El erudito filósofo Santiago Kovadloff escribió en un diario de Buenos Aires del 5 de julio pasado, una nota contra el maestro Daniel Barenboim. Y reza el título de la misma: "El enojo de Barenboim con Israel". Son muchas las críticas directas y algunas subliminales contra Barenboim que Kovadloff manifiesta en su relato. Resulta sorprendente, al leer con detenimiento el relato de Kovadloff, que sobre el asunto principal, por el cual Barenboim critica a Israel, Kovadloff no emite juicio de valor, ni toca el tema en lo más mínimo. Se refiere Barenboim al martirio que sufre el pueblo palestino hace ya casi 50 años. Los gobiernos cometen actos aberrantes y en ocasiones suelen arrepentirse. Algunos de ellos fueron, Alemania respecto de las atrocidades cometidas por Hitler con los judíos; España y la Iglesia por la inquisición. Lamentablemente no hay muchos casos más de arrepentimiento en el universo de naciones. Kovadloff se refiere críticamente a la aceptación de Barenboim sobre la invitación de Irán, país que manifestó desconocer la Shoah. Oficialmente, Israel se ha negado a calificar de "genocidio" las masacres de armenios cometidas por los turcos entre 1915 y 1918, considerando que se trata de un asunto que deberían resolver las partes en forma pacífica. Se olvida el gobierno de Israel, que entre Armenia y Turquía, actualmente no se libra una guerra, de modo que no hay nada que resolver, Israel no tuvo que resolver un diferendo con Alemania en la posguerra. Alemania tuvo que admitir su culpabilidad y lo hizo. Lo mismo debe hacer Turquía, e Israel debería apoyar a Armenia en su búsqueda de reparación histórica, 1.500.000 armenios fueron brutalmente asesinados por el Estado turco entre 1915 y 1918, sólo porque les resultaban religiosamente infieles e intelectualmente superiores. Kovadloff, se refiere críticamente a la aceptación de Barenboim sobre la invitación de Irán, país que manifestó desconocer la Shoah. Doctor Kovadloff, qué me sugiere a mí, como armenio de sangre que soy, si recibo una invitación del gobierno de Israel, país que, a través de su otrora presidente Shimon Peres, negó que hubiera existido el genocidio armenio.