Quienes realizan estas labores suelen ocuparse de cosas que la familia no puede o no quiere llevar a cabo. Administran medicación, preparan alimentos y ayudan en la ingesta si hace falta; se ocupan de la higiene y el aseo personal del otro, pueden acompañar en actividades recreativas y ocupacionales. José Luis Aguirre, psicólogo y director de la Tecnicatura Universitaria en Acompañamiento Terapéutico del Instituto Universitario del Gran Rosario, explica que la labor de las personas cuidadoras es "una apoyatura práctica para realizar las actividades de la vida diaria. Es hacer tareas concretas y asistir en los momentos necesarios como si fuera un yo auxiliar".
"Cualquier persona que trabaje cuidando tiene que conocer de tareas domésticas, debería tener nociones básicas de salud, fundamentalmente si hay alguna enfermedad. Pero la tarea también requiere de un deseo de cuidar", amplía Aguirre.
Mariana nació con complicaciones en el parto y eso afectó su motricidad e implicó un leve retraso mental. Si bien siempre estuvo acompañada y estimulada por su familia —y hasta que pudo la responsable principal de atenderla fue su mamá— "llegó un momento en que ambas necesitaron ayuda", relata Javier, su hermano.
Marina, la cuidadora, de 52 años, asistió durante seis años a Mariana. Para ella era parte de su familia, y tal vez por eso cuando habla se iluminan sus ojos azules. Marina no recibió ninguna formación para atender a su "acompañada", como elige llamarla. "Todo lo hice desde el amor, porque a mí el trabajo me gusta mucho", cuenta, y a pesar de haber trabajado cuidando a otras personas antes, nunca "me había tocado alguien con discapacidad". "Creo que el trabajo lo hice bien", reconoce emocionada.
Relata el hermano que "el gran problema que tiene el familiar es la logística que implica el cuidado permanente. A veces las actividades de cada uno no dan la posibilidad de estar como es necesario, entonces aparecen distintas alternativas que van desde la institucionalización hasta el pedir ayuda externa para que la solución pueda darse en el hogar. Eso implica encontrar a las personas adecuadas, que a menudo suelen ser recomendadas y que generalmente trabajaron en el servicio doméstico".
"Las obras sociales ponen muchas trabas burocráticas y se toman muchos recaudos para autorizar, lo cual implica un tiempo que no todos tienen. Por lo general piden una factura para que se autorice y eso implica que la o las personas contratadas tengan monotributo", dice Javier, quien siempre tuvo al personal de cuidado registrado.
"En mi caso terminamos tercerizando en una empresa el cuidado porque es la única manera que tenemos de garantizarnos el servicio de 24 horas que necesitamos, pero esto podemos hacerlo sólo quienes tenemos los ingresos suficientes para solventarlos", reconoce.
Aquellas familias que necesitan que una persona ajena cuide de algún integrante —ya sea que esté en una institución o no— pueden encontrar ofertas de empleo en distintos espacios. Los hospitales, geriátricos, centros de día y hasta en el mismo PAMI, son los sitios ideales para promocionar el "Me ofrezco para el cuidado de enfermos".
La actividad aún no cuenta con un marco regulatorio específico en la legislación argentina, por la tanto la relación contractual que se establece es, generalmente, de carácter privado: un acuerdo entre las partes en el que se consensúa el valor de la hora y las características de la tarea. La mayoría desarrolla su trabajo "en negro", o se registran bajo la modalidad de empleo doméstico.
La precariedad se evidencia también cuando la persona cuidada fallece, ya que en ese momento generalmente culmina el vínculo laboral, sin más.
Las obras sociales y prepagas reconocen la prestación de la figura del asistente domiciliario con formación, pero para ello se requiere que la asistente esté inscripta en forma impositiva.
La carga horaria del cuidador/a domiciliario dependerá de cada caso: pueden ser algunas horas por día, puede ser a la noche (horario con mayor demanda) o los fines de semana para "descomprimir" al cuidador familiar. También pueden formar parte de los días de quien acompaña, y en ese caso trabajan entre seis y ocho horas diarias.
