El 9 de julio de este año, Chávez aseguró que estaba "totalmente libre" del cáncer. Tres meses después, el 7 de octubre, era reelegido por otros seis años. Durante ese breve pero intenso período, logró transmitir una imagen de fortaleza física que acalló a los periodistas y médicos que afirmaban que tenía un cáncer incurable. Hoy el engaño de aquella afirmación y de esa imagen de campaña resulta indiscutible. La explicación dada por Chávez, sobre la serie de estudios que no descubrían nada hasta que el último, realizado, vaya casualidad, luego del voto, sí le encontró "células malignas" no engaña a nadie. Chávez, en su dramático mensaje al país, hizo algo que conmovió a todos: designó al vice y canciller Nicolás Maduro sucesor inapelable, con media docena de adjetivos adheridos a su decisión ("firme, plena, irrevocable, absoluta, total"). Pidió, u ordenó, que llegado el caso lo voten a Maduro. El rostro de Maduro en ese trance lo decía todo. "¿Cuanto tiempo hace que eres canciller?" le preguntó su jefe."Seis años y tres meses", musitó. Chávez repitió con tono triunfal: "¡Seis años y tres meses!", como si eso demostrara irrefutablemente las cualidades de estadista de Maduro. Ayer, las calles de Caracas y de otras ciudades se llenaron de personas quebrantadas por el dolor. Es que Chávez nunca había blanqueado de esta forma la gravedad de su dolencia, que increíblemente sigue sin tener un parte médico oficial. Como demuestra la Historia, todo régimen basado en un caudillo carismático entra en crisis cuando este desaparece. Al no existir más esa figura abrumadora, que minimiza y vacía de cualidades a los demás (como se vio nuevamente el sábado a la noche) el desequilibrio es inevitable. Si bien el nivel de institucionalización del chavismo ha aumentado con los años, nada indica que pueda sobrevivir a su fundador. Existe una enorme incertidumbre sobre el futuro de Venezuela desde el sábado. Por esto, y por esa gente que ayer lloraba desconsolada, le cabe a Chávez un cargo por su enorme irresponsabilidad, propia de un megalómano. Por esa jugada de ocultar su enfermedad para ganar unas elecciones que sólo él podía ganar. Porque Maduro hubiera sido vencido el 7 de octubre por Henrique Capriles. También es cierto que, arropado por un clima de luto popular y con el "dedazo" de Chávez de respaldo, Maduro podría lograr lo que en condiciones normales le hubiera resultado imposible. Ahora, qué será de ese eventual gobierno es otro asunto, completamente incierto.