El paro docente profundiza la grieta. No me refiero a la división política generada por el kirchnerismo en la sociedad, sino a una mucho más grave y preocupante: la que separa a los chicos de escuelas privadas, que tienen clases, y a los de escuelas públicas, que prosiguen sus vacaciones. Cada vez más, las huelgas empujan a los padres a retirar a sus hijos de la educación estatal. Se ha ido produciendo en el sector una privatización de hecho, fomentada por quienes no hacen más que llenarse la boca con emotivas arengas sobre la defensa de la educación pública. Lo triste es que la grieta es social. Van quedando en el ámbito público los niños de hogares más pobres. Hasta las familias de trabajadores modestos pero con algunos recursos, prefieren privarse de otras cosas y destinar fondos para enviarlos a una escuela parroquial. Son esas familias, sobre todo, las que necesitan imperiosamente que sus hijos tengan clases. No es sólo la merma en la calidad educativa lo que los lleva a esa decisión, sino los trastornos que causa en hogares en los que ambos padres trabajan y que no pueden contratar personal para el cuidado de sus hijos por no saber si estos tendrán o no clases. Por cierto, los salarios de los maestros no son los ideales. No los son en ningún área. En el sector público, la quiebra de los estados provinciales pone límites al aumento excesivo del gasto que van más allá de la voluntad de las autoridades. En el sector privado, la baja productividad de la economía dejada por 12 años de políticas populistas trae aparejadas similares restricciones. Con todo, la propuesta del gobierno de la provincia de Buenos Aires —el distrito más conflictivo y de mayor repercusión de la medida— es muy razonable. Permite recomponer el salario y mantenerlo incólume en su valor al comprometer su ajuste en función de la inflación del año. Pero esa oferta no ha detenido el paro, como no lo detendría ninguna otra, porque el paro es el objetivo de muchos dirigentes sindicales. Es un paro político, entonces, dirigido a intentar erosionar al gobierno nacional. El sindicalismo docente actúa como un brazo del kirchnerismo, para el que, como se sabe, la presidencia de Mauricio Macri es ilegítima. Se intenta darle a esa decisión política ya adoptada un fundamento gremial: la negativa del gobierno a convocar a negociaciones paritarias nacionales. Pero esas paritarias no tienen sentido cuando las escuelas pertenecen a las provincias. Algunas de ellas no podrían pagar los sueldos que se acordaran entre sindicalistas y autoridades nacionales. Nadie duda de la legitimidad de los reclamos salariales. Cualquier trabajador aspira, con razón, a ser mejor remunerado. Pero no puede ser que la huelga sea la única herramienta de negociación. No debe serlo en ninguna actividad; mucho menos, cuando son los niños los que sufren las consecuencias de la falta de clases. La brecha entre los alumnos de escuelas públicas y los de escuelas privadas se amplía con cada una de estas medidas. No basta con levantar guardapolvos blancos ante las cámaras de televisión. El verdadero compromiso con la educación pública se manifiesta en las aulas, no en las calles. En esas aulas que dieron lo mejor de la Argentina y que serán otra vez, si trabajamos con pasión, el punto de partida de un futuro pleno de oportunidades para todos.
¿Ignorancia o complicidad?
No entiendo como puede ser que todavía tengamos gente que defiende un gobierno que empezó con las valijas de Antonini Wilson y terminó con los bolsos de López, y en el medio la muerte de un fiscal federal. A eso hay que sumarle Milani, Sueños Compartidos, Lázaro Báez, Julio De Vido, la fábrica de hacer billetes, la ley de Medios para quedarse con todos los medios, Fútbol para Todos, entre otras maniobras. Esto no les alcanza, por supuesto que hay más. Esto es no querer ver la realidad, o lo peor es tener intereses personales.
Rubén Leda
La situación en el Colegio Alemán
Atentos a los últimos acontecimientos que tocan al colegio, del cual soy ex alumna y ahora mamá de dos alumnos, siento que tanto el Ministerio de Educación como la Justicia nos han dejado desprotegidos. Más allá de este caso puntual de este alumno que tuvo repetidas faltas de respeto y mala conducta, mi preocupación va mas allá apuntando a que al colegio le quitan la facultad de sancionar las malas acciones. ¿Por qué? Porque exigiéndole que reinscriba a alguien que consideraba no digno de ser inscripto en dicha institución hace que otros alumnos sigan conductas similares a sabiendas de que no van a tener que responsabilizarse de sus actos, ya que no hay sanciones posibles. ¿Por qué antes de salir a gritar a los cuatro vientos el mal accionar (a su criterio) del colegio, el Ministerio no se dedicó a estudiar el caso en particular y vale decir también a proteger al alumno, en todo caso y no exponerlo a la opinión pública? Se preocupa y ocupa de defender un caso particular desatendiendo la voluntad y la preocupación del resto de los padres que tienen que sufrir las acciones de este chico puntualmente o del resto que decida comportarse en forma similar ya que no hay manera de hacerles ver que, ante una mala acción, hay una consecuencia de la que hay que hacerse cargo. Estamos en una sociedad violenta y egoísta que sólo le preocupa su bien particular sin importar el resto; con estas acciones estamos reafirmando completamente esta idea. Con lo cual no nos quejemos si no baja la violencia en la calle o la delincuencia, esto es a un nivel menor pero extrapolando llegamos a la sociedad que tenemos y de la cual nos quejamos.
