Contradicciones de la Iglesia
La Iglesia Católica invierte tiempo, esfuerzo y dinero en polémicas campañas públicas contra el
aborto y el matrimonio de parejas homosexuales (en su momento también lo hizo contra el divorcio),
pero sin embargo frente a los sacerdotes abusadores o los implicados en violaciones a los derechos
humanos mantiene un sugestivo silencio, y las sanciones internas brillan mayoritariamente por su
ausencia o son llamativamente poco contundentes. Esto quedó nuevamente demostrado con el caso
destapado públicamente por este diario del cura párroco Reynaldo Narvais, representante legal del
colegio Nuestra señora de Pompeya, de Rosario, acusado por el delito de abuso sexual...
8 de marzo 2010 · 12:17hs
La Iglesia Católica invierte tiempo, esfuerzo y dinero en polémicas campañas públicas contra el
aborto y el matrimonio de parejas homosexuales (en su momento también lo hizo contra el divorcio),
pero sin embargo frente a los sacerdotes abusadores o los implicados en violaciones a los derechos
humanos mantiene un sugestivo silencio, y las sanciones internas brillan mayoritariamente por su
ausencia o son llamativamente poco contundentes. Esto quedó nuevamente demostrado con el caso
destapado públicamente por este diario del cura párroco Reynaldo Narvais, representante legal del
colegio Nuestra señora de Pompeya, de Rosario, acusado por el delito de abuso sexual.
Este domingo,
La Capital reveló que el sacerdote acusado de ocho casos de acoso sexual y abuso
de autoridad en la parroquia de Mendoza 5160 estaba en condiciones de ser rehabilitado en el
ejercicio de su labor pastoral, según un informe del Vaticano que consideró que después del año
sabático y los tratamientos psicológicos brindados mostraba "signos de recuperación". Una semana
atrás este diario había develado que el párroco en cuestión había sido separado de sus funciones
pastorales por los hechos denunciados puertas adentro, pero nunca presentados en la Justicia
pese a que se trata de un delito penal.
Pero hay otros tres casos recientes y emblemáticos donde la posición de la Iglesia Católica es
al menos poco clara:
Christian Van Wernich: Este sacerdote todavía no recibió ninguna sanción de la
Iglesia, pese a que ya se han cumplido más de dos años de la condena a cadena perpetua que recibió
por delitos de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura en Argentina (se probó su
participación en siete asesinatos, 31 casos de tortura y 42 de privación de la libertad). El
clérigo incluso sigue celebrando actualmente misa en la prisión en el penal bonaerense de Marcos
Paz, donde está recluido. Desde el retorno de la democracia en Argentina, en 1983, la postura de la
Iglesia Católica ante las múltiples denuncias sobre Von Wernich era que se debía esperar una
sentencia judicial. Esta hace rato que llegó, pero el sacerdote no fue excomulgado. Un dato al
margen, pero no tanto: la mayoría de la jerarquía de la Iglesia Católica argentina mantuvo fluidas
relaciones con la dictadura militar, a la que avaló en distintos pronunciamientos y acciones de sus
principales dirigentes.
Julio César Grassi: En junio del año pasado el Tribunal Oral Nº 1 de Morón condenó
a este mediático sacerdote (protegido por el poder político y la farándula) a 15 años de prisión
por abuso sexual agravado y corrupción de menores. Los jueces afirmaron que "de acuerdo a la
descripción de los hechos (...) resulta clara la orientación sexual de los tocamientos, beso en la
boca y sexo oral, por lo que el tema no merece mayores comentarios". Y luego agregaron: "Con
respecto a la corrupción, evidentemente Grassi, para satisfacer sus bajos deseos, no trepidó en
llevar adelante, con un menor de 13 años, conductas que no podía ignorar eran aptas para desviar el
normal desarrollo de su sexualidad". Grassi hasta el día de hoy sigue ejerciendo su ministerio
sacerdotal, es decir puede oficiar misa y administrar los sacramentos (bautizar, casar, etcétera).
La jerarquía eclesiástica no se pronunció sobre el caso, ni sancionó al cura.
Edgardo Storni: el ex arzobispo de la ciudad de Santa Fe se convirtió en uno de
los primeros altos prelados de la Iglesia Católica argentina en recibir una condena por el delito
de abuso sexual. En diciembre pasado, la Justicia de esta provincia lo sentenció a ocho años de
prisión por abusar sexualmente de un seminarista. Storni renunció a conducir la grey santafesina
siete años atrás, cuando se desató públicamente este escándalo, y se refugió en una casona de La
Falda, propiedad del Arzobispado de Santa Fe, donde reside desde entonces y ahora cumple arresto
domiciliario. Su condición para la Iglesia Católica sigue siendo la de un consagrado: recibe el
título de arzobispo emérito, y por eso cobra una pensión del Estado de 7 mil pesos mensuales.
La mayoría de los sacerdotes católicos son personas dignas, entonces ¿por qué estos sugestivos
silencios de la Iglesia? Ninguna institución puede, bajo ningún concepto, apañar a personas
implicadas en delitos. Y la Iglesia no es la excepción.