Un complot entre testigos del crimen de Matías Ratari para declarar en favor del acusado, quien le disparó desde un balcón de Cochabamba al 300 un mes atrás, quedó al descubierto ayer en escuchas que la fiscal Marisol Fabbro dio a conocer en una audiencia por el caso. Ese hallazgo fue determinante al momento de definir la situación de Lucas Emanuel F., el imputado, quien seguirá otros 60 días en prisión preventiva ante el riesgo de que intente entorpecer la investigación estando en libertad.
Los diálogos se captaron de los teléfonos de cinco testigos, tres días antes y dos después de que el grupo declarara en la Fiscalía de Homicidios. Tres de ellos modificaron la versión que habían prestado en una comisaría a minutos del crimen. En un cambio decisivo, dijeron que Ratari los había asaltado en la calle portando un arma, detalle que antes no mencionaron. Es un dato que reforzaría la teoría del acusado, quien dice que actuó en legítima defensa al ver que en la calle asaltaban a su madre con un arma. Un encuadre al que la jueza Irma Patricia Bilotta ayer le restó peso.
"Advertí que me quisieron direccionar la investigación. Hubo una connivencia del entorno para mejorar la situación de F. que se pergeñó con el acusado en libertad, pero sabiendo que se iba a presentar", dijo Fabbro. La fiscal se opuso a los pedidos formulados por el defensor Marcos Cella, quien reclamó la libertad de su cliente o que le otorguen prisión domiciliaria en el taller donde trabajaba con su padre, previo pago de una fianza de 50 mil pesos.
Los amigos de Matías Ratari se apostaron en el acceso a los Tribunales y ataron globos blancos con el nombre del muchacho en la escalinata. El ruido de los bombos se coló en la sala. La convocatoria era para revisar si F. debe seguir preso o en condiciones más aliviadas.
Está acusado de un homicidio agravado por el uso de arma de fuego, además de la portación de una pistola 9 milímetros Hi Power con balas teflonadas y la numeración limada. Según la Fiscalía, la noche del 16 de abril F. festejó su cumpleaños número 23 en el departamento de su novia, en el tercer piso de Cochabamba 329. A las 4.30 la joven bajó a abrirles la puerta a los invitados que se iban: dos varones, la madre de Lucas, su tía y una amiga.
Mientras el grupo esperaba un remís, Ratari y un acompañante "se aproximaron sin portar armas de fuego en una moto Honda Tornado blanca y negra" y al parecer les robaron un bolso, un celular y un reloj. Lucas F. disparó tres veces desde el tercer piso y una bala de punta azul de teflón ingresó por la clavícula del muchacho y lo mató.
Obstáculos. Desde el inicio la investigación tropezó con escollos. Un policía que llegó a la escena subió al piso y habló con F. sin que éste entregara el arma, secuestrada al día siguiente. Luego se instaló la versión de que a Ratari lo había baleado su acompañante. F. estuvo diez días prófugo. En el celular de su novia se hallaron mensajes advirtiéndole que planeaba escapar a Mar del Plata o que se deshiciera del arma. A esto se suma el rotundo giro en la declaración de algunos testigos. En la comisaría, su amiga Micaela P., su tía Micaela R. y sus amigos Maximiliano P. y David C. dijeron que les habían robado, sin mencionar armas. Su madre, como estaba en un hospital, no declaró pero sí fue parte de las escuchas.
Pero al presentarse días más tarde en Fiscalía, todos menos David C. se rectificaron de manera casi calcada para decir que los jóvenes de la moto "estaban portando armas de fuego". "Nos apuntaron a la cabeza y al pecho", dijeron. La sospecha de los acusadores —un giro para favorecer al acusado— se confirmó con las escuchas que Fabbro leyó ayer. Las desgrabaciones llegaron el jueves desde la Dicom, el órgano que las hace, con sede en Buenos Aires.
Los diálogos. "¿Viste el diario? El abogado que tiene el padre (de Ratari) dijo que van a estar muy atentos. Si hay un testigo falso, lo van a meter preso", le comenta asustado David C. a la tía del imputado. La charla es del domingo 24 de abril, un día antes de declarar en Fiscalía, y en referencia a una nota publicada por este diario. "¿Y vos estás asustado por eso? Sos un pelotudo", contesta la mujer, que en otro tramo le comenta: "Nos dijeron que nos teníamos que poner de acuerdo simplemente". En otras conversaciones lo invitan a discutir lo que dirán. El muchacho rehusa acudir por no tener dinero para el colectivo.
El mismo día, la madre de F. intenta convencerlo de desayunar con el resto antes de prestar su testimonio: "A Lucas hay que sacarlo de ahí con la verdad. Ojo, hay que limar algunas cosas. Por eso te queríamos tener acá a vos".
Cuando tomó estado público que citarían por falsedad a los testigos, las charlas se endurecen. "¿No leíste el diario? Nos van a acusar de falso testimonio por la declaración de David. Yo le quiero arrancar la cabeza. No puede ser tan estúpido. Hasta el fondo nos metió a todos. Ahora sí podemos caer por culpa de él", le dice Micaela R. a Micaela P. Luego admite que "el pibe no mintió".
El defensor Cella respondió que los testigos "tienen miedo" e insistió con referir los disparos como respuesta a un robo, "un contexto que Lucas F. no quiso". Sostuvo que un hermano del muchacho que iba con Ratari, preso por homicidio, publicó en su Facebook amenazas de muerte a su cliente entre fotos portando armas. Pidió que eso se investigue.
Los querellantes Paul Krupnik y Gustavo Feldman rechazaron la existencia de un robo. "Sí hubo una discusión, una controversia. Es evidente que no estamos frente a un escenario de justificación", dijeron al reclamar la figura de homicidio calificado, con prisión perpetua.
Al definir, la jueza puso el acento en el "radical" cambio de los testigos respecto del arma: "No estamos hablando de cuestiones periféricas", advirtió. Esto, sumado a la expectativa de pena efectiva, la llevó a oponerse a la libertad del acusado.
Y si bien dijo que será objeto de análisis, le bajó el tenor a la hipótesis de legítima defensa. "Se advierte que (F.) pudo evitar este resultado. Al menos con otros medios. Pudo llamar al 911. A mi parecer el peligro no era actual sino que había cesado".