—Cuando Neruda escribió este poema que elegí para publicar en este segundo día del nuevo año (aunque para mí es el primero), yo apenas tenía diez años. Y como él escribió en otra de sus obras, yo podía decir entonces que “de cuando en cuando soy feliz”. Sin embargo, yo sabía que esa nostalgia que había nacido conmigo, pero que se haría adulta y fuerte por circunstancias tempranas de la vida, no serían sino un mal en enero.
—Sí, Neruda, allá por el año 1959, escribió, precisamente en el primer mes de aquel año, lo siguiente: “Desdichas del mes de enero cuando el indiferente / mediodía establece su ecuación en el cielo, / un oro duro como el vino de una copa colmada / llena la tierra hasta sus límites azules.
—”Desdichas de este tiempo parecidas a uvas / pequeñas que agruparon verde amargo, / confusas, escondidas lágrimas de los días / hasta que la intemperie publicó sus racimos.
—”Sí, gérmenes, dolores, todo lo que palpita / aterrado, a la luz crepitante de enero, / madurará, arderá como ardieron los frutos.
—”Divididos serán los pesares: el alma / dará un golpe de viento, y la morada / quedará limpia con el pan fresco en la mesa”.
—Este poema trae a mi memoria ese enero, esos tempranos años de mi vida. Al recordarlos desde el punto lejano en el que me encuentro en el calendario de la vida, no puedo menos que sentir satisfacción porque aquella fe y esperanza que tenía, en que mis males tempranos serían finalmente conjurados, hicieron lo suyo y lograron el cometido. Puedo decir, parafraseando al poeta: “Divididos fueron los pesares: el alma / dio un golpe de viento, y la morada / quedó limpia con el pan fresco en la mesa”.
—Hace pocas horas, las copas estallaron en brindis y deseos con motivo del inicio de un nuevo ciclo, de un nuevo año. Para algunos, el año que se fue será recordado como un buen año. Para otros, fue un ciclo como aquel enero de Neruda, como ese enero mío, lleno de soledades, de angustias e incertidumbres. Y no se trata de expresar, desde luego, que la nostalgia y sus causas fueron evitadas para siempre, porque hay espíritus que jamás podrán eludir, enteramente, el signo de ese sentimiento. Pero sí hay que decir que aquella virulencia fue vencida, los gérmenes doblegados y si alguno quedó (y claro que algunos han quedado) , su propia energía es usada en favor propio y de los seres amados, para bien del buen orden y de un mejor mundo, y no del monstruo que pugna por crecer.
—”Divididos serán los pesares: el alma / dará un golpe de viento, y la morada / quedará limpia con el pan fresco en la mesa”, profetizó el poeta en su enero. En sus palabras, retumba la fuerza de la fe, de la esperanza y del amor. Sin esas tres fuerzas infinitas, poderosas y eternas, amigos, no podrán dividirse los pesares ni vencerse las dificultades. Por eso, a los que tuvieron un buen 2.010, les deseo, de corazón, lo mismo para este 2.011. A quienes pasaron un año poco feliz o muy penoso, los invito a seguir en la vida con fe, esperanza y amor para que puedan exclamar, desde un cercano punto del espacio y el tiempo: divididos fueron los pesares. Que así sea.
[email protected]