Poetas
17 de septiembre 2017 · 00:00hs
A. Morales Cruz
(Panamá, 1952)
realidad 4/6
cuando escribo un poema
estoy en el poema con una mujer desnuda
cuando estoy en el poema observo que estoy detenido
en la subestación y un policía fuma afuera
yo veo al poema limpio subir por sus pantalones
de un Everest proscrito
creo que piensa en sus deudas
y el humo ahora le sale por los bolsillos
es tarde y este asco de estar aquí
donde escribir un poema es tan desolado
sin la suerte de poder huir
aun si mi casa fuera real
Agustina Lescano. (Santa Fe, 1992)
Miralo al lapacho blanco
ilumina la cuadra
desde el patio
del Colegio Nacional.
Si doblás en la esquina
y caminás, ves primero
la pintada en la esquina
que reza con ese magnetismo
que sigue bajando, nena
y en la mitad
de la vereda
las flores que brillan
como si soltaran el humo
después de haber fumado
durante todo el día.
Claro, ahí era antes
el Cementerio Municipal
en pleno centro
en cambio ahora
pusieron a los muertos
en el oeste
donde corresponde
por donde entró el agua
y se caen los panteones
mientras que el lapacho
florece con luz blanca
y te marca el camino
a casa.
Darío Zangrandi. (Chapanay, Mza, 1974)
Dos contratos
En bici va de uno al otro
extraña no poder vaguear
no poder bicicletear al patrón
desdobla solo el hombre
piensa en el pibe mayor
mientras cruza los guadales
ya va ayudar ese y pedalea
de un contrato a otro.
Enrique Butti (Santa Fe, 1949)
Liberto
Ya está, licenciado con tu venia
liberto rubricado con tu firma
libre ya de tus dádivas y halagos
del peso de tu lastre y tus cadenas
sin freno y rienda, suelto y desatado
del carro que azuzado yo arrastraba
de asistir con mi sangre a tu agonía
de dar luz y aplaudir al escenario
y al dosel de tus cópulas brutales.
Yo, el mismo que elegiste en la subasta
el miserable esclavo regalado
el infiel desollado casi muerto
de aquel yugo feroz al que devuelves
sin de nuevo esperanzas engrillado
a ser sólo de mí extraviado dueño.
Héctor Piccoli. (Rosario, 1951)
Haiku
con Lucio
Vibrante verde:
corazón, ¿aún lates?
—No, colibrí".
Marcelo Silva
(Paso de los Libres, Corrientes, 1973)
teorema de la piel
el pelo, el poro, el pliegue
la pequeña parte, el punto dúctil
lo que al tacto se estremece
lo que pulsa a la más leve presión
lo que se rasga, lo que quema
lo que el frío hiere, lo que calla
lo que definitivamente nos separa:
lo único que puede unirnos
a vos y a mí
Milenka Torrico
(Cochabamba, Bolivia, 1987)
Any more
Hay una niña que no quiere más
Porque tiene a su mami
mami que a los tres intentó asfixiarla
mami que a los seis la acusó de hippie
mami que a los diez la pateaba en el suelo
mami que a los trece la echaba de casa
mami que a los quince la acusa de lesbiana
mami que la amenaza
que la inculpa
mami que la apunta con un arma
y la llama hija-de-puta.
Robin Myers (Nueva York, 1987)
Union Square Station
Después de tanto ardor —tanto tratar
de encontrar las palabras y de tocar la carne,
la tibieza de ambas, o tan sólo
una manera de lidiar con sus efectos—,
después de tanto espacio que nos queda
cuando lo buscamos, sin importar si lo encontramos
o no, pienso, parada en la estación desierta
de metro, mientras un cellista solitario
munido de su arco hace que los armónicos
graves retumben por la cueva,
que debe ser deseo esto también:
dirigirse no al músico
(y sin nada de fuego), sino al tren: Sé lento,
sé lejano. Déjame que me quede
este zumbido visceral
en los pulmones. Oblígame a esperar.
No vengas nunca.
Rodolfo Edwards (Buenos Aires, 1962)
Los mundiales
Los mundiales
siempre pensé
que los mundiales
son unidades de tiempo
en este mundial
hay jugadores que saben
que es su último mundial
y todos los civiles
también sabemos
-más o menos.
cuántos mundiales
nos quedan
el tiempo es
un grandísimo hijo e' puta