Los atentados de Niza y Munich, como tantos otros anteriores, muestran la perversidad intrínseca del terrorismo y nos recuerdan las palabras del presidente de la Amia: "No hay terroristas malos y buenos". También nos recuerdan que en la Argentina de las décadas de 1970 y 1980 las organizaciones paramilitares ERP y Montoneros cometieron más de 17 mil actos de terrorismo, causando cantidad de muertos, heridos, discapacitados y daños materiales, y creando una grieta que aún dura. Eran años en que, como pasa ahora en Europa, nadie sabía si volvía con vida a su casa. Pero luego muchos de esos terroristas ocuparon cargos de primera línea en el gobierno kirchnerista, cobraron jugosas indemnizaciones, cobran jubilaciones de privilegio y algunos aún son senadores y diputados. Esto que parece injusto tendría una explicación: el presidente de la Amia estaría muy equivocado y todos estos serían terroristas "buenos", según el relato del gobierno citado.