Un proyecto de integración de jóvenes y adultos sordos crece en las aulas de la
Eempa Nº 1147 (Italia al 1200). Es único en la provincia. Una de las clave es la tarea que hacen
las intérpretes en lengua de señas, junto a los profesores de las distintas materias. Lo insólito
de esta iniciativa inclusiva es que para funcionar recibe el apoyo de la institución, de la
Dirección de Inclusión Municipal y del Círculo de Sordos de Rosario, menos del Ministerio de
Educación de Santa Fe.
Sandra Amorelli es la coordinadora de este proyecto inclusivo, también una de la
5 intérpretes que hacen posible que 13 alumnos —ya hay una cantidad similar de
egresados— jóvenes y adultos sordos puedan terminar su secundario. La educadora es una
permanente optimista. Por eso no se desanima para nada ante el hecho incomprensible de que la
Cartera Educativa no contemple la posibilidad de que los mayores de 18 años y con discapacidad
auditiva puedan terminar la escuela hoy obligatoria.
El proyecto ancló en la Eempa 1147, cuyos directivos y profesores no dudaron en abrir las
puertas a la inclusión. Las otras patas de esta experiencia las sostienen la Dirección de Inclusión
Municipal y el Círculo de Sordos de Rosario. Pero el trabajo diario en sí se apoya en el rol que
desempeñan las intérpretes de lengua de señas, que se reparten la traducción de las clases de
lengua, matemática, física o filosofía, entre otras asignaturas.
Además de Sandra Amorelli, están Emilce Pajón, Leticia Gaglianese, Silvia Radimak y Vanina
Zalazar haciendo la labor de intérpretes. Son además profesoras de chicos sordos y en el caso de
Silvia es estudiante avanzada de psicopedagogía.
Cuando hablan de su profesión confiesan que se sienten “muy respaldadas por los
profesores, que permanentemente nos ayudan”. También que su función es de
“acompañamiento”. “No trabajamos por separado sino de manera cooperativa”,
explican.
La función de estas intérpretes de lengua de señas no pasa por repetir lo que dice el profesor
de manera literal, sino buscar la seña más adecuada que permita comprender el tema que se enseña.
Eso implica —dicen las profesionales— ponerse al tanto previamente de lo que se dará en
clases, hacer lo que en terreno educativo se llaman “adaptaciones curriculares”, para
luego frente a la clase buscar el camino más sencillo para que los alumnos sordos comprendan la
disciplina.
“Lo interesante es que se construyen las señas convenientes a la explicación entre todos,
que son propias del ámbito escolar, y donde son los mismos alumnos los que dicen muchas veces cuál
es la más indicada”, comentan las educadoras.
Herramienta indispensable
Todas hablan con entusiasmo y muy convencidas que están asegurando el derecho a educarse a los
jóvenes y adultos que no pudieron terminar el secundario en su momento. “Una herramienta
indispensable para conseguir un trabajo o seguir estudiando”, consideran. “Además
—agregan— el ambiente de la Eempa es el indicado, les permite relacionarse con
estudiantes de su edad sean oyentes o no. Hay que pensar que para ellos no hay otro lugar más que
el de esta escuela”.
Cuando el proyecto arrancó en 2006 se abrió un pedido formal ante el Ministerio de Educación de
Santa Fe para que se lo reconociera. El principal argumento es que no hay otra posibilidad para
terminar la secundaria para los jóvenes y adultos sordos. Sin embargo, la respuesta oficial hasta
el momento ha sido de desconocer este reclamo.
M.I.