Cuando uno cree ser el ombligo del mundo, basta abrir el diario y leer tu carta, darse cuenta que lo que vivimos y luego trasladamos a nuestros hijos, experiencias, consejos, vivencias, risas, emociones, sirve de muy poco en una sociedad tan violenta como la que vivimos. Lo que no tiene explicación es seguir viviendo y saber que alguien que mató a tu hijo está libre y sigue asesinando; debo pensar que la Justicia está saturada o la policía es ineficiente, o peor: miramos para otro lado como miembros de una sociedad supuestamente civilizada. Los derechos humanos son para los delincuentes y no para personas de bien que tenemos un futuro, un proyecto de vida. No conozco ningún padre que no tenga sueños para sus hijos, que esos sueños son los nuestros, los que tuvimos de jóvenes y quizás no los pudimos lograr. ¿El futuro? Soy abuelo y padre de dos hijos, estoy convencido de que debemos luchar por nuestros derechos y hacer que políticos inescrupulosos piensen una vez en nosotros generando leyes que modifiquen el actual y obsoleto Código Penal. Héctor, me quedo con algo que decís, y te confieso: me emociono cuando contás que tu hijo te acompaña en esas noches en la que manejas el colectivo, seguro que sí; pero también te acompañamos con el corazón aquellos que no te conocemos, sabés que estamos, aunque sea un ratito, para mitigar tanto dolor. Abrazo.