Los cultivos olvidados —como la quinoa, el amaranto, la tuna, la salvia prehispánica o chía y otros— deben complementar los cultivos tradicionales por su potencial científico, tecnológico y nutricional, afirmó el mexicano Octavio Paredes López en el Simposio Bioeconomía Argentina 2014.
"Ojalá la quinoa, de la misma familia que el amaranto, recibiera como la soja una cierta atención que nos permitiera tener una agricultura complementaria", apeló el científico Paredes López, en un panel sobre las nuevas tendencias en el procesamiento industrial de alimentos.
Organizado por el Ministerio de Ciencia y Tecnología, en el simposio se analizó el futuro de la innovación en alimentos, a través de expertos nacionales y extranjeros que exponen sobre la demanda mundial alimentaria con alto valor agregado, la agroindustria argentina y las políticas públicas de promoción.
"¿Cultivos olvidados? Potencial científico, tecnológico y nutracéutico de los cultivos no tradicionales" fue el título de la ponencia de Paredes.
"Los retos que tenemos enfrente hacen que la estrategia sea más inteligente, eso no quiere decir que el señor que cultiva soja deje de hacerlo, pero esos son cultivos de alta tecnología, de desarrollos genéticos enormes que un país con exportaciones importantes como Argentina o Brasil no puede perder", afirmó Paredes, del Centro de Investigación y Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional, de México. "Lo que trato de decir es que hay zonas en nuestro subcontinente que no pueden sembrar más que plantas que sean capaces de vivir en ese sitio, como el agave con el que se produce tequila y mezcal, que crece en pendientes tremendas con 25 centímetros de suelo con una erosión extraordinaria", enfatizó.
La bioeconomía enfoca el procesamiento de la biomasa para obtener alimentos, biocombustibles, compuestos químicos y farmacéuticos y nuevos materiales.
"La biología molecular, que no necesariamente genera transgénicos, es uno de los mecanismos muy poderosos, no el único, para que la sociedad viva como quiere vivir", planteó el investigador.
Paredes puso como ejemplo el coco, una planta que con los mecanismos naturales, para que "uno identifique si va a ser buena productora, tarda decenas de años esperar a ver si el producto es de la calidad que se desea; en cambio, con la biotecnología molecular, genera una planta e inmediatamente sabe si el indicador molecular buscado está presente y si esa planta se va a comportar como se espera".
El investigador reivindica que América Central es el origen de muchos de los recursos alimentarios y nutracéuticos que se consumen actualmente como maíz, porotos, tomate, chile, amaranto, cacao, cactáceas, hongos comestibles y variedad de plantas medicinales, entre otros.
A los orígenes. Lejos del desdén histórico que las sociedades como la mexicana les ha asignado por tener "sabor" indígena, los alimentos prehispánicos vuelven a ser protagonistas de las investigaciones científicas por sus propiedades farmacéuticas, proteicas y económicas.
Paredes —quien concluyó su ponencia con la frase traducida del tzotzil "México es un país rico lleno de pobres"— observó que "nuestro amaranto, que adorna las tiendas naturistas de países desarrollados, puede ser un cultivo alternativo para las zonas marginadas por su potente mensaje nutricional, y el nopal (tuna), chile (ají picante) y otros, se cultivan o investigan más en China e India que en México".
El académico cuestionó el "por qué seguir siempre las enseñanzas de los gringos, aunque algunas sean bellísimas, si hay otras que nosotros también tenemos".
"Lo que uno quisiera es que los jóvenes se educaran en temas que son fundamentales para la sociedad, con empleos que les generen felicidad y no como dicen: —«Yo fui a Estados Unidos y mi profesor me enseñó eso»".
Entre los participantes que disertaron fueron Roger Clemens, de la estadounidense Universidad del Sur de California; Rickey Yada, de la canadiense Universidad de Guelph; Paulo Sobral, de la brasileña Universidad de San Pablo; la secretaria de Planeamiento y Políticas del Ministerio, Ruth Ladenheim, y el coordinador del gabinete científico Tecnológico-Gactec, Alejandro Mentaberry; además de autoridades de los ministerios de Agricultura, Ganadería y Pesca y Salud.