Con cierta frecuencia escuchamos hablar de las virtudes del modelo económico y político cubano. Esto dicho por defensores y admiradores del líder político recientemente fallecido Fidel Castro. Destacan el trato a la sociedad y que todos tienen acceso a la educación y a la salud. Si de estos valores se trata, no dudo en afirmar que los resignaría para lograr vivir en libertad. Desde hace 50 años, Cuba sostiene su propaganda comunista junto a obsecuentes defensores que se empeñan en describir el nivel de vida de ese país. Hay una realidad que nos dice que viven enfrentando privaciones permanentemente a partir de la "era" Castro, y luego de medio siglo de su comunismo tienen uno de los niveles de vida más bajos de América Latina. Durante 2016 cerca de 7.500 cubanos se lanzaron al mar buscando las costas de los Estados Unidos, en actitudes y acciones sumamente peligrosas, a riesgo de sus vidas, en busca de abandonar la precariedad y la angustia de vivir sin libertad. Otros lo hicieron por medios menos riesgosos. En general, estas fugas son grupales en busca de compartir el alto costo que significa para un cubano estos traslados. Estas situaciones se viven en momentos en que Cuba ve esfumar el "padrinazgo" de una quebrada y desmembrada Venezuela y de una Rusia muy lejana y jaqueada por su realidad política, de dudoso pronóstico. Los cubanos sacrifican su país, su medio ambiente, sus raíces, sus familias, ante una opción tentadora en un país donde se prioriza la libertad. Libertad que permite trabajar y, con esfuerzo, mejorar su calidad de vida. El fracaso del comunismo en Cuba es tan real que los propios cubanos así lo entienden y continúan buscando la salida de su país.