Al cuidador "particular" se le suman hoy las ofertas de empresas de servicios que entienden que la tarea de "cuidar" implica el manejo de tecnología adecuada y la atención profesional de personas. Se insertan entonces como empresas del tercer sector, que es aquel que ofrece servicios a la población, y se pueden encontrar fácilmente en la web. En la ciudad se encuentran Cuidar, Siempre, SID y Azul Cuidados, entre otras.
Javier Insaurralde trabaja en Cuidar, y comenta: "Nosotros tenemos una planta de empleados de alrededor 50 personas que trabajan de asistentes domiciliarios de adultos mayores o pacientes que transitan una enfermedad".
"Vimos la necesidad que el mercado tenía de ese rol que históricamente desempeñaba la mujer de la familia", relata Insaurralde. Y explica que "ellos se instalaron hace tres años con la firme intención de ofrecer un servicio de calidad".
Para trabajar allí, las personas tienen que tener experiencia laboral comprobable en el rubro, y se les realizan una serie de evaluaciones psicológicas. Reciben capacitaciones en la empresa y "tienen empleo estable".
Para las familias que lo necesitan, esta empresa ofrece modalidad de contratación según las características de la demanda, incorporando la posibilidad de un servicio prepago o de servicios particulares, que puede ser un servicio de higiene y movilización hasta el acompañamiento en los espacios de internación.
"Las tareas que hacen nuestros asistentes domiciliarios no están reconocidas por ninguna obra social o prepaga", explica Insaurralde. "Si bien el servicio es caro tenemos mucha demanda", reconoce.
Al ser privado, tiene un costo que para muchas familias es imposible de afrontar y ahí es cuando inexorablemente se vuelve al círculo del empleo precarizado.
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José Luis Aguirre, psicólogo.
Cuál es la formación requerida
El Ministerio de Desarrollo Social de la Nación promueve un Programa de Formación de Cuidadores Domiciliarios destinado a personas de entre 25 y 50 años "interesadas en brindar atención primaria a quienes no cuentan con familiares o allegados y que necesitan ayuda en todas las actividades de la vida diaria".
En la provincia de Santa Fe se replicó una experiencia similar en 2013, año en el que también se dictó el Primer Curso de Capacitación para Asistentes Personales de personas con discapacidad.
En Rosario existe desde 1990 la Escuela de Gerontología, dependiente de la Secretaría de Desarrollo Social, que ofrece el curso anual de asistente gerontológico con certificación del Ministerio de Educación de Santa Fe, destinado a mayores de 18 años con estudios primarios y completos "y sensibilidad para trabajar con adultos mayores".
Alcira Scarpone, actual directora del área de Adultos y Adultas Mayores, y de la Escuela, da cuenta de cómo se ha ido modificando el eje del curso en función de los cambios históricos, sociales y culturales. "Pasamos de una formación que ponía el eje en la atención del cuerpo y de la enfermedad a pensar a las personas mayores como personas que tienen otras opciones en la vida y que tienen autonomía", explica.
La directiva detalla las características del curso que está conformado por cuatro módulos: psicosocial, médico, enfermería, y de ocio y tiempo libre. El objetivo fundamental es"potenciar otras cuestiones más allá del significado biológico que tiene la vejez, ya que se orienta fundamentalmente a favorecer la autonomía, a trabajar en los prejuicios y estereotipos que tenemos como sociedad en relación a la adultez".
"Reconocemos que la vejez es una etapa y que se debe considerar a las y los adultos mayores como sujetos de derechos", amplía.
Según datos de la Comisión Económica para América Latina (Cepal), para el 2050 el 25% de la población Argentina tendrá más de 60 años, convirtiéndose en uno de los países latinoamericanos más envejecidos.
Según el último Censo Nacional, Santa Fe es la provincia más envejecida del país. Y en Rosario, el 26 por ciento de esa población de mayores vive en el centro, refiere Alcira Scarpone.
"Los motivos son varios, pero fundamentalmente porque envejecer en la pobreza es muy difícil. Y en el centro se tienen otras opciones, aunque también aumentan las dificultades en algunos casos para las cuestiones cotidianas", explica.
