Son las cinco de la tarde en Bélgica y en algunas horas la temperatura rozará 0º. El frío se siente aún producto de la nevada del fin de semana, pero igual nada detiene los entrenamientos y las ganas de recorrer esas calles de la ciudad de Charleroi, a 45 minutos de Bruselas. Al otro lado del teléfono Marcia Scacchi, después de la primera práctica del día con su equipo, charla con Ovación como si estuviese en Rosario. Aunque está a 12 mil kilómetros. Y cumpliendo un sueño que tenía pendiente, el de jugar al vóley en el exterior al más alto nivel. "A los 35 años te puedo decir que no me guardé nada (...) Trato de no escuchar cuando la gente me tira mala onda o alguien intenta ponerme una limitación por mi edad (...) A mí con esto se me dio una segunda oportunidad que fue buena, me aferré a ella y siento que no me equivoqué. Soy feliz", dice.
Es que, la punta receptora rosarina, que hasta el año pasado fue parte del plantel de Las Panteras, la selección argentina de vóley, vive algo así como una segunda primavera con su disciplina. "Recién estoy arrancando mi tercer año", repasa. Pero no es porque ayer haya aprendido a jugar al vóley, sino porque lo dejó por 15 años, siendo muy joven y con futuro promisorio. Ya había asomado en la selección pero cerca de los 20 decidió parar con la pelota, dedicarse a estudiar, recibirse, trabajar y armar la familia que por ahora compone con Sebastián Brajkovic, el sanlorencino armador de UPCN San Juan, múltiple campeón de la Liga Argentina.
Aclara Marcia que nadie la obligó a aquello, que lo disfrutó, pero que todo esto que vive ahora era una cuenta pendiente. A los 19 le ofrecieron ir a jugar a Europa, no lo hizo y por el contrario, dejó el vóley al poco tiempo. Entonces el presente se disfruta más, quizás por saber lo que cuesta conseguir segundas oportunidades: "El vóley había quedado lejos cuando me ofrecieron jugar en aquel momento. Hace dos años que volví y que se me haya dado esta posibilidad a la que siempre le tuve ganas es una revancha. Es lindo poder hacerlo, me había quedado en el tintero y sinceramente tenía ganas de que ocurriera, más a esta edad".
Desde agosto del año pasado Marcia es una de las figuras del Dauphines Charleroi que juega competencias locales y otra continental. La "ventana", como dice ella misma se le abrió después de que se le cerrara una "puerta". Esa puerta se llamó "último recorte de la lista de jugadoras para los Juegos Olímpicos". Fue un golpe tremendo porque Scacchi llevaba dos años sacrificándose contrarreloj (por los años que cedió en la competencia) para ganarse uno de los lugares que iba a otorgar el entrenador Guillermo Orduna, quien la convocó al proceso. Pero no fue.
Relata que la selección en esa vuelta le dio posibilidades hermosas: volver a jugar muchos partidos en alto nivel, disputar torneos como el Grand Prix, capitanear a las chicas en un Sudamericano. El sueño máximo eran esos Juegos, los primeros del vóley femenino argentino, y quedó al margen. Acababa de ser incluso campeona de la Liga Argentina A1 con Villa Dora y la vida no le daba oportunidad para ponerse triste a pesar de que se tratase de desafíos diferentes: caída su chance de estar en los Olímpicos la llamaron de Bélgica. "Tengo la tranquilidad de haber dado todo por estar ahí, después, no dependió de mi", cuenta Marcia. Y no se detiene en lo que no fue, sino en las nuevas oportunidades. "Realmente después de haber estado 15 años sin jugar, sentada atrás de un escritorio estudiando o trabajando y poder volver y tener chance de jugar y pelear un lugar fue muchísimo. Sería injusta conmigo misma si me frustrase por esa situación".
Lo de Bélgica trajo aires nuevos, placenteros. "Es un país hermoso, la gente es muy solidaria y lo estoy disfrutando un montón. Como no tengo problemas para sociabilizar me hice lindas amistades", arranca la punta cuando se le consulta por el "cómo es la vida por aquellos lares". Detalla que si bien se entrena mucho, en doble turno y se juega los sábados, los domingos puede salir a conocer "lugares espectaculares". Comparte casa con una española que también está en Dauphines y puertas afuera se maneja hablando inglés. Se ríe por la cuestión idiomática: "Intenté con el francés (una de las lenguas oficiales) pero es complicado".
Lo de las "grandes amistades", remarca, es un logro que ayuda a la vivencia lejos de los afectos, porque aunque esta era una cuenta pendiente "se pasa por momentos lindos pero también por otros duros, de nostalgia". Y en este aspecto nombra otra vez a su gran soporte, Pucho Brajkovic: "Estar lejos de él es la parte más difícil de esta historia pero siempre me apoyó y me empujó para que me desarrolle. Esta vez no fue la excepción, él sabía que esto lo tenía pendiente. No siempre las segundas oportunidades aparecen. A veces sólo hay una y si no la podés aprovechar realmente se pierden. A mí se me dio lo primero con esto de poder jugar afuera, me aferré y realmente creo que no me equivoqué, estoy feliz. Es una experiencia de vida impresionante", detalla.
"Que me llamen a esta edad y encontrarme jugando en este nivel tras 15 años de parate es un logro doble para mí, todavía tengo posibilidades de estar en juego", sigue. Y repara en eso que muchos podrían considerar como una barrera teniendo en cuenta la "vida útil" del deportista: "La edad no es más que un número, el resto tiene que ver con cómo uno se siente y qué posibilidades tiene. Yo siempre doy todo. Tengo entrega, con lo bueno y con lo malo. Estos dos años me sirvieron para ir de a poco retomando mi nivel, tampoco voy a pretender recuperar 15 años de carrera deportiva. De a poquito voy volviendo a eso que supe ser. No quiero ni pensar qué hubiese pasado si no dejaba, aunque los caminos se me dieron así".
Ya es de noche en Charleroi. El termómetro se puso cruel. Aunque lógico para un invierno europeo. Pasó un día más en la película de esta voleibolista rosarina que no para de sorprenderse a sí misma: "Cuando quise jugué alto nivel, después estudié y trabajé en lo mío (la abogacía), ejercí a docencia que me gusta mucho, fui mediadora y cuando decidí jugar de nuevo volví a lo más alto. Qué más... Claro que si mirás para atrás... Bueno, siempre hay gente que te dice que no podés, que te tira mala onda pero creo que esas son sus propias limitaciones, trato de no escuchar cuando me ponen trabas por mi edad. Voy a luchar. Esto es lo que quería hacer y pude. Estoy feliz", insiste la Pantera de acá. ¿Y los nuevos sueños? Siempre ahí. Latentes. Descansando mientras se duerme en Bélgica.
Por ahora, sin éxito con el mate
Marcia convive con Sara Folgueira, una de las españolas del equipo y se lleva bárbaro también con Diana Castagno, la otra ibérica. Eso sí, por ahora no la acompañan con los mates: "Se los hice probar y no tuve éxito, encima tomo reamargo". Igual, no se resigna con hacer conocer la costumbre: "Le prometí al marido de Diana cebarle algunos. En otra nota te cuento cómo es la experiencia de un belga tomando mates", ser río la rosarina, fanática.