A propósito de una carta publicada la semana pasada en este espacio, qué difícil se hace tener esperanzas cuando a la misma hora de la marcha del "miércoles negro" nos enteramos de un nuevo femicidio. Cuando ante un anuncio pomposo de un hecho de gobierno, sale a la luz otro acto de corrupción. Cuando esperamos ansiosos la presencia de los gendarmes, vemos por los noticieros otra balacera en algún barrio de la ciudad. Y ahora, mientras discuten entre todos el bono de fin de año, sabemos que al final serán unas pocas migajas que no servirán de mucho. Nos dicen que el país lo construimos entre todos, pero hay unos pocos que con su poder lo destruyen cada vez más. Esta percepción de pesimismo aumenta entre nosotros, y es un fenómeno para prestar atención. Cada uno piensa que en "el otro" no se puede confiar, que "el otro" tiende a ser individualista. El egoísmo propio se basa en la expectativa de que "la otra persona" piensa solamente en ella. ¿Cómo romper este círculo? La realidad nos muestra que parece cada vez más difícil. El pesimismo nos está ganando, nos está cambiando como personas, como sociedad. Todas las batallas parecen perdidas y no se nota en el ambiente que esto se pueda modificar.