El nuevo aumento de las tasas de interés y la mayor liquidación de agrodivisas no frenó la demanda de dólares, creciente entre el universo de los grandes inversores.
El nuevo aumento de las tasas de interés y la mayor liquidación de agrodivisas no frenó la demanda de dólares, creciente entre el universo de los grandes inversores.
Las dudas sobre la sostenibilidad del plan económico que expuso primero Carlos Melconian y luego el propio Morgan Stanley, se resignifican en el relato oficialista como la evidencia de un temor a la victoria del "populismo" en las elecciones legislativas.
Más allá de la precariedad de esa explicación, sí parece evidente que hay un núcleo duro de la city política y financiera que le imprime al gobierno una velocidad violenta en dirección al ajuste, blindándola de las idas y venidas electorales.
La extraña campaña oficialista, que ofrece despidos, represión y cierre de empresas como contrato electoral, y promete flexibilización laboral, ajuste y deterioro de las condiciones jubilatorias, atiende al sector más duro de la tribuna. Que también juega su partido. No es estrambótico pensar, en ese sentido, que la ferocidad con la que se desató la ola de despidos en casos emblemáticos, como Pepsico, Carboclor, Atanor o Cresta Roja, encierra una lógica similar a la del inversor especulativo que transforma en dólares la alta rentabilidad obtenida en la bicicleta financiera. Blindar de cualquier cambio en el escenario político la decisión de ajustar personal, receta que el gobierno prescribe desde que asumió como llave de la "competitividad".
Dicho de otra manera, se estockean de dólares y anticipan despidos. Si del proceso electoral surge una mayoría resistente a los planes oficialistas para abaratar las cesantías y volver al capitalismo del siglo XIX, los patrones entrarán a ese nuevo escenario político con el ajuste ya en el bolsillo. Si el electorado avala el retroceso social propuesto, estarán en condiciones institucionales de volcar el mayor desempleo a favor de una mayor tasa de explotación de la fuerza de trabajo.
Durante los últimos años del gobierno anterior, el freno a las inversiones sobre una capacidad instalada utilizada al máximo, y el stockeo de mercadería, contribuyeron desde el sector privado a atizar una inflación que esmeriló la valoración económica del kirchnerismo. Con ese frente dominado, en la era del ajuste el despido masivo se suma como herramienta de presión en la puja por la distribución del ingreso.
El Estado ahora incentiva y garantiza ese proceso con la fuerza pública y el capital simbólico de sus figuras: una gobernadora que aprieta a docentes, una diputada estrella que bate el parche con bajar el costo laboral, una ministra que culpa a la izquierda del cierre de fábricas y un candidato a diputado que interpreta el desempleo como un boom del emprendedorismo. La alianza económica y política que gobierna hace 18 meses no tiene fisuras en ese programa. Un grotesco matiz a esa comunión fue el pedido de piedad que hizo el ministro de Agroindustria en la exposición rural de Palermo, cuando pidió a los empresarios que "garanticen al menos un plato de comida" a los pobres. Hasta las "promos del hambre" que hacen bancos públicos para comprar alimentos con tarjeta, y los humillantes créditos a los beneficiarios de la AUH, se inscriben en una lógica de que hasta la mínima asistencia debe convertirse en un mercado financiero.
Con el espejo del Brasil de Michel Temer, la presurosa búsqueda oficial por convertir a la Argentina un país "barato" socialmente marcha a su plebiscito electoral. Y divide aguas. En la última semana, la Multisectorial contra los Tarifazos de Rosario lanzará su campaña para concertar una tregua social de un año, a partir del congelamiento de tarifas, el freno a los despidos y el cierre de las importaciones. Precisamente, los ejes contrarios al programa económico del gobierno nacional. Este límite, con matices, se visualiza claramente por buena parte de la política y las organizaciones sociales. No por las cúpulas sindicales ni las centrales industriales, que todavía discuten si enfrentar un plan que los enterrará como sujetos económicos específicos, o asociarse en minoría como gestores del suicidio. Algo de esto, cuentan, se escuchó durante las reuniones para tratar la crisis de la industria del calzado que impacta en Acebal, donde el reclamo angustiado de empresarios golpeados por la caída de ventas y las importaciones fue matizado con pares que prefirieron hacer hincapié en los manuales de la competitividad y el reclamo por "los costos laborales" y la "presión impositiva". Como en los 90.
