Pasó una semana del discurso en el que el presidente de Venezuela admitió que estaba enfermo. Después de largos días de especulaciones, el propio Chávez develó parte del misterio al asegurar que le habían extirpado un tumor maligno. Se guardó para su círculo íntimo qué tipo de cáncer está sobrellevando. Y entonces, con pocos elementos ( dos cirugías de urgencia, un tumor abscedado, una considerable disminución de peso) médicos el mundo entero arriesgaron el diagnóstico completo: cáncer colorrectal en estado avanzado.
¿Esto significa que se va a morir pronto? ¿Tendrá que permanecer en cama por mucho tiempo? ¿Es hora de buscar ya mismo a su sucesor? Las inquietudes se multiplican, al igual que la angustia de sus seguidores. Una angustia que también comparten quienes tal vez ni simpatizan con el líder bolivariano pero están transitando la misma enfermedad, y se miran en ese espejo. Algo inevitable cuando una persona famosa sufre un problema de salud.
Cáncer no significa muerte. Los avances en el diagnóstico y tratamiento han permitido que la sobrevida se prolongue en la mayoría de los casos y la calidad de vida sea más que aceptable. Eso sí, hay un dato clave que puede favorecer o complejizar las cosas: el momento del diagnóstico. Cuanto antes sea posible actuar, mejor. En el cáncer colorrectal, por ejemplo, si se detecta en el primer estadío las posibilidades de cura son del 90%. Lamentablemente, más del 20% de los pacientes llegan al médico con metástasis. Otro grupo, comienza el tratamiento ya con un tumor avanzado, como en el caso del presidente venelozano, quien reconoció con dolor que descuidó su salud y jamás siguió las indicaciones o consejos médicos. Nadie es culpable de enfermarse, nadie quiere pasar por eso, pero existe un grado de responsabilidad en los adultos que es innegable, sobre todo, como en el caso de Chévez, cuando los recursos existen y hasta sobran. A veces, la imposibilidad de escuchar las señales del cuerpo o el temor a encontrar allí un síntoma de debilidad, nos hacen mirar hacia otro lado.
Los médicos son precisos en este punto: como el cáncer colorrectal es la segunda causa de muerte en el mundo, hay que estar atentos. Hombres y mujeres deben realizarse una videcolonoscopía (un estudio rápido e indoloro, porque se hace con sedación) después de los 50 años y repetirla de acuerdo a lo que indique el profesional. Si hay antecedentes familiares, es decir, padres, hermanos, tíos o abuelos que han tenido cáncer de colon siendo jóvenes (lo que probablemente sea síndrome de Lynch) hay que adelantar la consulta con el especialista todo lo que se pueda. El control clínico, más los estudios correspondientes permiten detectar los problemas a tiempo.
La enfermedad no entiende de privilegios ni respeta poder alguno, sólo se doblega ante la toma de conciencia y las ganas de vivir.