Unas pocas veces las victorias o las derrotas resultan inexplicables, si es que todo debe tener explicación en el fútbol. La mayoría, en cambio, decantan por la sumatoria de detalles. Esos cimentaron el gran triunfo de Central en Córdoba sobre Boca, que lo hizo resurgir en el punto límite del proyecto de Eduardo Coudet. Por eso se valorizó tanto el pasaje a semifinales de la Copa Argentina, el tercero seguido en este torneo cada vez más relevante. Y ese encadenamiento de pequeñas grandes cosas lo hizo posible.
Se supo que Coudet, luego de la caída en el clásico, le comunicó al plantel que si Central quedaba eliminado ante Boca llegaba hasta ahí. La dirigencia también se hizo eco y la sensación inequívoca antes de salir al campo era ésa. Lo dijo porque así lo sentía o también para lograr la reacción de un equipo que parecía aletargado. Y en la cancha hubo respuestas. "El triunfo se lo dedicamos a él (al Chacho). Todos tiramos para el mismo lado y bancamos a muerte a este cuerpo técnico", dijo Marco Ruben. El Kempes fue testigo, tanto al aplicar las consignas de siempre para sacar la diferencia, como para suplirlas con otras para bancarla luego. Y además los lesionados o los que no son tenidos en cuenta en esta etapa, acompañaron a sus compañeros a Córdoba, dando muestra de unidad.
Si algo había logrado Coudet desde que llegó fue imprimirle un sello a sus equipos, que tuvieron el punto máximo de expresión en el final del 2015, en el comienzo de este año y en el recorrido por la Copa Libertadores. Ese legado quedará, pase lo que pase de ahora en más. Y cuando empezaba a escurrirse al vaivén de malos resultados y lesiones importantes, esa esencia de juego reapareció en una parada definitoria. Fueron 45 minutos, es cierto, pero suficientes para darle la diferencia que significó la victoria.
3. Cuando natura no da
Era lógico pensar, además ante semejante rival herido en el complemento, que la intensidad de la propuesta era difícil de mantener. Directamente la perdió en ese período, instalando las mismas dudas, pero en cambio Central usó para torcer su destino la actitud indispensable para defenderse en la trinchera, algo a lo que no estuvo acostumbrado. Se podrá recordar el acoso de Atlético Nacional en Medellín que no pudo resistir en el final, en cambio ayer sí lo hizo, amén de los remates en los palos, las atajadas de Sosa y hasta el susto del gol postrero de Benedetto.
4. La recuperación de Montoya
Walter Montoya había marcado un golazo ante Estudiantes pero luego una rodilla le jugó una mala pasada y debió parar casi 20 días, un tiempo demasiado justo para ese tipo de esguinces. Sin embargo, el miércoles reapareció con todo su libreto punzante de un volante derecho de esos que escasean en el fútbol argentino. Decisivo en los dos festejos canallas, fue la figura del equipo. Uno de los puntos altos de siempre de este ciclo del Chacho.
5. Lo Celso se debía la revancha
No fue decisivo como Montoya, pero su regreso fue vital también, además por lo que significó en lo personal. Es que Lo Celso se perdió la final de la Copa Argentina pasada por su infantil expulsión en la semifinal ante Racing y repitió ausencia en el último clásico por una situación similar ante Estudiantes. Se debía y les debía a los hinchas, jugar un partido así y fue importante hasta que el aductor le marcó un límite. Su aporte fue hacerles doler la cabeza a Pablo Pérez y Walter Barrios, al punto de hacerle sacar una pronta amarilla al primero y hacer que lo cambien en el entretiempo al segundo. Tuvo buenas asistencias ademas, más allá de bastante intermitencia.
6. No hay que olvidar a Fernández
José Luis Fernández fue acaso uno de los mejores símbolos de ese respaldo al cuerpo técnico, que lejos de tener que darse en los discursos a los jugadores les corresponde hacerlo en la cancha. Como el resto, no venía deslumbrando pero ayer su aparición fue decisiva. Primero le hizo hacer dos faltas seguidas a Pablo Pérez en 6 minutos de partido, que derivó en la amarilla temprana al toque y su condicionamiento. Luego fue incisivo en cada trepada, preciso en centros de esos que lastiman, además de autor del golazo que abrió la cuenta. Uno de sus mejores partidos, al que en el complemento le agregó sacrificio cuando ya dejó de trepar por la banda izquierda.
