A las doce de la noche del 8N — 8 de noviembre pasado, hace hoy cien días-, cuando la TV y los portales de Internet de todos los medios de comunicación desplegaban la impactante foto de la avenida 9 de Julio de Buenos Aires cubierta por una multitud de casi cien mil personas, la oposición mediática y política sintió que tocaba el cielo con las manos. El kirchnerismo estaba a las puertas del nocaut, maquinaron.
Los partidos políticos opositores que en un inédito fraccionamiento venían (un año antes) de juntar la modesta cifra del 46 por ciento, entre todos, entendieron que ahí nacía algo y apoyaron de distintos modos ese 8N: de forma activa, los cultores de un país diametralmente opuesto a la experiencia kirchnerista, como el macrismo.
Aunque también se jugaron por el 8N, de manera algo más atenuada, los sectores que buscan construir una alternativa en cabeza de Hermes Binner, o quién ocupe ese lugar de la moderación como atributo estético y político principal. Creyeron que al 8N "había que escucharlo", que contenía "algo nuevo, una expresión genuina y espontánea de la ciudadanía". Pero luego de someterlo al análisis político, y químico, estricto, se concluyó que el 8N no contenía metales preciosos, mezclados en su interior.
Por carecer de novedad política relevante el 8N se escurrió entre las manos ansiosas de la oposición como agua en el desierto. Era un espejismo. Fue una contundente expresión de la franja inelástica de la población anti K, una fracción histórica de la Argentina, respetable, aunque hoy sin capacidad de construir alianzas para llegar al poder por vía electoral.
Los cien días de la temporada primavera - verano de furia anti K también incluyeron los actos opositores promovidos por las fracciones sindicales que conducen Hugo Moyano y Pablo Micheli, los saques de fin de año en media docena de ciudades, las insultos de Miguel Del Sel contra la presidenta de la Nación, y entre otros, el miserable hostigamiento al funcionario Axel Kicillof cuando viajaba con sus dos niños pequeños en un barco clase turista.
Al cabo, se empieza a ir el verano y en el escenario de apertura del año electoral -a cuatro meses de la definición de listas para las PASO de agosto, en junio- sólo la franja de oposición acérrima tiene visibilidad. Se sesga el discurso y espanta a los sectores moderados, independientes y con posibilidades de oscilación electoral, que quedan sin representación. El kirchnerismo respira.
En esa línea de condensación opositora se distingue el nuevo slogan con que Francisco de Narváez buscará disputar — como en 2009- contra el kirchnerismo: "Ella o vos". Una síntesis publicitaria lograda y quizá eficiente a futuro, que de todos modos recorre sólo la mitad del camino para la oposición: al "vos" anti K le falta quién lo conduzca, quien le ofrezca una síntesis, y lo lleve a la victoria electoral.
Desde ya, en quién ocupe la conducción vacante del "vos" de De Narváez — que no parece ser el propio autor del slogan- se juega la suerte oposita. En la Capital Federal, por caso, Pino Solanas y un reaparecido Rodolfo Terragno buscarían un frente común, dirimiendo en las PASO (Primarias Abiertas Simultáneas Obligatorias) el orden de los nombres en la boleta electoral para senador. Terragno, periodista e intelectual de fuste, se presenta, otra vez, con un diagnóstico voluntarista: "El ciclo kirchnerista llega a fin, no es progresismo, no tiene sucesión".
Ese diagnóstico no funcionó en 2011, no se verifica en la realidad. Y en 2013, otra vez se parte del diagnóstico equivocado.
Por eso, luego de los climas de zozobra de la temporada primavera — verano, y de las interesadas encuestan donde el kirchnerismo presuntamente se hundía, las perspectivas reales de febrero son que el oficialismo se encamina a una elección cercana a los 45 puntos entre agosto y octubre. Y a construir una mayoría en Diputados (unos 145 de 257) que sería la más amplia desde la recuperación democrática desde el 83. ¿Y el fin de ciclo?
Los datos los aporta el consultor Artemio López, cercano al gobierno nacional. Son combinaciones de sondeos con análisis político.
En esa misma perspectiva (de hoy, febrero 2013), López vaticina que las listas del Gobierno nacional en uno de los distritos más flojos de 2009, como Santa Fe (Agustín Rossi obtuvo el 9,5 por ciento) "estarían al menos triplicando en 2013 lo obtenido en 2009". Las expresiones del consultor dan impulso a las expectativas de renovación de mandato del jefe del bloque del FpV de Diputados de la Nación.
Ante el dificultoso panorama de construir una alternativa política externa al FpV, recrudece una y otra vez la opción de horadar por "dentro" al proyecto K. Daniel Scioli, Sergio Massa, se van convirtiendo en la última esperanza para intentar desalojar del poder al kirchnerismo puro. Es claro que el gobernador de Buenos Aires tiene votos propios y piensa distinto que la presidenta. Sin embargo, es bastante más opaco imaginar cómo podría poner en marcha una vía alternativa para quedarse con la sucesión.
Con las variables macroeconómicas controladas, con paz social, empleo y consumo, Scioli se vería obligado, y antes de junio de 2013, a dar una señal concreta de ruptura con CFK. A la fecha, no se observa una declinación del kirchnerismo puro que lo obligue a negociar con Scioli una salida ordenada de esta etapa. Ese fue, desde siempre, el proyecto sciolista. El sueño de que la historia lo coloque, casi armoniosamente, en la presidencia de la Nación.
Mientras tanto corre el reloj, y según la matemática del poder y la política, en marzo se ingresa en el último año donde CFK podría mantener total hermetismo respecto de cómo sigue este proyecto político. En marzo de 2014 tendría que emerger el nombre del sucesor. En ese sentido corren las interpretaciones, y las intuiciones. El nombre de Florencio Randazzo comenzó a sonar en las cercanías del poder K, según pudo chequear La Capital.
El bonaerense ya anunció que no irá a Diputados este año. Su desafío, de proporciones, gigantesco, será revertir el área de gestión más flojo (siendo condescendiente con el término) de la gestión kirchnerista: transporte, y en especial, el transporte ferroviario.
Muchos años les llevó a los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner para cambiar el paradigma del transporte en la Argentina, del camión al tren. Necesitaron pelearse con el líder sindical- Hugo Moyano- para empezar de nuevo. Más vale tarde que nunca, sería la atenuante.
Mientras tanto, después de los entredichos por el memorándum con Irán, y el sorpresivo de un rechazo opositor que padece el gobierno, que de todos modos no siente que afecte a su base electoral, la presidenta prepara el terreno para la apertura de sesiones en el Congreso, el 1º marzo. Un punto de inflexión, de largada, en otro año apasionante de la política argentina.