La política futbolística de Newell's en el último año fue un fracaso. Y Javier Torrente fue una consecuencia de esto, no la causa. El origen hay que buscarlo en las decisiones dirigenciales y en las determinaciones del mánager Gustavo Dezotti. Como así en aquellos que ayudan pero no resuelven. Es que en el fútbol no hay casualidades, todo deriva del acierto o el error. Y en este terreno los responsables sumaron yerros, uno tras otro, algunos leves y otros muy groseros. Tal vez por exceso de confianza, quizás por falta de ingenio para obtener los fondos de inversión para capitalizar a un plantel, o en definitiva porque no supieron solucionar una sucesión de problemas que derivaron en esta crisis. Y si bien la honestidad no está en discusión, aunque lo que debe ser un aspecto natural aparezca como una cualidad, lo cierto es que el conocimiento debe ser una condición imprescindible para ejercer determinadas funciones. He aquí la cuestión.