ven que hay una gran libertad para eso. No hay ningún actor del gobierno nacional que le diga: «venga, yo represento el interés público y quiero saber por qué lo hace». En la provincia, frente a casos como los de Agrana Fruit o Mefro Wheels, fuimos nosotros los que nos contactamos para tratar de modificar esas decisiones o buscar alternativas.
-En el caso de Mefro hubo en algún momento una breve aparición de la Nación. Ahora, los trabajadores reclaman por un aporte que no fue efectivizado. ¿Santa Fe pelea en soledad frente a este avance de los despidos?
-Este es un gobierno cuyos actores trabajan más la publicidad que la gestión. Pueden sacarse una foto con los trabajadores alguna vez, como en este caso, pero en los hechos no le pagaron lo prometido, además que el gobierno lleva adelante una política de desindustrialización feroz. Ni siquiera es un tema ideológico. En el medio no gestionás, no armás una reunión con las terminales, no llamás a un tipo que acaba de echar a 100 obreros para preguntarle que está haciendo. Presentan la ley de pymes industriales o la de autopartes como si resolviera el problema de las pymes en Argentina. Pero en los hechos no hacen nada. Este país en una gran burbuja financiera. El gobierno nacional está dispuesto a pagar miles de millones de pesos de intereses de Lebac pero no asume la defensa de la industria nacional. Esto claramente define hacia dónde va su modelo. De la torta de gasto público, ya los intereses de la deuda casi equiparan el gasto en el empleo público nacional.
-Esta discusión sobre el impacto del modelo económico se da en la provincia desde hace más tiempo y de una forma más aguda que en otros distritos. ¿Por qué?
-Es que Santa Fe tiene dos grandes motores. Uno es el de las pymes industriales y el mercado interno. De 500 mil empleos registrados en blanco en la provincia, el 22 por ciento lo pone el sector privado industrial y el 19 por ciento el sector comercial minorista. Tercero viene servicio y transporte y cuarto la construcción. La economía empresarial, social y laboral de Santa Fe está nutrida de un gran entramado industrial que esta sufriendo los mayores índices de desempleo. El otro motor es el campo, que es una definición muy abarcativa, donde hay ganadores y perdedores. Claramente las cinco o seis grandes empresas agroexportadoras son ganadores, si uno las compara frente a cooperativas. Más cuando aumentan los negocios directos con el eslabón primario. Ahora, un pequeño productor no es lo mismo que una gran explotación. Es una realidad que el sector en general repuntó y eso traccionó sectores importantes, como la maquinaria agrícola. Pero la mayor ganancia se consolida y acumula en sectores que generan poco desarrollo territorial. Luego tenemos las economías regionales. De la crisis de la lechería podemos hablar horas. El gobierno nacional se borró también ahí. Pero la crisis en Santa Fe podría haber sido peor de lo que fue. Lo que amortiguó fue la fortísima inversión pública. Monetizamos 500 millones de pesos en créditos a más de 400 pymes con promedio de 15 a 20 empleados. Llegamos a más de mil comercios con créditos comerciales blandos, que les permitieron reemplazar los créditos personales. Es mucho dinero el que pusimos en la calle. El gobierno provincial lleva ejecutado el plan de infraestructura vial en más de 2.600 millones de pesos, en el marco de un plan de obras públicas que aumentó el gasto de capital mas del 100 por ciento. Intervenimos en conflictos con 170 procedimientos de crisis, pusimos en marcha fondos rotatorios y asistimos a cooperativas. No es que la crisis no está sino que asumimos nosotros una actitud contracíclica.
-En estos 15 meses el Ministerio de Producción se convirtió en un hospital de campaña. ¿Cómo se combinaron los proyectos diseñados para encarar desde la cartera con la irrupción tan fuerte de la emergencia?
