En ocho meses de 2015, Javier Hernán Pino quedó como sospechoso en al menos cinco homicidios. Se lo buscaba por el crimen del playero Daniel Ríos, en la localidad salteña de El Galpón, el 13 de julio; luego los hermanos Ponisio, en Rosario, el 16 de octubre. Y tras ser detenido se lo vinculó al crimen del comerciante chino Ni Qi Fu, el 16 de febrero en el barrio porteño de Balvanera, y el de Claudia Sosa, hallada muerta en su departamento de Tucumán al 1500 frente a los tribunales porteños. La clave estuvo en las pericias sobre las dos pistolas 9 milímetros que le secuestraron cuando fue detenido en Santiago del Estero y que estaban registradas a su nombre.