Se saluda que Eduardo Coudet dijera públicamente el nombre y apellido del autor de la nota que tanto le molestó y que no metiera a todos en la misma bolsa. Justamente eso fue lo que se le pidió en la columna que se tituló "Es una pena Chacho", que este periodista escribió en la edición de ayer. También se aplaude que exteriorizara cuál era su enojo en el toma y daca que mantuvo con el redactor de Ovación en la conferencia de prensa. En lo que se equivoca el Chacho es en entender lo que él quiere de una publicación firmada y con la foto del que la escribe, que argumenta "parece que lo mejor de Coudet en Central ya se vio". Eso que tanto ruido le hizo no fue más que una visión de la situación futbolística que atraviesa Central, que Coudet puede o no compartir. Tampoco pareció oportuno que anticipara que de ahora en más este medio empezará a "pegarle" deliberadamente porque él decidió no hablar por el momento con La Capital. En ese sentido puede quedarse tranquilo porque las columnas que se escriben nunca tuvieron ni tendrán el objetivo de perseguirlo. Al contrario. Las críticas siempre estuvieron paridas desde la visión subjetiva de quien las escribe. Mucho menos estarán movilizadas por aprietes o por mecanismos de presión para que él conceda una entrevista exclusiva o dé alguna información. La Capital cumplirá en noviembre 149 años y no necesita de Coudet para seguir en complicidad con sus lectores.