María Guillermina Mac Rouillon
DNI 24.784.037
Gracias a las columnas de La Capital
El Diario La Capital cumple con su enunciado: "Las columnas de La Capital pertenecen al pueblo". Es verdad con las columnas de "Cartas a los lectores" y el actual WhatsApp, que recibe mensajes de la comunidad a la redacción del diario. Me parece brillante. Que nuestros ciudadanos escriban y viertan sus opiniones es digno de destacar. Pero creo que a las autoridades correspondientes no les importan las denuncias de sus ciudadanos. Existe un presupuesto enorme para pagar inspectores, controles de todo tipo, tenemos las denuncias con fotos, de personas que no cobran pero exigen el cumplimiento de elementales normas de limpieza, seguridad, cumplimiento de la ley. En Europa, En USA, En los Emiratos Arabes, los ciudadanos denuncian irregularidades de las autoridades o de sus compatriotas, se actúa sin ninguna dilación y con severidad. En nuestro país, los funcionarios no se dieron cuenta que son pagados por el pueblo con sus impuestos. Deben creer que no tienen obligaciones que cumplir. Los que dirigen, demuestran que les falta conocimiento en la materia. Conociendo el mundo por mi trabajo, veo que en mi querida provincia, pese a la propaganda, en vez de avanzar vamos retrocediendo. Me lo demuestran las notas y fotos del diario, la falta de respuesta de las autoridades responsables, como si estuvieran convencidos de que sus puestos son eternos. Todavía no tenemos leyes que castiguen o dejen cesantes a funcionarios incapaces que creen que depender del Estado es una herencia que todos debemos respetar aunque los que la ejercen no sirvan. Pero no todo es negativo. El 3 de marzo pasado, un caño roto que había dejado a media ciudad sin agua, en La Paz y Cafferata, fue arreglado rápidamente por Aguas Santafesinas. No se quejen las autoridades, si después pierden elecciones.
Carlos A. Borisenko
Un mal momento en un supermercado
Mediante esta carta deseo hacer saber lo que me ocurrió el sábado pasado en el supermercado Coto, ubicado en el shopping del Alto Rosario. Ese día fui a comprar un escritorio queriendo aprovechar el "descuento del 30% en sillas para PC y escritorios". Luego de una espera de 45 minutos, ni un minuto más ni un minuto menos, cuando la cajera me factura lo hace sin el descuento publicado a lo que yo le pregunto el por qué. Entonces me responde que ese escritorio no entraba en la promoción, según la encargada de cajas no todos los escritorios entraban en la promoción. Primer paso: la encargada manda a averiguar si al producto le correspondía dicho descuento, luego de varios minutos viene un repositor y me indica que el precio que figuraba en el cartel ya estaba rebajado (una contradicción entre encargada y repositor). De todas maneras, el escritorio sí tenía un cartel que indicaba tal descuento igualmente. Ante la negativa de realizarme el descuento la mercadería fue devuelta. Solicité hablar con el gerente o encargado de salón. Primero me dijeron que el gerente estaba, luego que entraba a las 19. Pido entonces hablar con el encargado de salón. Lo llaman por teléfono y me dicen "ahora viene". Lo esperamos media hora y nunca apareció para darme una explicación lógica sobre este tema. Me pregunto qué función cumple el gerente o el encargado de salón si no quieren dar la cara ante un problema cuando alguien los requiere. ¿Para cobrar su sueldo también serán así? Todo esto sin contar que ante tanta cantidad de gente había cinco cajas sin funcionar, total, para ellos los clientes somos como animales. Pero quiero destacar igualmente que después de tanta espera una de las chicas de caja central se hizo cargo y autorizó tal descuento haciendo el trabajo del gerente y el encargado de salón, que nunca aparecieron.
DNI 20.173.631
La fiestita la pagamos entre todos
La respuesta a mi carta de lectores del miércoles 8 fue evidentemente escrita por una mente con la típica ceguera que produce el fanatismo. Y así es difícil salir del pozo en que el país está sumergido hace décadas. Tan fanático este lector, que no duda en tratar de falaz al que piensa distinto. No vale la pena responder a sus argumentos, sólo que me deja muy preocupado porque se ha creado una nueva categoría de fanáticos ciudadanos, quienes te discuten hasta si el sol sale todos los días o no. Muy difícil salir del estancamiento así. Dijo Voltaire: "Cuando el fanatismo ha gangrenado el cerebro, la enfermedad es incurable".
Jorge Milesi
N. de la R: Ayer este diario publicó una carta donde se negaba "la fiestita" y se defendía la política impulsada por el kirchnerismo durante más de una década. En la misiva se planteó que "no se confunda a los lectores con falacias".