"Venir a Mérida y no subir al teleférico es un pecado", coinciden los merideños. Para quienes ayer tuvieron la suerte de cumplir con ese paso (entre ellos el enviado de Ovación) fue como tocar el cielo con las manos. Parece mentira que la mano humana sea capaz de tal construcción. Mérida lo disfruta, además de ofrecerlo. Es el sistema de teleférico Mukumbarí, cuya base está en el casco urbano y desde donde se parte hacia los casi 4.800 metros sobre el nivel del mar, con un recorrido de 12,5 kilómetros. Una experiencia a bordo del teleférico más largo y alto del mundo. El municipio de Mérida agasajó a la prensa local y argentina para experimentar esa sensación de placer indescriptible con palabras.