La sobrecarga
Quienes cuidan de personas dependientes suelen tener más de 40 años, con una edad media de 50. El nivel de estudios suele ser bajo ya que en general son muchos los que no supera estudios primarios y secundarios.
En la Escuela de Gerontología, por ejemplo, el perfil de asistentes es de mujeres mayores de 50 años que buscan en el curso una alternativa como salida laboral. Si bien muchas ya están trabajando, se considera que allí encontrarán herramientas para disminuir el impacto negativo o el estrés que conlleva esa tarea. La novedad este año son los cinco varones que asisten semanalmente.
El sector de cuidado de personas es un grupo históricamente rezagado en sus condiciones de trabajo y remuneración. Las tareas desempeñadas en el ámbito de hogares particulares, casi en exclusividad, ha sido una ocupación desvalorizada económica y socialmente.
El término sobrecarga es un concepto muy heterogéneo que alude a aspectos como la reacción emocional que produce cuidar a alguien, sea familiar o no; la valoración que hace la persona cuidadora de las circunstancias de estrés que se asocian al hecho de cuidar y su impacto; el grado de implicación de las personas cuidadoras en los cuidados, los cambios en la vida social, entre otros.
La sobrecarga entonces hace referencia a ese estado psicológico resultante de la combinación de trabajo físico, presión emocional y restricciones sociales, y que diversos estudios han descripto como "síndrome del cuidador".
Cuidadores y Acompañantes
El trabajo del asistente domiciliario suele confundirse con el de acompañamiento terapéutico. "Quienes trabajan como acompañantes terapéuticos siempre lo hacen en el marco de un equipo interdisciplinario", aclara el psicólogo José Luis Aguirre.
"El acompañamiento puede implicar tener una escucha atenta de las demandas de la persona que acompaña, de ayudar a la reflexión y a la planificación de las actividades de la vida diaria pero siempre con un sentido terapéutico. Es decir, hay una labor clara que implica ayudar a la persona a la recuperación de la salud".
Para desarrollar esta práctica se requiere una profesionalización adecuada, acorde al servicio que presta y a las demandas cada vez mayores, especialmente aquellas vinculadas a la salud mental. "Se ha comprobado mundialmente que el acompañamiento terapeútico tiene una alta eficacia en lograr mejorar la calidad de vida de las personas acompañadas", destaca el profesional.
Si bien suele ser una decisión difícil de tomar, delegar ciertas atenciones de familiares puede ser la única opción.
Para que el trabajo resulte efectivo para ambas partes son necesarias la profesionalización y capacitación acordes a las demandas y a las problemáticas. Por ello, todos los niveles estatales, las obras sociales y la medicina privada deben ser responsables y asumir la salud de la población como una política prioritaria.
Cuidar es estar pendiente y tratar de ofrecer bienestar, lo que requiere de paciencia, capacidad, sensibilidad y amor. Reconocer esta tarea nos hace más humanos.
Dónde recurrir - Para consultas: Dirección de Adultos y Adultas Mayores: Av. Belgrano 634, Dirito Centro: Teléfono 4802444 internos 300/301. Informes: lunes a viernes de 8.30 a 14.
- Subsecretaría de Discapacidad de la Provincia: 9 de Julio 325. Tel: 54 341 471164 / 471165. [email protected]
- PAMI
Qué dice la ley
La legislación nacional indica que la asistencia domiciliaria "por indicación exclusiva del equipo interdisciplinario perteneciente o contratado por las entidades obligadas, brindará a las personas con discapacidad los apoyos de un asistente domiciliario a fin de favorecer su vida autónoma, evitar su institucionalización o acortar los tiempos de internación. El mencionado equipo interdisciplinario evaluará los apoyos necesarios, incluyendo intensidad y duración de los mismos así como su supervisión, evaluación periódica, su reformulación, continuidad o finalización de la asistencia. El asistente domiciliario deberá contar con la capacitación específica avalada por la certificación correspondiente expedida por la autoridad competente".
Al no estar incluida como prestación en el Nomenclador de Discapacidad suele negarse su cobertura el 100% y por lo general no figura en las cartillas de las obras sociales o prepagas. Estén o no contempladas en el nomenclador no es excusa para su no cobertura por parte de los agentes obligados.