Trabajadores e ingresos
La reciente publicación del Indec de la “Cuenta de generación del ingreso e insumo de mano de obra” brinda información sobre la participación de los trabajadores en el ingreso desde el primer trimestre de 2016 hasta el primer trimestre de 2017.
Esa información es compatible con la estimada para el año 2004 en el marco de la revisión de las estadísticas de PBI ensayada por las nuevas autoridades del organismo (“Revisión del Producto Interno Bruto, base 2004 y series de Oferta y Demanda Globales”).
De esa manera, se cuenta con información oficial de la nueva gestión del Indec para comparar la participación del trabajo asalariado en el ingreso entre 2004 y 2016, que permite aproximar su evolución de mínima durante el kirchnerismo (teniendo en cuenta la incidencia negativa en los salarios reales de la devaluación de inicios de la gestión de Macri).
De acuerdo a esas fuentes oficiales, entre 2004 y 2016 los trabajadores asalariados pasaron de participar en el 32,5% del ingreso al 52%. Es decir, un incremento del casi 20 puntos porcentuales. Ese incremento fue a costa, principalmente, de una disminución en el Excedente Bruto de Explotación, que disminuyó en 11,6 puntos porcentuales su participación en el ingreso.
Dado que de acuerdo a las mismas fuentes, el ingreso nacional se incrementó un 43% entre 2004 y 2016, el incremento de la remuneración al trabajo asalariado fue del 128% en términos absolutos. Por su parte, aun cuando perdió participación en el ingreso, el Excedente Bruto de Explotación se incrementó un 11% en términos absolutos durante el mismo período.
Al respecto, los proyectos de “reforma laboral” promovidos por el oficialismo y parte del sector empresarial, parecen orientados a modificar las instituciones que permitieron ese incremento de la participación de los trabajadores en el ingreso, considerados como un “costo laboral” a reducir.
Maquinaria agrícola
La producción de maquinaria agrícola subió 22,4% en los primeros cuatro meses de 2017 respecto del mismo período del 2016, al totalizar 6.930 equipos, según un informe de la consultora Investigaciones Económicas Sectoriales (IES).
El incremento es impulsado tanto por la recuperación en la fabricación de los grandes equipos (sembradoras, cosechadoras y tractores) como de equipos pequeños (implementos, cabezales de cosechadoras y pulverizadoras).
Al analizar la reactivación de las ventas de los principales equipos en el primer cuatrimestre de 2017, sobresale la comercialización de 627 cosechadoras, lo que significó una fuerte expansión del 73,5% y de 2748 tractores, que representaron una suba del 76,5% entre los que tuvieron mayor crecimiento.
En el acumulado a abril de 2017, las cantidades exportadas treparon un 39,1% principalmente por los implementos agrícolas, indicó IES Consultores.
No obstante, las ventas externas en valores totalizaron u$s 41,3 millones con una caída del 6,1% con relación a igual período de 2016.
En el primer cuatrimestre de 2017 las importaciones de maquinaria agrícola y del resto de los equipos afines para la agricultura totalizaron u$s 480 millones, un aumento del 46,7% respecto de igual lapso del año pasado.
Por su parte, las unidades importadas crecieron un 7,5% en este lapso al considerar la totalidad de equipos, al adquirir 114.186 unidades.
En cuanto al destino de las exportaciones en el primer cuatrimestre de 2017, el bloque fue encabezado por Brasil con el 23%, seguido por Alemania, con el 13,3% y por Uruguay, con el 9,4%, mientras que México ocupó el cuarto puesto con el 6,6%, y Paraguay el quinto, con el 6%.
Entre todos ellos abarcaron el 58,2% del valor exportado; a continuación aparecieron: Bolivia (5,5%), Chile (5%) y los Estados Unidos (4,4%).
Para Alejandro Ovando, director de IES Consultores, “las perspectivas para el segundo semestre de 2017 son favorables para la producción y para las ventas de maquinaria agrícola dado que la demanda de equipos seguirá alta por el fuerte atraso tecnológico que arrastraba el sector en los últimos años”.