Gran título de La Capital del 10 de junio pasado: "La provincia propone a Nación el cierre de las importaciones para preservar las fuentes de trabajo". Como siempre en nuestro país, o abrir todo o cerrar todo. Siempre los extremos. Si cerramos, ya se comprobó en los últimos años, van a faltar medicamentos, repuestos de todo, se beneficia a amigos del poder que sí importan, se generan usinas de corrupción como en Tierra del Fuego o los containers a domicilio en negro; todas las bellezas que traen aparejadas las políticas en las que todo queda a discreción de un personaje como Moreno o Kiciloff. Coimas, porcentajes, truchadas y demás yerbas que hay que pasar para conseguir algún permiso para traer algo. Si de la noche a la mañana se abre todo, el otro extremo, se puede dar que muchas cosas resulten afectadas por competencias desleales u ofertas de países en crisis, como hoy está Brasil. Pero si permanecemos cerrados, pasaríamos a fabricar de nuevo el R 12, el Peugeot 504, el Torino, el Falcon, la Siam bolita, las zapatillas Skippy, Boyero y Flecha, cuyos precios, al no existir alternativas, serian exóticos por lo caros. Este año, con el cambio de gobierno, se instrumentó una política administrada de importaciones, como aviso de que hay que prepararse para competir y adecuarse a lo nuevo que hay en el mundo, pudiendo, inclusive, exportar productos. Para ello, hay que buscar que los insumos de producción, aceros, chapas, gomas, telas, bajen sus precios para que los productos finales tengan precios competitivos. Esos insumos cuestan en el exterior la tercera parte de lo que cuestan aquí, siendo los fabricantes nacionales subsidiarias o multinacionales que tiene esos precios afuera y aquí no, cobrando lo que les parece. Hay que avisar con tiempo a los industriales para que se equipen y estén en condiciones de afrontar la nueva situación, en línea con el resto del mundo normal. Resulta ilógico pretender proteger fundiciones en las que el equipamiento más nuevo ya cuenta con un siglo de antigüedad, es realmente ridículo. Hay que invertir en equipos nuevos, con productividad, tecnología, eficiencia, calidad. Un país completamente cerrado es Cuba. El que fue, sabe de qué hablo. Todos los países que aplicaron esas políticas fracasaron y condenaron a su población a retornar a la época de las cavernas. Sus gobernantes, gracias a la corrupción imperante, se compraron mansiones en las principales capitales del mundo para vivir como reyes en esos países con las fortunas que se robaron. No hay que irse muy lejos. Pasó aquí mismo en los últimos 12 años.