7. Esta vez, Sosa
Sebastián Sosa no venía con buen pie, o buena mano en los últimos partidos. Mal decididamente ante Estudiantes, flojo en el clásico en la única que le llegaron y ante Huracán, ayer también reapareció en el momento justo. El gol que tapó a Benedetto a quemarropa tras la pifia de Torsiglieri y la siguiente sobre el travesaño a un disparo de lejos de Betancur fueron claves. Un gol a esa altura de Boca hubiera sido difícil de sostener.
8. La oportunidad de Herrera
Se fue Larrondo, pero a Marco Ruben le trajeron dos opciones para acompañarlo. Fabián Bordagaray sobre la hora y antes nada menos que Teófilo Gutiérrez, el jugador que sacudió el mercado de pases. Pero Germán Herrera no desesperó y demostró que siempre está para ser tenido en cuenta. Hizo dupla con el colombiano ante Huracán, entendió que era su mejor chance para convencer al Chacho y lo hizo ganándose la oportunidad para el partido que más importaba. Y no defraudó. Al contrario, fue el mejor de los delanteros y además de estar atento para capturar el rebote mínimo de Sara, corrió toda la cancha y durante los 90 minutos. Como en el Ducó. Fue la prueba viva de que no siempre hay que reservar en una previa, ni que mucho descanso es lo más aconsejable.
9. El arbitraje
Central quería un trato justo. De mínima, que no se repitiera el bochorno del año pasado con Diego Ceballos. Lo hizo ver en la polémica del bolillero, en las quejas previas de Coudet ante Estudiantes y Huracán. Era un tema por demás de sensible y la actuación de Patricio Loustau lo dejó conforme, como ocurre por otra parte en cualquier victoria. Se quejó esta vez más Boca pidiendo penal por la mano involuntaria de Gissi en el primer tiempo y la roja a Villagra cuando fue fuerte a la pelota sobre Pablo Pérez cuando tenía amarilla. Es decir, en las jugadas que se prestaron para más polémica, el juez no cobró en contra del equipo del Chacho, más allá de que Pérez también merecía dos amarillas en sus primeras tres faltas en 12 minutos de partido. Que el árbitro no estuviera esta vez en su radar, le allanó el camino.
10. Por Coudet, por supuesto
Y, claro, una clave principalísima de la clasificación canalla fue Eduardo Coudet. Hizo mucho hincapié luego del 1 a 1 ante Huracán que no fue un dechado de virtudes, que su equipo le había mostrado la idea de juego que él siempre impuso. Después de la derrota en el clásico, y antes de semejante partido ante Boca, buscó apuntalar el camino que debía transitar su equipo para seguir siendo protagonista. Y esa prédica, que para el contexto de lo que entregó el Ducó sonaba exagerada, resultó importante para no desviar la ruta. Con ella Central eliminó a Boca y se tomó revancha, además con las decisiones tácticas con la que la apuntaló.
Una, hacer jugar juntos a Gissi y Torsiglieri por primera vez y la razón estaba clara: pese al riesgo que ello suponía, hasta ahí no había encontrado la dupla de zagueros confiable y lo intentó aún sabiendo que se jugaba su proceso. Y la otra apuesta fue igual de riesgosa. Dejó en el banco, y todo el partido, al refuerzo top para bancar a Herrera con el resultado descripto. Además, como otro dato positivo, se lo vio a Teófilo Gutiérrez, el desplazado, festejar a lo loco con el resto al final del partido. Lo que apunta el primer punto de esta nota: la banca interna. Y la externa también, de la multitud que aún en el momento en el que la confianza estaba en baja, bancó desde la tribuna repleta del Kempes a este proceso, porque cree que es el que le puede dar la frutilla del postre. Aplausos a rabiar antes, cuando fue mencionado por la voz del estadio, y después con el triunfo consumado, con la ofrenda del canto propio hacia el Chacho. El que merecía sin dudas una nueva oportunidad de ir por todo.