-Sufrimos en santa Fe dos crisis hídricas extraordinarias y una crisis de mercado interno que significa un cambio del modelo de acumulación. Son adversidades muy grandes. El gobierno provincial pudo responder con un proceso de inversión pública que amortiguó esa crisis. Y en el medio logró hacer cosas innovadoras: el fideicomiso para parques industriales, el plan industrial Santa Fe, el plan comercial, el plan para emprendedores micros y medianos, el de cooperativas, la agenda hídrico-productiva. En el balance veo un Ministerio posicionado en un lugar muy protagónico en los temas productivos y laborales, con un perfil muy territorial, cerca de las problemáticas y con vocación de resolverlas. Y también hemos dado una discusión de frente con las políticas económicas que afectan a muchísimos santafesinos. El Ministerio de Producción tuvo la capacidad de estar en el campo de batalla y a la vez pensar herramientas innovadoras, como nos pidió el gobernador desde el minuto uno. Esto implicó un gran aprendizaje. Una de las cosas que veo es la necesidad de este país de tener una burguesía industrial que juegue el gran partido del desarrollo nacional.
-¿Cómo se evalúa el papel de las organizaciones empresarias e intermedias santafesinas en este proceso?
-Todo lo que hicimos en términos de acciones y políticas publicas fue con un nivel de concertación y participación muy grande con todos los sectores. La gran mayoría de entidades comerciales, industriales, y del campo, las cooperativas, los sindicatos. Trabajamos codo a codo en la defensa del trabajo. Una cosa es hacer una política pública aislada y otra es sustentarla en una alianza social concreta. Esto es dinámico. Hay actores que en esta pelea antes iban más a fondo y ahora un poco menos. Las presiones políticas del gobierno nacional juegan su partido.
-¿Hubo presiones sobre las entidades empresarias?
-Sí,claramente. El gobierno nacional siempre estuvo muy preocupado por estas alianzas sectoriales en Santa Fe y presionó tratando de dividir o romper esos esquemas participativos. Pero el balance es positivo y la realidad es la realidad. Las importaciones son cada vez mayores, la crisis del mercado interno es lo que es y el problema del empleo crece. Podrán presionar mucho pero esa realidad no la pueden tapar. Venimos de 170 procedimientos de crisis. El Observatorio de Importaciones que creamos alertó tempranamente sobre un problema que está castigando a la industria nacional. Por más que hayan pedido mi renuncia, que hayan hablado con instituciones para decirles que no participen con nosotros de determinados emprendimientos, la realidad es la realidad.
-Y esta línea de contención armada con alianzas sectoriales e inversión pública, ¿hasta cuánto aguanta sin que exista un cambio en la macroeconomía?
-La preocupación que tengo es que la economía del mercado interno debería haber arrancado y no arrancó. Y me preocupa porque eso se traduce en 1,5 millón más de pobres y más de desempleo. Acá hay una reconfiguración industrial y laboral de hecho, sin necesidad de una ley. El gobierno impulsa acuerdos que configuran una flexibilización laboral sin necesidad de que el Congreso lo vote. Busca que toda esta crisis la pague el convenio laboral. Los alimentos en la góndola se disparan y las importaciones no están disciplinando precios.
-¿Santa Fe puede desacoplarse de esta crisis?
-No, porque no define el modelo. Todavía el federalismo no es real en Argentina. Pudimos desarrollar una inversión pública muy grande para contener a nuestros sectores productivos y amortiguar sus efectos. Pero si no hay un cambio de política económica, es muy difícil que nuestra política contracíclica pueda convertirse en una muralla.
-¿Ve algún brote verde?
-Sí, claramente. En la timba financiera, en los mineros, en las empresas proveedoras de energía, en algunos sectores agroexportadores concentrados. No en las actividades que ocupan a la gran mayoría de los argentinos. ¿Qué país están queriendo configurar?. Los países capitalistas que crecieron primero expandieron y protegieron sus mercados. Pero el gobierno va hacia otro modelo. Argentina no tiene nada que ver con Chile ni con Australia, porque tiene una historia de desarrollo industrial. Argentina no puede perder su vocación industrial. La derecha en este país, a partir del año 76, no tiene otra idea que la timba y la valorización financiera.